Una semana antes de las pasadas elecciones de noviembre, un estudio de Harvard’s Kennedy School of Government indicaba que un 40% de jóvenes entre 18 y 29 años definitivamente saldría a votar. Fue noticia porque el porcentaje doblaba la participación de los jóvenes que en anteriores generaciones sólo salieron a votar en un 21% de su totalidad. El aparente cambio positivo tenía un aspecto negativo debido a que la mayoría de jóvenes del estudio indicó que saldría a votar motivados por el miedo.
Vivimos una época en la que se observa un incremento global de la xenofobia, racismo, autoritarismo, violencia en contra de la fe, guerras, feminicidio, etc. Es comprensible el miedo. Incluso la Iglesia pasa momentos críticos debido al abuso cometido contra menores. El último sínodo de obispos, dedicado a la juventud, definió diferentes tipos de abuso: el del poder, el económico, el de consciencia y el sexual.
¿Por qué la Iglesia quiere involucrar a los jóvenes y escuchar sus necesidades? El Papa Francisco, en un mensaje a los jóvenes, lo responde de este modo: “…aspiren a la felicidad, tengan la valentía, el coraje de salir de sí mismos, de jugarse en plenitud su futuro junto con Jesús”.
Es la hora de los jóvenes y esta edición está enfocada y dedicada a ellos, no sobre la base del miedo sino motivada por el amor y la esperanza. Lea en los artículos de María-Pía Negro Chin, “La hora de los jóvenes”, y de Giovana Soria, “V Encuentro empodera a jóvenes hispanos”, cómo la Iglesia de Estados Unidos y del mundo inicia una nueva opción preferencial por los jóvenes, porque como dice el Santo Padre: “Los jóvenes son valientes… tienen esperanza… y la capacidad de ser solidarios”.