Reflexión Maryknoll: Responder al pedido de Dios

Tiempo de lectura: 3 minutos
Por: La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll
Fecha de Publicación: Jun 2, 2023
Por Anna Johnson, MKLM

Domingo, 4 de junio, 2023
Ex 34:4b-6, 8-9 | 2 Cor 13:11-13 | Jn 3:16-18

Ahora que nuestro tiempo como misioneros en Tanzania se extiende al quinto mes, hay muchos días que miro alrededor de África del Este y me pregunto en voz alta: “¿Qué se supone que debo estar haciendo aquí?” A medida que mi esposo y yo exploramos opciones de ministerio, nos preguntamos: “¿Es este un buen ministerio? ¿Estamos satisfaciendo una necesidad real?” Durante el día se acercan a nosotros niños, mujeres y hombres pidiendo trabajo, dinero y comida. Esto pasa mientras conducimos, en el supermercado y a veces en nuestra propia casa. Muchas de mis caminatas matutinas van acompañadas de una oración: “Dios, ¿qué es lo correcto que debo hacer?”

Después de 150 días de hacerle la misma pregunta a Dios, me contestó. La respuesta (como suele suceder cuando viene de Dios) fue inesperada: no te estoy pidiendo que hagas; te estoy pidiendo que seas.

En la primera lectura de Éxodo este domingo, vemos a Moisés disculpándose una vez más por su pueblo de “cabeza dura”. Una y otra vez, los israelitas le dan la espalda a Dios y confían en sus conocimientos mundanos y su fuerza (su propio “esfuerzo”) para abrirse camino en el mundo. Una y otra vez Dios nos muestra su verdadera naturaleza de ser “un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse y pródigo en amor y fidelidad”. Una y otra vez, Dios es el ejemplo de cómo presentarnos, de cómo ser.

En la segunda lectura, Pablo da ánimos al pueblo de Corintios, explicándole como ser los unos con los otros. Los une para que “estén alegres, trabajen por su perfección, anímense mutuamente, vivan en paz y armonía”. Esta vez, en vez de explicar la naturaleza de Dios, Pablo nos pide que demostremos la naturaleza de Dios en la nuestra, pidiéndoles a los antiguos seguidores cristianos que seamos como Jesucristo en nuestros tratos con los que nos rodean. Presentarnos como alguien que da aliento a los demás, alguien que enmienda en vez de romper, alguien amable en situaciones y que busca la paz donde sea posible.

Finalmente, en el evangelio de este domingo, Juan nos da uno de los versos más conocidos y citados de la Biblia: “Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna […] para que el mundo se salvara por él”. Creo que si renunciamos a ser de “cabeza dura” y a nuestro egoísmo, si dejamos de querer hacer las cosas a nuestra manera y nos volvemos hacia Cristo e imitamos su manera de ser (compasivos, bondadosos, lentos para enojarnos, pródigos en amor y fidelidad, alentadores, amables y pacíficos), nos encontraremos no solo realzados en nuestra vida, sino que tendremos la fuerza para extender nuestra mano y así realzar a otros también.

De lo que me doy cuenta aquí en Tanzania (sí, Dios tuvo que arrastrarme hasta el otro lado del planeta para enseñarle a su misionera cabeza dura), es que poco tiene que ver lo que yo haga. Todo tiene que ver con quién yo sea. Mi trabajo aquí en Tanzania es despertarme cada mañana con el compromiso de ser gentil, misericordiosa, amable, alentadora y fiel. Ese es el llamado de las lecturas de este domingo; ya sea prestando servicio en misión, trabajando en Estados Unidos, jubilada o en la escuela. Tenemos el llamado de ser; el hacer vendrá después.

La Misionera Laica Maryknoll Anna Johnson, una enfermera registrada, sirve en Tanzania con su esposo, el Misionero Laico Maryknoll Kyle Johnson, y sus tres hijos. La familia ofreció servicio voluntario en un orfanato en México antes de mudarse a África del Este.

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Foto destacada: Anna y sus hijos descansan bajo la sombra en un día caluroso en Tanzania. (Anna Johnson/Tanzania)

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