Un sacerdote Maryknoll habla sobre su servicio a niños enfermos y discapacitados en Bangladesh.
El Padre Robert McCahill, un misionero Maryknoll de Goshen, Indiana, ha servido en Bangladesh desde 1975, trabajando entre la mayoría musulmana del país, sirviendo a los enfermos y discapacitados. Recientemente, en una visita a su hogar, se reunió con Lynn F. Monahan, nuestro Director Editorial Ejecutivo, para hablar sobre su ministerio en la nación asiática. A continuación extractos de esa conversación.
¿Qué tenía el pueblo musulmán que te hizo querer trabajar entre ellos?
Nuestra distancia de ellos y los sentimientos comunes contra ellos. Escuchamos sobre la pobreza de la gente y las dificultades de sus vidas.
Desde el principio, trabajé con personas enfermas. No solamente niños, sino todo tipo de personas a quienes llevaba a un hospital que se encontraba a 19 kilómetros (unas 12 millas) en autobús todos los miércoles. Fue una experiencia maravillosa, maravillosa de recibir la confianza de la gente para ir con ellos.
Al principio, por supuesto, eso no sucedió. Primero, existía la sospecha, de esperar y recibir. Pero el segundo año, ya había muchas personas que confiaban en mí, y eso se construye durante el año, un año de construcción de confianza. Al tercer año, ya había afecto hacia mí.
Entonces supe en ese momento, al final del tercer año, que podía irme y hacer lo mismo en otros pueblos. Ese ha sido mi proceso de unirme a la gente de Bangladesh, el 90% aproximadamente de los cuales son musulmanes y quizás el 9% hindúes.
Dices que siempre trabajaste con los enfermos, y ahora en particular con los niños con enfermedades crónicas.
Empecé trabajando con los ancianos y los jóvenes. Ahora, solo trabajo con los niños, un grupo objetivo específico. Mi excusa es … “Ayudemos a los niños porque ayudarlos ahora les ayudará a tener toda una vida de beneficio”. Y a eso la gente responde muy bien, “Sí, eso es verdad. Eso es verdad”. Nunca he estado en un país tan aficionado a los niños.
Entonces, cualquier tipo de enfermedad en los niños, especialmente algunos problemas que los incapacitan, como por ejemplo hay quienes no pueden sentarse, pararse, ni alimentarse por sí mismos, o no les funciona la mano, niños que necesitan ayuda para estar más activos. Algunos en realidad nunca se recuperan por completo, pero reciben ayuda y esa es la parte importante. Estoy tratando de ser un hermano para la familia ayudando a los niños.
Hay dos características principales en los bengalíes que veo: hospitalidad y amor por los niños. La felicidad de Bangladesh es de los niños. Ellos son el entretenimiento. Son los que dan sentido a la vida. Supongo que podrías decir eso en casi cualquier país, pero es tan obvio en Bangladesh. Los hijos son la razón de vivir.
¿Mencionaste hospitalidad? Mucha gente tendría mucho miedo de trabajar en un país de mayoría musulmana.
La hospitalidad es muy grande en el Islam. Es una característica islámica. No he estudiado mucho esto, pero es tan obvio cuando te conocen. No es una cuestión de, “Oh, él es cristiano. Salgamos de aquí”. Ellos hablarán contigo. Ellos serían incluso favorables a lo que dices sobre nuestras vidas y nuestro propósito. Debemos prestar atención al Islam.
¿Cuál sería el objetivo de prestar atención al Islam?
Estamos en la misma sintonía de muchas maneras. La oración es muy importante para ellos. Diferentes tipos de oración, pero, sin embargo, oración. Podemos inspirarnos en ellos a través de su devoción a la oración.
Para los musulmanes, la oración oficial, la oración formal, es siempre en árabe. Mientras sus hijos viven en el pueblo, aprenden las oraciones árabes y las mantienen en sus mentes durante toda su vida. Entonces, es muy parecido a cuando yo era monaguillo, hablaba en latín durante la Misa. No entendía lo que estaba diciendo, pero era una oración.
Ellos pueden aprender de nosotros a través de nuestra devoción al servicio, lo que no quiere decir que ninguno de ellos haya servido, pero están sorprendidos, muy sorprendidos de la cantidad de trabajo que hace un misionero para los que no son cristianos.
Hablando de servicio, mencionaste este ciclo de tres años de desconfianza, construcción de confianza y afecto. ¿Has estado haciendo eso desde que empezaste?
Manejo bicicleta a todas partes, y la gente me ve y me hace todo tipo de preguntas. El mejor lugar para interactuar con los musulmanes es en el puesto de té. Es solo una pequeña choza donde alguien prepara té y lo da a la gente. Él se gana la vida de esa manera. Y los hombres de las aldeas siempre van al puesto de té.
Acabo de terminar mi pueblo número 13, lo que significa 13 distritos de los 64 distritos del país. He estado en 13 de ellos durante tres años o más. Voy a las aldeas todos los días. Me levanto temprano por la mañana. Salgo a las 6:00 en punto, voy a diferentes aldeas, donde he oído que hay alguien que necesita ayuda física.
Creo que una de las preguntas que la mayoría de la gente tendría es, ¿alguna vez sientes que estás en peligro?
No, no siento peligro. Siento ignorancia. Desconocimiento mutuo de unos a otros.
¿Qué te gustaría que la gente aprendiera de tu experiencia en Bangladesh?
Simplemente que estén abiertos a la idea de que esta es otra gran religión. Hay algo de esto que de alguna u otra manera está cerca de nosotros. Deberíamos hacer lo que los obispos de Bangladesh me dijeron que hiciera. Lo primero es vivir entre los pobres como un hermano para ellos. Lo segundo es servir para que el pueblo pueda vivir mejor. Servir a los enfermos para que los enfermos y los discapacitados puedan vivir una vida mejor, una vida más significativa.
Lo tercero es demostrar el respeto que tenemos por las personas de otras religiones y mostrarlo. Eso es algo que les agrada mucho. La cuarta cosa es explicarle a cualquiera que te pregunte las razones de tu estilo de vida y buenas obras. Jesús hizo esto. Jesús es mi modelo. Jesús pasó haciendo el bien y curando, como dice en Hechos de los Apóstoles 10:38.
Lo quinto que me pidieron los obispos es animar a los cristianos que encuentro a vivir según el Evangelio.
Imagen destacada: El Padre Maryknoll Robert McCahill se encuentra en la sede de Maryknoll en Ossining, Nueva York, durante una visita el año pasado, cuando concedió esta entrevista. (Diane Mastrogiulio/EE.UU.)