Iniciativa de la Iglesia en Sudán del Sur envía equipo a aldeas remotas para promover armonía entre grupos étnicos
Toda la aldea esperaba que Romano Longole iniciara su presentación. Un hermoso cielo azul se cernía en lo alto. Los hombres, mujeres y jóvenes toposa estaban sentados en el área central. Sus chozas de palos y barro con tejados con picos de hierba los rodeaban. Vacas, cabras, gallinas y perros vagaban aquí y allá, pero todos estaban atentos cuando Longole comenzó a hablarles en parábolas.
El trabajo de Longole es mediar y motivar a los toposa y otros grupos étnicos que viven en la región Kuron al sureste de Sudán del Sur a trabajar por la paz y la unidad. No es una tarea fácil en un área que salió de años de guerras en el país, solo para ser acosada por rivalidades y hostilidades étnicas.
El taller de hoy es parte del ministerio de Longole en la Aldea de la Paz de la Santa Trinidad-Kuron. Más conocida como Aldea de la Paz Kuron, esta iniciativa en una parte remota de Ecuatoria Oriental es un proyecto del obispo católico emérito Paride Taban de la Diócesis de Torit. Desde hace 20 años, el obispo Taban ha trabajado para construir lo que él describe como “una comunidad donde personas de diferentes etnias y orígenes religiosos pueden vivir lado a lado con confianza, armonía y compañerismo”.
Longole está bien capacitado para este ministerio. Nacido en Uganda, pero criado y educado en Kenya, es miembro del grupo étnico karamojong y habla el idioma karamojong, que también es el idioma de los toposa de Sudán del Sur. Habla inglés y swahili y comprende varios otros idiomas.
Longole ha estado trabajando con la Iglesia Católica en temas de paz y justicia durante décadas. A menudo usa la imagen de los ojos para representar a hombres y mujeres cuando habla de cuestiones de igualdad de género.
Hoy les dice a los aldeanos que escuchan: “No se puede ver bien con un solo ojo. Se necesitan dos ojos para una visión clara. Así que envíen a sus niñas a la escuela”.
Los hombres toposa se resisten a esta idea y prefieren tener a las mujeres en casa. Sin embargo, gracias a esfuerzos como el de Longole, las actitudes están cambiando lentamente. Cada vez son más las niñas que piden escolarización y más padres los que les permiten estudiar.
Las responsabilidades de Longole a menudo lo llevan a aldeas remotas como esta. Él y su equipo, dos jóvenes toposa llamados Elías y Pedro, van a donde está la gente. Están en constante movimiento y, por supuesto, en estos entornos, las cosas pueden cambiar rápidamente. El equipo puede pasar una o dos noches en cualquier comunidad tratando de resolver problemas.
El problema principal que el equipo intenta abordar es la violencia derivada del robo de ganado. Este es un problema profundamente arraigado y no se puede cambiar de la noche a la mañana. El ganado se considera lo más importante en varias de las culturas de Sudán del Sur. A menudo, los ancianos se acercan al equipo de paz en busca de ayuda para mediar entre grupos en conflicto.
Los temas de discusión que facilitan Longole y su equipo abarcan de todo.
Además de los desacuerdos entre los clanes y la desigualdad de género, Longole aborda fácilmente cuestiones como el alcoholismo, los robos y muchos otros problemas sociales. Él hace lo que debería estar haciendo el gobierno, pero los funcionarios del gobierno están ausentes aquí.
Longole está entusiasmado con su trabajo. En poco tiempo, se ha ganado el respeto y la admiración de los jefes y la gente local a través de su manera de ser humilde y sin pretensiones. Siendo un karamojong, con el que están relacionados los toposa, él es consciente de los problemas dominantes que enfrentan los toposa y cómo abordarlos para cambiar actitudes y comportamientos. Él conoce y es conocido por muchos en esta área. Además de su carácter gentil y tranquilo, Longole tiene un ingenio rápido y una visión perspicaz de las personas con las que trabaja. Como Jesús, silencia a sus críticos con fe y sentido común. Insiste en que estos hombres y mujeres toposa dediquen sus vidas a vivir como cristianos y no a buscar venganza por errores anteriores.
Me siento honrado y bendecido de trabajar con Longole en la Aldea de la Paz en Kuron. Hablamos de muchas cosas y he aprendido mucho de él. Doy gracias a Dios por su presencia aquí. Mis bendiciones y oraciones están con pacificadores que continúan mediando en diferencias contenciosas y aparentemente irremediables en el mundo. Que Dios los favorezca con fuerza y coraje y con colaboradores como Romano Longole.
Imagen destacada: Romano Longole (polo naranja) enfrente de los líderes tribales en la región de Kuron, listo para ayudarlos a trabajar por la paz. (Gabe Hurrish/Sudán del Sur)