El Padre Lance Nadeau, un misionero que pasó la mayor parte de su vida sacerdotal en Kenya, es llamado a dirigir la Sociedad Maryknoll.
“Ayúdame”. Esa sencilla y esperanzadora súplica a un Dios amoroso es una de las oraciones favoritas del Padre Maryknoll Lance P. Nadeau.
Él dice mucho esa oración desde que fue llamado recientemente a servir como superior general de los Padres y Hermanos Maryknoll. Ora para que el recién elegido Consejo General de Maryknoll, que se instaló durante una misa el domingo, continúe dirigiendo a la Sociedad para llevar a cabo la misión de Dios en todo el mundo.
Junto con el padre Nadeau, el nuevo Consejo General está formado por los Padres James M. Lynch, Timothy O. Kilkelly y Lam M. Hua. (Haga clic en sus nombres para leer sus biografías).
“Realmente la misión es fidelidad a Dios, que busca salvarnos. Y con salvar, quiero decir, hacernos como Jesús ”, dice el padre Nadeau.
El modesto misionero de 74 años dice que se enfocó en trabajar con la gente durante su vida misionera. Éste, dice, es el modo de ser de Maryknoll: oler como las ovejas, como ha dicho el Papa Francisco.
El Padre Maryknoll Lance Nadeau, de 74 años, fue elegido para servir como el nuevo Superior General de la Sociedad. Ordenado en 1990, el misionero ha pasado la mayor parte de su ministerio sacerdotal en Kenia. (Diane Mastrogiulio/Estados Unidos)
Quienes conocen al padre Nadeau dicen que su estilo pragmático y compasivo, tanto como su experiencia misionera en África, le permitirán liderar la Sociedad Maryknoll para discernir, identificar, adaptarse y responder a los marginados.
“El padre Lance sabe cómo responder a las necesidades de las personas. Y lo hace con todo su corazón”, dice John Siyumbu, un seminarista Maryknoll de Kenya. “Creo que estamos en un momento en el que necesitamos más ministerios de la iglesia que sanen las heridas a través de la presencia de Dios. Con el padre Lance a cargo, los Padres y Hermanos Maryknoll pueden vivir este tipo de misión”.
Al discernir las prioridades y la dirección de la Sociedad Maryknoll en el verano de 2021, los delegados del XIV Capítulo General se centraron en las necesidades de las personas en los 22 países donde sirve la sociedad misionera. El propósito del capítulo es establecer metas futuras y seleccionar nuevos líderes cada seis años.
Una de las principales preocupaciones fue el cuidado de la creación y cómo el cambio climático afecta los apostolados de los misioneros Maryknoll y las personas a las que ministran. “Las palabras de los documentos del capítulo son ‘Escuchar el clamor de la tierra y escuchar el clamor de los pobres’, porque el calentamiento global y la difícil situación de los pobres están interconectados”, dice el padre Nadeau.
El capítulo también reafirmó la práctica de aceptar candidatos de todo el mundo provenientes de iglesias locales en las que sirven los misioneros Maryknoll. La Sociedad Maryknoll se fundó para capacitar a hombres de los Estados Unidos como sacerdotes y hermanos para las misiones en el extranjero, explica.
Aunque se habían aceptado miembros de otros países, la mayoría de los misioneros eran estadounidenses. Los dos últimos capítulos abogaron por la aceptación de solicitudes de ciudadanos no estadounidenses que tienen una fuerte conexión a largo plazo con los misioneros Maryknoll en lugares como Hong Kong, Tanzania y Kenya.
“Ese es un cambio enorme para nuestra Sociedad, para nuestra auto comprensión y para nuestra comprensión de la Iglesia”, dice el padre Nadeau. “Veíamos la misión como el trabajo de especialistas que iban del Norte al Sur necesitado”. Ahora, agrega, “la misión es de todas partes a todas partes”, haciéndo eco de una frase que los Maryknoll repiten con frecuencia.
Otra directiva del capítulo fue promover una cultura de misión en los Estados Unidos. Esto se centra en que las personas comprendan sus propósito de vida y “de Dios como un Dios que está involucrado en el mundo, un Dios que hace una opción preferencial por los pobres”, dice el padre Nadeau.
“Si crees que el mundo debería ser diferente, si crees que el mundo debería ser más humano, entonces creo que estás interesado en la misión”, dice el misionero de Filadelfia.
El propio interés del padre Nadeau en la misión se despertó cuando estaba en sexto grado y escuchó hablar del Padre Maryknoll Joseph Sweeney, quien trabajó con pacientes con la enfermedad de Hansen en China y Corea. Dice que dejó ese interés de lado por más de 20 años. Se graduó de la Universidad de Fairfield, pasó cuatro años trabajando como médico en la Marina de los Estados Unidos y realizó estudios religiosos de posgrado en la Universidad de Temple. Incluso estudió con el renombrado teólogo Edward Schillebeeckx con una beca Fulbright.
La vida de Nadeau cambió cuando se enteró de los asesinatos de las Hermanas Maryknoll Maura Clarke e Ita Ford, la Hermana Ursulina Dorothy Kazel y la laica Jean Donovan, quienes fueron martirizadas por soldados salvadoreños el 2 de diciembre de 1980.
“Removió todos mis recuerdos de Maryknoll. … Esas mujeres intentaron hacer algo para cambiar este mundo terrible en el que estamos”, recuerda. “Y me encontré diciendo: ‘¿Qué voy a hacer con mi vida?'”
En 1983, Nadeau, que entonces tenía 36 años, ingresó a la Sociedad Maryknoll. Hizo su capacitación en el extranjero en Tanzania y Egipto. Después de su ordenación en junio de 1990, el padre Nadeau fue asignado a la unidad del Medio Oriente y también trabajó brevemente en Bangladesh.
Su tiempo en el Medio Oriente le dio un sentido de la complejidad del diálogo interreligioso y cómo las identidades religiosas forman a las personas. “Estás tratando con una persona que tiene una historia, es parte de una sociedad, y esas cosas (historia, cultura, sociedad) afectan las relaciones”, dice.
En un momento en el que la religión puede ser explotada para todo tipo de odio y violencia, él cree que estar abierto a otras luces de Cristo presentes en la experiencia religiosa de los demás puede construir la reconciliación entre las personas.
En 1996, el padre Nadeau estudió misionología, especializándose en inculturación, en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Después de solicitar una asignación a la región de África en 1999, trabajó en Kenya, atendiendo a personas que viven con el VIH a través del Programa de Socorro para el SIDA del Decanato Oriental que inició el Padre Maryknoll Edward Phillips.
En 2001, se convirtió en párroco del Centro de Capellanía Católica Cristo el Maestro en la Universidad de Kenyatta, la cual llegó a tener 80.000 estudiantes en múltiples campus universitarios en Kenya. Los domingos, miles de estudiantes llenaban la iglesia, recuerda. Cientos de personas realizaron misiones de alcance en áreas marginadas y nómadas del norte de Kenya.
Durante sus 18 años en la universidad, dice, unos 85 jóvenes ingresaron al seminario. Entre ellos se encontraron 20 hombres que se unieron a los jesuitas y varios hombres que postularon a Maryknoll después de que la Sociedad abrió la puerta a las vocaciones internacionales.
El seminarista Maryknoll Victor Mutobera es uno de ellos. Describiendo al padre Nadeau como “una persona con los pies en la tierra, un hombre íntegro con un profundo respeto por los demás”, Mutobera dice que el misionero tuvo un tremendo impacto en su vida.
“Me conmovió el espíritu de la misión por lo que vi y experimenté que el padre Lance hacía por mi gente”, dice Mutobera. “Me di cuenta de que la misión es compartir la alegría del Evangelio con los demás. Es estar presente en las situaciones de la gente, convivir con la gente, compartir sus dolores y alegrías”.
El padre Nadeau también se desempeñó como superior regional de la región de África durante seis años, fue mentor de seminaristas en la Casa de Formación Maryknoll en Nairobi y supervisó múltiples proyectos, incluyendo la perforación de pozos en tierras de la iglesia y de ayuda para agricultores en las partes de Kenya afectadas por la sequía. Más recientemente, facilitó ayuda financiera a familias en Kenya afectadas por el colapso de la economía informal debido a la pandemia de COVID-19.
Ahora, el padre Nadeau está listo para aplicar lo que ha aprendido de las personas a las que acompañó en África. “África me enseñó muchas cosas. Una de las más importantes es cómo tener relaciones humanas. Ese es el gran valor africano: humanidad, ubuntu, ser una persona”, dice.
Él espera que este enfoque en las relaciones con los demás sea fundamental para Maryknoll en los próximos años.
Imagen destacada: Los miembros del nuevo Consejo General de la Sociedad Maryknoll, de izquierda a derecha: el Padre James M. Lynch, vicario general; el Padre Lam M. Hua, secretario general; el Padre Lance P. Nadeau, superior general; y el Padre Timothy O. Kilkelly, asistente general.