El padre Dennis Moorman afuera de la Iglesia de San José, donde sirve en Perus, en São Paulo, Brasil. (Nile Sprague/Brasil)
Sacerdote Maryknoll ofrece consejos para sobrellevar el trauma del coronavirus Covid-19
Como sacerdote misionero Maryknoll, gran parte de mi ministerio en la última década ha sido dedicarme a ayudar a que las personas aprendan a curarse del trauma conectándose con el poder de sanación de su propio cuerpo. Cuando aprendemos a llevar nuestra conciencia a nuestro cuerpo y realmente escuchamos la profunda sabiduría que sostiene, también liberamos su poder de sanación.
Esto es verdaderamente cierto y necesario en este tiempo de coronavirus. Desde la perspectiva cristiana, uno de los significados fundamentales de la palabra “salvación” es “salud” o “integridad.” Además, en la teología cristiana convencional, el ministerio de la Encarnación es una doctrina central expresada en Juan 1,14: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”.
Para muchos cristianos es fácil creer en la Palabra Divina encarnada en Jesús, el Cristo, pero puede ser más difícil abrazar completamente este ministerio dentro de uno mismo. Como Cristianos, creemos que el cuerpo es sagrado, pero a menudo, vivimos como si el cuerpo es algo que se interpone en el camino de lo divino.
Los especialistas en trauma contemporáneos entienden el trauma como algo que es demasiado para que el cuerpo lo maneje en un momento dado. Cuando estamos abrumados de una experiencia difícil en la vida, muchas veces nos desconectamos automáticamente de nuestro cuerpo para evitar sentir el dolor abrumador o la amenaza de nuestra existencia. En realidad, este es un mecanismo de protección natural al que se hace referencia, en términos técnicos, como “disociación”.
En medio de la pandemia de coronavirus, las personas están respondiendo de muchas formas. Algunas personas viven como si la amenaza realmente no existe y probablemente viven en un estado parcial de disociación, lo que les permite negar la realidad. Otros están experimentando ataques de pánico o están paralizados por el temor abrumador y se están aislando.
Todos estas son señales de trauma. En este caso, el trauma no solo nos afecta a nosotros como individuos, sino a toda la sociedad en una forma de trauma social que se está extendiendo por todo el mundo.
¿Cuál es la solución saludable que nos permitirá sanarnos y estar conectados con la integridad de nuestro cuerpo y responder en formas socialmente apropiadas de solidaridad entre nosotros? Para llegar a la solución, es importante entender que lo que a menudo alimenta la energía traumática dentro de nosotros, más allá del evento real, es nuestro pensamiento.
Estos días, las noticias y la redes sociales están inundadas con imágenes y conversaciones acerca de la amenaza del coronavirus. Cada vez que escuchamos una historia o vemos imágenes en la pantalla de la televisión una y otra vez, día tras día, de personas que murieron por el virus, estamos alimentando el miedo que nos lleva rápidamente a un estado abrumador. Todos nuestros pensamientos se centran en la amenaza de este virus y se acentúan por la información que recibimos, sin mencionar el hecho de que gran parte de la información no está basada en hechos científicos.
El padre Dennis Moorman da una homilía en la misa de la fiesta de San José, patrón de la parroquia en Perus, en São Paulo, Brasil, donde sirve. (Nile Sprague/Brasil)
Entonces, lo primero que podemos hacer para superar este trauma es tomar una decisión consciente de limitar el tiempo que pasamos absorbiendo información que activa el miedo dentro de nosotros. Podemos tomar decisiones informadas sobre dónde obtenemos nuestra información, y con suerte eso sería de una fuente confiable.
Además, podemos pasar una cantidad significativa de tiempo haciendo cosas que disfrutamos, tales como: participar en danza, arte, música, juegos y pasatiempos. Fortalecer nuestras conexiones espirituales a través de dedicar tiempo a la oración creativa y expresiva que también puede ser una forma importante de nutrir nuestra fe y esperanza en medio de la crisis. Nutrir estos recursos servirá para contrarrestar las cosas negativas que ocupan nuestra mente y nos agobian.
Antes de la cuarentena y el trauma de COVID-19, el padre Dennis Moorman distribuyó la Sagrada Comunión en Misa en la Iglesia de San José en Perus, en São Paulo, Brasil. (Nile Sprague/Brasil)
En segundo lugar, tenemos que romper el patrón de pensar en el tema traumático todo el tiempo. Podemos hacer esto dirigiendo conscientemente nuestra conciencia a lo que está pasando en el resto de nuestro cuerpo. Cuando prestamos atención a nuestras sensaciones corporales físicas, nuestra conciencia se aleja de nuestros pensamientos y se enfoca en la realidad concreta de lo que está sucediendo en el momento presente. La mente puede hacernos creer muchas cosas que no son ciertas, pero el cuerpo no miente.
Cuando prestamos atención a nuestro cuerpo físico, le damos el poder de hacer lo que está diseñado a hacer: llevarnos a un estado de regulación o equilibrio. Por ejemplo, cuando estamos atrapados en una experiencia de miedo y empezamos a entrar en pánico, simplemente podemos notar cómo esto se siente físicamente en nuestro cuerpo. Podemos notar que nuestra frecuencia respiratoria y cardíaca se aceleran o nuestras piernas comienzan a temblar. En vez de intentar resistir estas sensaciones, simplemente podemos notarlas y permitir que nos hablen.
Cuando prestamos atención a lo que realmente está pasando físicamente en nuestro cuerpo, el equilibrio finalmente se restablecerá.
Durante los días de cuarentena, el padre Moorman ayuda a las personas en todo el mundo a sobrellevar el trauma de COVID-19 prácticamente desde su hogar en São Paulo, Brasil. (Cortesía de Dennis Moorman, M.M./Brasil)
El problema es que, a menudo, en vez de prestar atención a nuestro cuerpo, entramos inmediatamente en nuestra cabeza y comenzamos a pensar: “Oh, ¿qué está pasando? ¿Qué pasa si esto sucede? o ¿Qué pasa si eso sucede? Estos pensamientos son los que realmente alimentan el miedo interno y aumentan el pánico. El secreto para la curación radica en salir de nuestra mente y volver a conectarnos con lo que está sucediendo en el cuerpo.
Cuando nos reconectamos con nuestro cuerpo, las cosas eventualmente se calmarán interiormente y podremos pensar con más claridad. La práctica de escuchar a nuestro cuerpo toma en serio nuestra creencia en la Encarnación de que la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.
Una tercera cosa importante que podemos hacer es mantener las conexiones sociales. Actualmente, se nos pide practicar el “distanciamiento social” para prevenir la propagación del virus. Sin embargo, algunas personas interpretan esto como “aislamiento social”, lo que significa que pierden contacto con otras personas. Los seres humanos somos “animales sociales” y nos necesitamos unos a otros para sentirnos apoyados y dar apoyo. Cuando nos conectamos con otro ser humano, especialmente a través de interacciones cara a cara, ya sea en persona o simplemente a través de medios virtuales a través de una computadora o un teléfono celular, esto permite que nuestro cuerpo se calme en un proceso conocido como co-regulación. En términos cristianos, hablamos de esto cuando encontramos el rostro de Cristo en el otro.
En resumen lo que podemos hacer para evitar caer en el “pánico” de la pandemia y mantenernos espiritualmente y emocionalmente completos:
- Tomar una decisión consciente e informada para limitar la información que recibimos y dedicar una cantidad significativa de tiempo para hacer las cosas que disfrutamos, incluyendo pasar tiempo en oración.
- Llevar nuestra conciencia a las sensaciones físicas de nuestro cuerpo y bríndeles el espacio y el tiempo que necesitan para devolver el cuerpo a su estado natural de equilibrio.
- Establecer conexiones sociales con personas en quienes confiamos a través de redes sociales y plataformas que nos permiten establecer contacto cara a cara.