Reflexión Maryknoll: Reparar la brecha

Tiempo de lectura: 4 minutos
Por: La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll
Fecha de Publicación: Oct 6, 2023

Por Kathy Morefield, Afiliada Maryknoll

Vigésimo séptimo domingo ordinario
Domingo, 8 de octubre, 2023
Is 5, 1-7 | Fil 4, 6-9| Mt 21, 33-43

¿A quién pertenece esta tierra? En esta era de globalización y migración, ¿a quién pertenece la viña? En la primera lectura de Isaías, vemos que “la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación preferida. El Señor esperaba de ellos que obraran rectamente y ellos, en cambio, cometieron iniquidades; él esperaba justicia y sólo se oyen reclamaciones”.

Un amigo judío me contó una vez que los judíos creen que el propósito de sus vidas es ayudar a Dios a reparar el mundo. De hecho, el profeta Isaías le proclamó a la gente de Israel: “Reconstruirás las ruinas antiguas, restaurarás los cimientos seculares, y te llamarán ‘Reparador de brechas’, ‘Restaurador de moradas en ruinas’”. (Isaías 58, 12)

Son palabras conocidas para los israelitas, sin embargo, la audiencia de esta historia del Evangelio – conformada por fariseos, ancianos y sumos sacerdotes – no obedeció a su mensaje. En vez de reparar brechas, pusieron cargas pesadas sobre la gente e hicieron sus vidas aún más miserables.

¿Qué dice la parábola acerca de los líderes de naciones y de las instituciones del día de hoy? ¿Cómo cuidan y restauran la creación de Dios en el siglo 21? En la viña de Camboya, la brecha entre ricos y pobres se expande más y más cada año.

Gente pobre y desesperada es forzada a salir de sus míseros hogares, cuyos terrenos luego se venden a compañías inmobiliarias por grandes sumas de dinero. Arrasan los tugurios y les prenden fuego mientras la gente huye por sus vidas. A los desalojados, muchos de los cuales eran propietarios de sus pequeñas casas, usualmente se les reubica en la periferia de las ciudades en campamentos sin agua potable, acueductos, escuelas o transporte, y donde no tienen acceso a sus fuentes de trabajo en la ciudad. La misma gente en quien confiaban para construir y reparar su bienestar ha traicionado su confianza.

¿Dónde está la esperanza? Mi esposo encontró un nuevo restaurante jemer (camboyano) en Phnom Penh. La comida tradicional es rica y saludable y las condiciones de trabajo allí lo emocionaron. Una pareja de esposos abrió el restaurante con la misión de emplear a mujeres pobres del campo y “reparar la brecha”. En Camboya, como en la mayoría de lugares del mundo, hay poco interés por los pobres y desventurados, especialmente cuando son mujeres. En la mayoría de restaurantes jemeres, los cocineros y meseros reciben un salario muy bajo, trabajan muchas horas siete días a la semana y a menudo son explotados.

En el nuevo restaurante, sin embargo, a las trabajadoras se les paga un sueldo justo y al final de mes las ganancias se dividen equitativamente entre todo el personal, incluidos los dueños. Las dos cocineras son mujeres, lo cual es raro en la mayoría de los restaurantes jemeres. Para prevenir la corrupción, el restaurante no contrata a parientes de los dueños o de los empleados. Cuando se enferman, se les otorgan cuidados a los empleados y no pierden ganancias por días de enfermedad. El personal se reúne semanalmente para encontrar maneras resolver los problemas que vayan apareciendo. Tienen una caja para donaciones y deciden como grupo cómo van a repartir los ingresos entre los más necesitados.

Somnang, el propietario, se describe a sí mismo como un pacifista y nos dijo que su inspiración era la vida de Mahatma Gandhi y su trabajo por la justicia y la igualdad. No hay brecha salarial entre Somnang, su esposa Bopha y el resto del personal. Todos trabajan duro para que el restaurante salga adelante. A todos les concierne.

El restaurante se volvió muy popular con oficiales de gobierno y trabajadores del aledaño Ministerio de Educación por su comida exquisita, excelente servicio y ambiente amigable. Quizás la visión de Somnang y Bopha los siga inspirando y llegue a inspirar a otros a compartir el botín de la creación de Dios.

“‘La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable’. Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos”.

La Afiliada Maryknoll Kathy Morefield y su esposo John Morefield contribuyen a la misión de Maryknoll en Camboya desde el 2001. Han trabajado en varios proyectos con huérfanos, víctimas de minas antipersonales y polio, y con niños seropositivos o cuyos padres han muerto por el SIDA.

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Imagen destacada: Una mujer prepara comida para la venta en las calles de Camboya.  (Oliver Spalt, Wikimedia Commons)

Sobre la autora/or

La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll

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