Las iniciativas de la Iglesia para escuchar a los jóvenes señalan que son una prioridad
C uando el Papa Francisco vaya a Panamá para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en enero, miles de jóvenes católicos estarán allí para alabar a Dios a su lado. Este año, la reunión internacional se lleva a cabo cuando la Iglesia está haciendo grandes esfuerzos para involucrar a los jóvenes y escuchar sus necesidades.
Sofía Cruz, una joven adulta a cargo de la delegación de la Arquidiócesis de San Salvador que asiste a la JMJ, dice que esta es una oportunidad de un “encuentro con Jesús como resultado de los diferentes testimonios, catequesis y, en particular, la unidad de jóvenes que comparten un mismo sentir”.
“A los jóvenes les gusta sentirse escuchados y ser parte de algo en la sociedad, la familia, los grupos de amigos y la Iglesia”, dice. “La Iglesia responde a esas necesidades proporcionando espacios donde los jóvenes pueden ser protagonistas”.
Líderes de los ministerios católicos le están dando prioridad a los jóvenes y jóvenes adultos al enfocarse en cómo atraer mejor a los jóvenes, muchos de los cuales están alejados de la religión organizada. Si bien la Jornada Mundial de la Juventud, iniciada por San Juan Pablo II en 1985, puede ser la más visible y emocionante forma de alcance de la Iglesia a los jóvenes, otros esfuerzos recientes incluyen procesos internacionales, como el Sínodo de los Obispos enfocado en la juventud y la fe, y nacionales, como el V Encuentro de la Pastoral Hispana/Latina y la iniciativa del Diálogo Nacional en Estados Unidos.
Estos esfuerzos impactan “cómo trabajamos con los jóvenes y cómo movilizamos a los jóvenes apóstoles para el presente y el futuro de la Iglesia”, dice Kevin Ahern, profesor de estudios religiosos en Manhattan College.
Ahern dice que centrarse en los jóvenes y tratarlos como compañeros es, en cierto modo, contracultural porque la sociedad dice que los jóvenes aún no están preparados para enfrentar desafíos u oportunidades de liderazgo. La cultura “quiere que sean consumidores en lugar de participantes”, dice. “Tenemos muchos recursos en nuestra tradición (católica) para desafiar eso”.
Durante el Sínodo de los Obispos en Roma el pasado octubre, los participantes pasaron un mes reflexionando sobre el tema “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.
Los miembros del sínodo fueron llamados a reconocer los desafíos que enfrentan los jóvenes y renovar el modo en que la Iglesia los acompaña. Algunos de los temas tratados incluyeron la pobreza, la violencia, el hambre, la explotación y la trata, el desempleo, los jóvenes vulnerables, el trato a las mujeres, los derechos humanos, la migración y la crisis de refugiados.
Para prepararse para el sínodo, el Vaticano envió preguntas a las diócesis de todo el mundo y lanzó un cuestionario en línea para jóvenes de 16 a 29 años. Además, 300 jóvenes adultos participaron en una reunión previa al sínodo, mientras que miles de jóvenes siguieron el pre-sínodo en Facebook, por lo que sus comentarios se incluyeron en el Instrumentum Laboris, o documento de trabajo del sínodo.
“El potencial de tener un impacto es genial”, dice Anna Johnson, coordinadora de alcance para jóvenes adultos de Maryknoll en Seattle, Washington. Johnson fue una de las 15.000 personas que colaboraron en el contenido del documento preparatorio a través de las redes sociales. “Hay que ver si somos escuchados”.
Yadira Vieyra, una de 34 auditores jóvenes durante el sínodo, le entrega al Papa Francisco una carta escrita por niños.
Durante el mismo sínodo, se informó que el ambiente era animado y esperanzado, en parte debido a la presencia de 34 jóvenes adultos que asistieron como auditores. Al igual que otros observadores, participaron en discusiones grupales y pudieron dar breves presentaciones sobre sus desafíos y esperanzas para la Iglesia.
Observadores como Cherylanne Menezes, de la India, compartieron sus testimonios en redes sociales diciendo que el mes de “alegría y comunión” fue marcado por la apertura mutua. Los temas que resonaron incluyeron la necesidad de diálogo, autenticidad y mentores espirituales que son testigos alegres de Cristo. Los auditores jóvenes también enfatizaron que, al escucharlos, la Iglesia puede beneficiarse de sus dones, al mismo tiempo que los jóvenes pueden ver a la Iglesia como un maestro. Daniel Bashir, un auditor de Pakistán, dijo en un video que este sínodo “no se trató de que la Iglesia hablara sobre ti, sino que hablaba contigo”.
Los grupos también discutieron lo que era necesario enfatizar en el documento final del sínodo. Por ejemplo, el cardenal Wilfrid Napier de Durban, Sudáfrica, pidió las inclusiones de las perspectivas no occidentales. Añadió que mientras los jóvenes occidentales se están desvinculando de la Iglesia, en África “los jóvenes buscan a Jesús y buscan respuestas a sus problemas”.
En Estados Unidos, el proceso del V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana también les dio protagonismo a los jóvenes, con casi un tercio de sus participantes siendo líderes emergentes entre las edades de 18 y 39 años. Estudios muestran que más del 50% de los católicos menores de 30 años son hispanos. (Para leer más sobre el V Encuentro lea p. 18).
Ana Sierra y Secilia Blanco, dos jóvenes delegadas en el V Encuentro Nacional, dijeron que una de las formas en que se involucra a los miembros de los grupos juveniles en la Diócesis de Baton Rouge, Louisiana, es pedirles que se ofrezcan como voluntarios. “Si los invitas a ayudar (a otros), siempre están dispuestos a participar”, dice Sierra, quien nació en México.
Blanco, hija de padres salvadoreños que conoce la importancia de la fe y la cultura, agrega que se necesita apoyo, formación y mentores espirituales para involucrar constantemente a los jóvenes que quieren hacer algo más que “calentar los bancos” en la Misa.
Según el padre Alejandro López-Cardinale, presidente de La RED Nacional Católica de Pastoral Juvenil Hispana, a lo largo del proceso del V Encuentro y la preparación para el sínodo, los jóvenes han sido consistentes en delinear sus necesidades. Esto incluye pedir más transparencia moral y coherencia para que las personas puedan ser testigos reales que conduzcan de manera cohesiva una llamada a los fundamentos de la fe católica; formación teológica para laicos; y mayor acceso a la educación.
“Una de las cosas más importantes que piden es que la Iglesia sea un lugar donde puedan encontrar el espacio donde encontrar a Jesús”, dice el padre López-Cardinale, y agrega que los jóvenes se sienten atraídos por una Iglesia que no se predica a sí misma, sino a Jesús. “A veces, el énfasis se basa en cómo se debe creer el contenido de la fe, en lugar de (enfatizar una) oportunidad de tener la experiencia de ser amado y de ser comprendido tal como es y avanzar hacia una comprensión más profunda de la fe católica”.
Jóvenes animan la llegada del Papa Francisco a una reunión con los jóvenes en Chile, 2018. (CNS/Chile)
Elinor Rodríguez dice que su participación en pequeñas comunidades cristianas en su universidad—a raíz de una invitación de una compañera—trajo una “transformación del corazón que lo abarca todo”, lo que la llevó a participar en otros ministerios e incluso en un cambio de carrera para enfocarse en el ámbito pastoral.
“Los jóvenes queremos un sentido de comunidad y pertenencia”, dijo en un evento reciente en Nueva York. “Todos tenemos un lugar en el cuerpo de Cristo, para venir como somos, iguales a los ojos de Dios. Extiende invitaciones a los jóvenes para que participen, dales la bienvenida para que encuentren una comunidad en Dios y entre ellos”.
Considerar a los jóvenes y jóvenes adultos como agentes de ministerio es muy importante para el futuro de la Iglesia, dice Christina Lamas, directora ejecutiva de la Federación Nacional del Ministerio Católico Juvenil (NFCYM por sus siglas en inglés).
NFCYM y La RED son parte de las organizaciones centrales involucradas en otra oportunidad pastoral para escuchar, acompañar y entender cómo servir a los jóvenes y jóvenes adultos en Estados Unidos. Llamado “Diálogo Nacional” (National Dialogue), este proceso de tres fases busca brindar un espacio para diálogo entre líderes eclesiales y parroquiales y jóvenes. Además de las entidades organizadoras y la oficina de los Obispos de los Estados Unidos, el Diálogo Nacional ha unificado a casi 100 organizaciones que trabajan con jóvenes que facilitarán el diálogo a través de guías y preguntas para los jóvenes en diferentes etapas de su fe. Esta plataforma también fue planeada para ayudar a los ministros, padres y jóvenes a procesar e implementar las recomendaciones del sínodo y V Encuentro.
“Ahora es el momento en que la Iglesia se enfoca críticamente en escuchar a los jóvenes”, dice Lamas. A través del diálogo y el discernimiento, “aprenderemos cómo modificar la forma en que abordamos el ministerio juvenil”.
En todo el mundo, los católicos dedicados al ministerio de jóvenes y jóvenes adultos siguieron los desarrollos del sínodo, dice Christopher Derige Malano, administrador pastoral del Centro Newman en la Universidad de Hawaii-Manoa.
Durante el V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana, jóvenes adultos de Estados Unidos bendicen a los obispos asistentes. (CNS/Texas)
Malano, quien coeditó un libro de Orbis Books con Ahern sobre pequeñas comunidades cristianas, dijo que los colaboradores de los libros realizaron “sesiones de escucha” con jóvenes en Nairobi, Nueva York y Roma, lo que desarrolló recomendaciones que incluían una renovación del papel de los jóvenes en el liderazgo local.
Los jóvenes “quieren una participación activa y no de una manera simbólica”, dice Malano, y agregó que estaba agradecido por la apertura de este sínodo. La aceptación y el apoyo de los líderes parroquiales también es importante, añade. “Si pudiéramos abrir puertas y pensar creativamente, podríamos lograr el sentido de integración, participación y propiedad en la Iglesia”, dice.
Como agentes ministeriales, dice Lamas, los jóvenes pueden involucrarse en la “continua evangelización entre pares, tomando la iniciativa, siendo agentes de catequesis en las redes sociales o dentro de sus propias comunidades”.
Además de apoyar los esfuerzos del Diálogo Nacional, dice Johnson, los Padres y Hermanos Maryknoll—cuyos misioneros han estado trabajando con jóvenes en el extranjero durante más de 100 años—también se están acercando a los jóvenes adultos de Estados Unidos con una encuesta bilingüe y sesiones de escucha. El objetivo es “tomar el pulso” de los jóvenes de entre 20 y 30 años, tanto de la Iglesia como de los problemas mundiales que les preocupan. Los resultados preliminares muestran que los jóvenes en Estados Unidos están preocupados por el cambio climático, las guerras y la violencia, así como la falta de vivienda, la justicia económica y la igualdad. Clarke agrega que muchos de ellos ofrecen voluntariamente su tiempo para abordar estos problemas.
“Los jóvenes queremos un sentido de comunidad y pertenencia”
“Los jóvenes adultos quieren marcar una diferencia en el mundo. Están en el campo ayudando a la gente”, dice Johnson. “Espero que al escuchar hacia dónde nos dirigen los jóvenes adultos y también lo que necesitan, podamos crear recursos que los ayuden, los alimenten y los mantengan en este trabajo a largo plazo”.
Monseñor Manuel Ochogavía, obispo de Colón-Kuna Yala en Panamá, y otros líderes han dicho que es importante continuar acompañando a los jóvenes, especialmente después de haber sido motivados por eventos como la Jornada Mundial de la Juventud y el sínodo. Estos momentos de escucha y alcance denota “una opción preferencial por los jóvenes”, dijo, haciendo referencia a la opción preferencial con los pobres que tiene la Iglesia.
Johnson, quien estará en la Jornada Mundial de la Juventud con una delegación del Pacífico Noroeste de la Arquidiócesis de Portland, Oregón, está de acuerdo. “Los jóvenes adultos tenemos una gran cantidad de esperanza”, dice. “Estoy realmente emocionada de ver esto en el campo” con otros jóvenes peregrinos en Panamá.
Giovana Soria contribuyó a este artículo.