Cuando eran jóvenes, Rocío y Oswaldo jamás imaginaron que algún día se casarían. Aunque fueron novios brevemente durante la secundaria, ambos emigraron de Leocapac, su pueblito cerca a Cuenca, Ecuador, por rumbos distintos. Pero, eventualmente, se rencontraron en el estado de Nueva York. Dice Oswaldo: “Mi vida cambió. Viví no solo un enamoramiento sino una conversión.”