hermana Maryknoll trabaja para elevar el ánimo de los estudiantes en riesgo en Tanzania
La Hermana Maryknoll Marion Hughes y un grupo de personas que la visita son bienvenidos con el emotivo canto de una aula llena de estudiantes de la Escuela Primaria Mmazami, en Musoma, Tanzania.
Cantada en swahili, el idioma nacional, un verso de la canción que trata sobre el estar en la escuela dice: “La educación es como la luz y con la luz se puede ver todo”.
La canción es un tributo apropiado a la hermana Hughes por parte de estos estudiantes agradecidos. Ellos están en la escuela gracias a un programa que ella, con la ayuda de tres tanzanos, comenzó hace 21 años.
El programa empezó ayudando a 12 huérfanos del SIDA (niños que han perdido a uno o ambos padres a causa de la enfermedad), pero hoy en día sirve tanto a huérfanos del SIDA como a niños en riesgo de abandonar la escuela o de no asistir en absoluto debido a las situaciones en el hogar como el abuso, la negligencia u otros factores, dice la hermana Hughes, de 82 años de edad.
La Hermana Maryknoll Marion Hughes con estudiantes y profesores de una escuela primaria cerca a Musoma,Tanzania. (Sean Sprague/Tanzania)
“El propósito del programa era mantener a los niños huérfanos del SIDA en la escuela para que puedan recibir educación, y enseñarles a ser mejores ciudadanos y a responsabilizarse de sí mismos, de sus vecinos y del medio ambiente”, dice.
Llamado Children Against AIDS, o Watoto Wapinge Ukimwi en swahili, el programa se enfoca en que los niños vayan a la escuela y se mantengan en la escuela con la ayuda de consejeros que los supervisan e interactúan con sus familiares y maestros, y otras personas involucradas en sus vidas.
La clave del programa es la tutoría en varios cursos que los estudiantes reciben cinco días a la semana después que asisten a la escuela regular.
Actualmente, el programa Watoto (que significa niños) atiende a 225 niños de guardería y primaria en cinco centros alrededor de Musoma, dice la hermana Hughes. También continúa monitoreando y asistiendo a 75 niños que ahora están en la escuela secundaria y 30 que están recibiendo capacitación vocacional.
“Cuando terminan la escuela primaria, toman los exámenes del gobierno”, dice la hermana Hughes sobre los niños en Watoto. “Entonces, algunos de ellos son elegidos para ir a la escuela secundaria, y otros a la escuela de formación técnica”.
La Hermana Maryknoll Marion Hughes con estudiantes y profesores de una escuela primaria cerca a Musoma,Tanzania. (Sean Sprague/Tanzania)
La misionera de Maryknoll de New Rochelle, Nueva York, generalmente prefiere que los estudiantes sigan la formación técnica como algo más práctico para la mayoría de ellos.
“Al final de dos años (de capacitación vocacional) tienen las herramientas que necesitan para trabajar en lo que se les ha entrenado y también tienen experiencia”, dice ella.
Particularmente para los estudiantes en riesgo es difícil pasar a un empleo significativo con solo un título de escuela secundaria y sin una habilidad comercial, dice ella.
Según UNICEF, se estima que 2 millones de niños entre las edades de 7 y 13 años no asisten a la escuela en Tanzania. Casi el 70% de los niños de 14 a 17 años no están matriculados en la educación secundaria y sólo el 3% está matriculado en los últimos dos años de la escuela secundaria. El número de alumnos que asisten a la universidad es mucho menor.
Watoto Wapinge Ukimwi, dice la hermana Hughes, ahora es parte de un movimiento mucho mayor para abordar el problema de los niños que abandonan la escuela antes de que tengan una educación básica.
Según UNICEF, se estima que 2 millones de niños entre las edades de 7 y 13 años no asisten a la escuela en Tanzania.
El programa forma parte de Mara Alliance, un grupo de organizaciones sin fines de lucro en la región de Mara, al lado Este del Lago Victoria en Tanzania, con el mismo objetivo de llevar a los niños a la escuela y mantenerlos en clase.
La Alianza y sus socios locales, como Watoto, están en sociedad con Graça Machel Trust para inscribir y hacer que 20.000 niños de la región regresen al sistema educativo del país durante un período de dos años.
La hermana Hughes, quien se unió a las Hermanas Maryknoll en 1959 después de obtener una licenciatura en química del Mount St. Vincent College en el Bronx, Nueva York, dice que el personal de consejeros del programa Watoto sale cada mañana para hacer un seguimiento y asegurarse que los estudiantes del programa estén asistiendo a clases y para detectar posibles nuevos estudiantes. También hacen un seguimiento a los casos de abuso y de los niños que están enfermos.
“Le preguntamos a los funcionarios del gobierno, a los maestros, a los vecinos y a otras personas religiosas”, dice ella. “Les pedimos recomendaciones para los niños que podrían ser elegibles para nuestro programa. Después de que nos dan los nombres, conocemos a la familia, investigamos y elegimos a los niños para que vayan”.
Por ejemplo, dice ella, el programa se enteró de un niño de 12 años que había dejado de ir a la escuela. “Hicimos un seguimiento y él no estaba siendo alimentado, por lo que iba donde había fiestas o algo así para encontrar comida”, dice ella. El niño también cuidaba a tres hermanos. El niño y sus hermanos fueron admitidos en el programa Watoto.
Una tendencia preocupante, señala la hermana Hughes, es un aumento en la violencia doméstica reportada por los consejeros que realizan investigaciones de campo.
“Podríamos pasar todo nuestro tiempo respondiendo a casos de violencia”, dice, “y dedicamos mucho tiempo a eso”.
Actualmente, el programa Watoto (que significa niños) atiende a 225 niños de guardería y primaria en cinco centros alrededor de Musoma. (Sean Sprague/Tanzania)
La hermana Hughes siempre tiene el apoyo de los estudiantes. Ellos la rodean cuando ella se reúne informalmente con padres y tutores e incluso con algunos voluntarios, como Jackson Witaro, el presidente de la Aldea Mmazami, quien ayuda a mantener el programa Watoto en marcha y con éxito.
“Mi trabajo es asesorar a los niños”, dice Witaro, de 70 años, “haciendo un seguimiento para ver que asisten a la tutoría”.
Asignada por primera vez a Tanzania en 1964, la hermana Hughes se está preparando para regresar a Estados Unidos y siente confianza en el futuro del programa.
“Básicamente, el personal sabe lo que tiene que hacer”, dice la misionera. “Solo necesitan un poco más de entrenamiento”.
Watoto seguirá siendo como una luz para los niños, agrega.
Foto principal: Niñas de la Escuela Primaria Mmazami, enTanzania, corren después de clases. Muchos estudiantes están en la escuela debido al apoyo de la Hermana Maryknoll Marion Hughes. (Sean Sprague/Tanzania)