Vitral del Espíritu Santo y fuego que simboliza el sacramento de la confirmación (CNS/Nueva York)
Reflexión sobre discernimiento vocacional
Al encontrarnos con decisiones que nos pueden cambiar la vida, se supone que debemos pedirle orientación al Espíritu Santo. Pero, ¿cómo saber con certeza que las ideas que aparecen en nuestra mente son de Dios? Eso es a la vez fácil y difícil. Obviamente, cuando la elección es entre lo bueno y lo malo, no hay competencia. Pero, ¿qué haces cuando las elecciones son buenas?
Al crecer, pensé en ser un arquitecto, veterinario, intérprete, maestro, sacerdote. Las opciones iban y venían, pero la idea del sacerdocio seguía volviendo. Me sentí especialmente atraído por los franciscanos. Tras mucha oración y consejos de varias personas, solicité ingresar. Pero hubo un problema: no me aceptaron. Dijeron que era inmaduro y demasiado dependiente de mis padres. Yo creía que Dios me estaba llamando a los franciscanos. ¿Y ahora qué?, pensé.
Terminé la universidad y me uní a los Cuerpos de Paz. Aunque no sabía casi nada sobre Corea, acepté ir a enseñar inglés, más por impulso que por inspiración. Estando allí, un voluntario me pidió enseñarle a seminaristas coreanos durante el verano en la isla DokCheok. Allí conocí al Padre Maryknoll Ben Zweber. Se veía lleno de vida, y feliz. Maryknoll me atrajo de inmediato, pero debido al rechazo de los franciscanos, fui tímido. Además, sentí raro pensar unirme a un grupo del que no había oído hablar antes. No pude dormir. Le pedí a Dios una señal, pero no vi ni estrellas fugaces, ni truenos. Oré: “Dios, voy a solicitar ingresar a Maryknoll. Si es tu voluntad, ayúdame. Si no, detenme”.
Parte de la pintura “Peace of the Holy Spirit: Pentecost” por el pintor Stephen B. Whatley. (CNS/Stephen B. Whatley)
Mujer reza durante una Misa en St. Peter Claver Church en Baltimore, Maryland. (CNS/Maryland)
Una profunda paz se apoderó de mí y dormí como un bebé. Y aquí me tienen, un sacerdote Maryknoll por más de 40 años. Ah, pero Dios no terminó de dejarme ver al Espíritu Santo en acción.
Después de ser misionero por 12 años en Corea, me llamaron a Estados Unidos para escribir para la revista MARYKNOLL y ayudar a ofrecer retiros vocacionales para quienes buscan ser sacerdotes, hermanos, hermanas o misioneros laicos Maryknoll.
El seminarista Pablo Talavera ayudaba con los retiros mientras estudiaba para el sacerdocio. Conoció a Abigail Grim, quien discernía una llamada a la misión laica y se sintió atraído hacia ella.
Ahora le tocó a Pablo luchar con el Espíritu Santo. ¿Le estaba llamando Dios al sacerdocio misionero o a un posible matrimonio con Abigail? Siguiendo el consejo de su director espiritual, Pablo fue a orar. En la oración encontró su respuesta. “Descubrí que mi llamado no era necesariamente al sacerdocio”, dice. Abandonó el seminario y seis meses después se casó con Abigail.
La lucha de Abby con el Espíritu Santo fue más tortuosa. Sus padres fueron misioneros bautistas en China, Alemania, Kazajstán, Malta, Arabia Saudita, Hong Kong y Emiratos Árabes Unidos. ¡Tenía la misión en su sangre! Pero, decepcionados con la iglesia bautista, ¡toda la familia se convirtió al catolicismo! El papá de Abby explicó que una de las razones de su decisión fue que él y su familia se sentían como en casa con el espíritu misionero del catolicismo.
Abby y Pablo ahora tienen dos hijos y continúan esforzándose por responder a la llamada que sienten para servir a los demás. Han implementado un programa en su parroquia para ayudar a refugiados e inmigrantes. Algún día esperan hacer trabajo misionero en el extranjero.
Ahí lo tienen. Gente de fe que lucha, reza, discute, discierne y, a veces, cambia de rumbo, pero siempre busca la voluntad de Dios para ellos. Es lo mínimo y lo mejor que podemos hacer.