Relatos Misioneros Otoño 2025

Tiempo de lectura: 4 minutos
Por: Misioneros Maryknoll
Fecha de Publicación: Sep 2, 2025

¡Qué placentera mañana tuve en Bangladesh, donde sirvo en misión! No estaba seguro del camino a tomar para llegar a la casa de un niño con discapacidad cuya dirección había perdido, tanto en el papel como en la memoria. En el momento preciso tuve la fortuna de encontrar a personas buenas que me guiaron por los once kilómetros restantes. Un amigable aldeano me llevó hasta la casita de lata de la familia.

Alameen, ahora un niño parapléjico de 11 años de edad, estaba sentado en una gastada silla de ruedas. Recuerdo como su madre se esforzaba para cargarlo de un lugar a otro lugar.

Su padre estaba en casa y tuvimos nuestra primera conversación. Me comprometí a encontrarle una nueva silla de ruedas a Alameen. Tomé unas cuantas fotos y Alameen se alegró de recibir tanta atención. Mientras montaba mi bicicleta camino a casa, recordé la amabilidad de la gente que me guio en la dirección correcta para visitar a Alameen.

Robert McCahill, M.M.

En Mwanza, Tanzania, donde sirvo como un hermano misionero, cada lunes voy a un centro que rescata a niños de las calles. Upendo Daima (en suajili significa “amor siempre”) ofrece vivienda, alimento, vestimenta, medicinas, terapia, cariño y educación. Mi ministerio es enseñar a tocar la guitarra.

El lío es que cada dos semanas vuelvo a empezar de nuevo. El propósito de Upendo Daima es reunir a los niños con sus familias, así que cuando los pequeños están listos, regresan a casa.

Puedes preguntar para qué paso el tiempo enseñándoles un instrumento por corto tiempo. Sin embargo, enseñar la guitarra no es la prioridad. Los niños buscan amor y atención. Cuando llego, de 12 a 15 estudiantes corren a traer las guitarras y las sillas. Ellos discuten a ver quién va a ser el primero en aprender. Al final, cada estudiante “choca los cinco” conmigo y me regala una sonrisa. Sé que el amor de Dios se revela a través de estos niños.

Loren Beaudry, M.M.

Un niño de una de las aldeas cerca de Ndoleleji , Shinyanga, mira a la cámara. (Sean Sprague/Tanzania)

Un niño de una de las aldeas cerca de Ndoleleji , Shinyanga, mira a la cámara. (Sean Sprague/Tanzania)

En Macao, donde serví, empecé un taller de capacitación para que personas con discapacidad pudieran aprender un oficio y así trabajar. A-Mui llegó a nuestro taller como una joven discapacitada, tímida y con baja autoestima. Como muchos de nuestros estudiantes, había sido considerada “inútil” por la mayoría de la sociedad.

A-Mui se dedicó por completo al programa y después de un tiempo se convirtió en una hábil costurera. Con nosotros, aprendió sobre Jesús y experimentó su amor por ella tal como era. A medida que su fe crecía, ella descubrió que el Dios que había transformado agua en vino, la había transformado en una mujer segura de sí misma, una trabajadora dedicada y un ser que irradia una luz que ella jamás pensó que fuera posible.

Cuando decidió ser bautizada, escogió “Fátima” como su nombre bautismal. Como el padre jesuita Greg Boyle dice, A-Mui escogió “ser la tierna mirada del amor de Dios en el mundo”. 

Arlene Trant, M.M.

A-Mui, quien escogió Fátima como su nombre bautismal, posa para una fotografía y enseña un documento. (Cortesía de Arlene Trant/Macao)

A-Mui, quien escogió Fátima como su nombre bautismal, sostiene un papel. (Cortesía de Arlene Trant/Macao)

Conocí a la venerable Thích Tịnh Nguyệt, una monja budista, en una conferencia interreligiosa en Phnom Penh, Camboya, donde sirvo como misionera laica Maryknoll.

Cuando era novicia hace unos 20 años, ella crio a una bebé. Aunque la niña creció bajo la tradición budista en la pagoda, se sintió atraída a una iglesia católica aledaña adonde se le permitió ir a Misa. Me contó la monja que la niña es una estudiante universitaria de tercer año y recién bautizada católica.

“¡Qué comprensiva! ¿Cómo lo manejaste?” le pregunté.

“Amé a mi hija adoptiva desde la infancia”, contestó. “Criarla me ayudó a cultivar compasión por los demás, en vez de sólo preocuparme por mis problemas. Tuve que crecer con ella. Si le hubiera prohibido unirse a la Iglesia Católica le habría causado sufrimiento”.

Ambas, madre adoptiva e hija adoptada, fueron valientes al navegar la balsa de la fe. ¿Acaso hay un mejor ejemplo de cristianos y budistas trabajando juntos por la paz?

Hang Tran, MKLM

La misionera laica Hang Tran sonríe para una foto junto a la la venerable Thích Tịnh Nguyệt en un encuentro interreligioso en Phnom Penh. (Cortesía de Hang Tran/Camboya)

La misionera laica Hang Tran sonríe para una foto junto a la la venerable Thích Tịnh Nguyệt en un encuentro interreligioso en Phnom Penh. (Cortesía de Hang Tran/Camboya)

 

Imagen destacada: Un padre carga a su hijo en brazos en un día lluvioso en Nopara, una aldea cerca de Srinagar, Bangladesh. (Paul Jeffrey/Bangladesh)

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