Reflexión Maryknoll: Sanar a los quebrantados

Tiempo de lectura: 4 minutos
Por: La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll
Fecha de Publicación: Feb 2, 2024

Por Lelia Mattingly, M.M.

Quinto domingo ordinario
Domingo, 4 de febrero del 2024
Jb 7, 1-4. 6-7 | 1 Cor 9, 16-19. 22-23 | Mc 1, 29-39

Cuando leí la primera línea de las lecturas de esta semana que dice: “Job tomó la palabra y dijo:
‘La vida del hombre en la tierra es visa de soldado’”, sentí un peso en mi corazón, porque mis pensamientos y oraciones estos días se han centrado en los horribles eventos en Tierra Santa, con Israel constantemente bombardeando Gaza, donde 25.000 personas han muerto hasta la fecha. Sin contar los asesinatos de palestinos en Cisjordania por colonos, bajo el motivo de venganza por los asesinatos de 1.200 israelís por Hamás en octubre del 2023.

Pienso en lo dura que la vida de los palestinos ha sido durante los 75 años de ocupación israelí, con poca esperanza en el porvenir ahora que hay tanta muerte y destrucción. Hay tantos lugares en nuestro turbulento mundo donde la gente piensa igual que Job: “La noche se alarga y me canso de dar vueltas hasta que amanece. Mis días corren más aprisa que una lanzadera y se consumen sin esperanza. Recuerda, Señor, que mi vida es un soplo. Mis ojos no volverán a ver la dicha”.

Pero justo entonces, la esperanza viene en forma de fe en Salmo 147: “Alabemos al Señor, nuestro Dios.
El Señor sana los corazones quebrantados…” ¿Cómo recibimos esa sanación? Según el salmo Dios es bueno, hermoso, reconstruye, sana a los quebrantados, venda sus heridas, “tiende su mano a los humildes y humilla hasta el polvo a los malvados”. ¿Acaso no deseamos que Dios intervenga y detenga la violencia?

Aun así, recibo esperanza al saber cómo Jesús obra a través de otros como tú y yo.

En el Evangelio de San Marcos, Jesús visita a la suegra de Simón. Los apóstoles Simón, Andrés, Santiago y Juan nos dicen que ella está enferma y tiene fiebre. En aquellos días una fiebre podía ser mortal. Eran los apóstoles quienes solían facilitar la sanación. Está escrito que los apóstoles traían enfermos con varias enfermedades y que Jesús expulsaba demonios. San Marcos cuenta que los apóstoles le dijeron a Jesús “todos te andan buscando”. Inmediatamente él responde: “Vamos a los pueblos cercanos” y se fue a predicar y a expulsar demonios por toda Galilea.

Lo que se relata en las lecturas sucede hoy. Lo veo en mi ministerio en la frontera entre Estados Unidos y México. En otras reflexiones anteriores otros han descrito las adversidades que pasan los inmigrantes y refugiados en busca de seguridad y albergue. Incluso el nacimiento de Jesús, que celebramos recientemente, nos recuerda cómo María y José se convirtieron en refugiados al escapar la ley de Herodes de matar bebés inocentes.

La conexión para mí entre las lecturas y la labor de la misión es que he visto a tantos voluntarios generosos que trabajan de muchas maneras cerca de la frontera entre Estados Unidos y México. Ellos hacen todo lo que pueden para “sanar a los quebrantados y vendar sus heridas”. Ese es el camino de los apóstoles que utilizan el poder del amor de Jesús con misericordia para hacer justicia y convertirse en una “comunidad amada”, para nosotros como cristianos, una comunidad que se parece a Cristo.

Muchos de nosotros vemos a El Paso como una “comunidad amada” no solo por la bienvenida que nos dieron a nosotros los voluntarios, sino también por recibir a los inmigrantes y solicitantes de asilo, muchos de los cuales están escapando de la violencia de las pandillas, pobreza, del despojo de tierras o el cambio climático.

En el albergue en el que trabajo, he conocido inmigrantes que han sufrido mucho en sus viajes. Una es una mujer hermosa de Guatemala, víctima de un incendio en un centro de detención en México donde murieron 40 migrantes. Su pierna sufrió quemaduras tan severas que tuvieron que amputársela.

Hay muchos ejemplos de lugareños y grupos que preparan comidas, donan suministros básicos como jabón, ropa, pañales, etc., o transportan gente al aeropuerto para que se encuentren con sus patrocinadores o parientes que les han comprado un boleto de viaje. Tanto los lugareños como los voluntarios que vienen a la frontera de todas partes de Estados Unidos son bendecidos y enriquecidos. Tienen la oportunidad de conocer a los migrantes en su humildad y gratitud por la bienvenida y los servicios recibidos.

Aquí en El Paso, por donde muchos migrantes y refugiados pasan, los refugios dependen en voluntarios. Estamos agradecidos de recibir el apoyo de personas que son llamadas a ser discípulos y a ser las “manos, pies, corazón y mente de Jesús”. El Espíritu Santo vive y llama a todos aquellos que sienten que “la vida del hombre en la tierra es visa de soldado”. Gracias a Dios por el ejemplo de Jesús del llamado a “sanar a los quebrantados y vendar sus heridas”. Gracias a Dios por los que nos apoyan. Hacemos lo que podemos con el poder que Jesús nos da.

La Hermana Maryknoll Lelia “Lil” Mattingly se unió a las Hermanas Maryknoll en 1960 y ha servido en Bolivia, Nicaragua y en la frontera entre Estados Unidos y México. Actualmente, sirve a migrantes y refugiados en El Paso, Texas.

Imagen destacada: Los soldados del Departamento de Seguridad Pública de Texas ajustan el alambre de púas después de que los migrantes cruzaron el Río Grande desde México a Eagle Pass, Texas, el 27 de julio del 2023. (OSV News/Adrees Latif, Reuters)

Sobre la autora/or

La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll

La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll (MOGC por sus siglas en inglés) expresa la posición de Maryknoll en debates sobre políticas públicas, con el propósito de ofrecer educación en temas de paz y justicia social, defender la integridad de la creación y abogar por la justicia social, económica y del medio ambiente. Visita maryknollogc.org

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