Buen Pastor, viste a la humanidad como una oveja sin pastor, a menudo descarriada, vulnerable al peligro, viviendo en un mundo de lobos.
Así, nos has llamado a la labor de cuidar de tu rebaño y has llamado a otros de nosotros para un compromiso de por vida y compartir estrechamente la vida y el trabajo del Buen Pastor.
Te agradezco por dejarme escuchar tu voz cuando busco tu llamada. Conoces bien mis fallas, mis insuficiencias y mis flaquezas. Y, aun así, me llena de humildad saber que aún me utilizas como instrumento para tus designios.
A través de los años de mi viaje misionero, siempre has estado para mí como un celestial pastor de la providencia que me ha mostrado el camino, perdonado mis desaciertos y corregido y recalibrado mi rumbo cuando lo he necesitado, para poder llegar a mi destino eterno.
Incluso en momentos cuando me encuentro sin saber hacia dónde voy, sé que al haber respondido a tu llamado continuarás guiándome en los caminos correctos y estarás siempre a mi lado, todos los días de mi vida.