Corazones Fervientes

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Por: Andrea Moreno-Diaz
Fecha de Publicación: Mar 4, 2024

La comunidad Maryknoll acoge a tres nuevos diáconos que se preparan para el sacerdocio

En su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones del año pasado, el Papa Francisco habló de “corazones fervientes, pies en camino”. Para tres seminaristas Maryknoll ordenados al diaconado transicional en 2023, el camino hacia la ordenación como sacerdotes misioneros de Maryknoll es, literalmente, un viaje.

Joshua Maondo y Charles Ogony, de Kenia, y Matthew Sim, de Singapur, están finalizando los preparativos para recibir el sacramento del Orden Sagrado el 8 de junio. Con corazones fervientes y maletas empacadas, los tres jóvenes continuarán  la misión de Maryknoll de llevar ayuda y esperanza a los más desfavorecidos del mundo.

Siguiendo pasos misioneros

Joshua Maondo, de 29 años, visualizó el camino hacia el sacerdocio desde muy joven. Nacido en Kakamega, en el oeste de Kenia, Maondo dice que su fe se nutrió en casa. “La fe católica llegó a través de mi abuela”, dice. “Cuando se casó con mi abuelo, ella convirtió a toda la familia”.

Su abuela no hubiera podido estar más orgullosa cuando Maondo se convirtió en monaguillo después de su primera Comunión, dice. Animaba a sus nietos a ir a clases de catecismo y repasaba con ellos lo que aprendían. Maondo a menudo conversaba con ella las formas en que las enseñanzas de la Iglesia podrían practicarse dentro de la cultura africana.

Cuando era estudiante de Lingüística y Literatura en la Universidad Kenyatta en 2012, Maondo supo de las misiones Maryknoll por parte del Padre Lance Nadeau, en aquel entonces capellán de la universidad.

Aunque había soñado con ser sacerdote desde niño, Maondo sintió que la experiencia Maryknoll era única: “Se distingue fácilmente [a los misioneros Maryknoll] del resto de los misioneros. La forma en que tratan a la gente, con mucho cuidado, mucha compasión, la forma en que caminan con la gente”.

Comenzó con el programa de entrenamiento en el extranjero (una experiencia de dos años de formación misionera para candidatos a sacerdotes y Hermanos Maryknoll) en Bolivia, al inicio de la pandemia del COVID-19. Dice que, a pesar del riesgo, decidió quedarse al tener presente que estaba siguiendo los mismos pasos de los primeros misioneros Maryknoll.

En Cochabamba, Maondo participó en un ministerio a los presos de El Abra, una prisión de máxima seguridad. También dio clases particulares a niños después de la escuela en el Hogar San Martín-San Vicente, un hogar para niños y jóvenes en riesgo.

“Se puede ver esperanza en ellos”, dice Maondo de los estudiantes. “Miras sus rostros y puedes ver la gratitud: ‘Me alegro de estar aquí… espero un futuro mejor’”.

Joshua Maondo en la parroquia St. Basil en Chicago. (Cortesía de Joshua Maondo/EE.UU.)

Joshua Maondo en la parroquia St. Basil en Chicago. (Cortesía de Joshua Maondo/EE.UU.)

Cuando Maondo regresó a Chicago para continuar sus estudios en la Unión Teológica Católica (CTU), se ofreció como voluntario en el Centro de Alfabetización Aquinas para enseñar inglés a la comunidad inmigrante. Actualmente se desempeña como diácono en la parroquia St. Basil Visitation y también ayuda en la parroquia St. Benedict the African.

Maondo dice que la palabra “comunidad” resume sus pensamientos sobre la misión. “La comunidad te levanta”, dice. “Al final de todo, eres tú al servicio de la comunidad”. Desearía que su abuela, que falleció en 2016, lo hubiera visto convertirse en sacerdote.

Cuando habla de sus propios sueños para el futuro, Maondo dice que quiere ver “un Maryknoll floreciente”.

Un signo de paz

Los primeros pasos de Charles Ogony hacia su vocación comenzaron en la infancia, guiados por su familia y su comunidad en Migori, Kenia. Su abuelo donó un terreno para la construcción de una pequeña capilla y su padre se hizo catequista. Fue entonces cuando, dice Ogony, comenzó a caminar en la fe.

Cuando Ogony tenía sólo 6 años, fue testigo de cómo unos ladrones atacaron violentamente a su padre mientras intentaban robar en su casa. El ataque lo conmocionó, pero en lugar de recurrir al resentimiento, el niño comenzó a considerar qué podía hacer él para fomentar la armonía entre las personas.

“Vi el sacerdocio como un signo de unir a las personas”, dice. “Si Dios me llama, debo responder para poder ser un signo de paz”.

Ogony también supo de Maryknoll en 2012 cuando era estudiante de Educación, Historia y Geografía en la Universidad Kenyatta, donde, dice, las homilías del Padre Nadeau eran excepcionales: “Podía hacer que estudiantes de diferentes iglesias, diferentes religiones vinieran a la Iglesia Católica”.

Con el apoyo del Padre Nadeau, Ogony conoció a otros misioneros Maryknoll. “Vimos el mismo espíritu de acogida, de compasión”, afirma. Ogony recuerda que pensó entonces que Maryknoll era especial.

Ogony comenzó su entrenamiento en el extranjero en Cochabamba, Bolivia en 2019. Cuando el brote de COVID-19 provocó confinamientos causando que muchos voluntarios internacionales huyeran del país, Ogony también se quedó en el país para ofrecer su ayuda en todo lo que pudiera.

Junto con su compañero seminarista Matthew Sim y el Hermano Maryknoll Ryan Thibert, Ogony se ofreció como voluntario en el Hogar San José, un hogar administrado por las Hermanitas de los Ancianos Desamparados para personas mayores en riesgo de quedarse sin hogar. “Cambiarles de ropa, servirles comida, esa era la misión”, recuerda.

Por iniciativa propia, Ogony  inició un ministerio para acompañar a la población sin hogar de la ciudad. Pronto se le conoció como “Hermano Carlos” entre la gente de la calle marginada con la que formó amistad.

De regreso a Chicago en 2021, Ogony continuó sus estudios en CTU mientras servía en el Centro Juvenil Blessed Sacrament, donde daba clases particulares a niños de vecindarios violentos. Actualmente también ayuda en la parroquia St. Benedict the African.

Ogony, de 30 años, está dispuesto a ir a donde sea que la misión lo lleve: “Ser misionero es salir y encontrarse con los marginados… ese es el evangelio que podemos escribir en sus vidas; y ellos también escribirán lo mismo en nuestras vidas”.

Charles Ogony siembra árboles en Bolivia. (Cortesía de Charles Ogony/Bolivia)

Charles Ogony siembra árboles en Bolivia. (Cortesía de Charles Ogony/Bolivia)

Alegría en el sacrificio

Matthew Sim, 43, nació en Singapur, una vibrante ciudad-estado asiática con diversas religiones e idiomas. Criado como budista, se graduó de la Universidad Tecnológica de Nanyang con una especialización en Educación en 2005.

Sim viajó a Hong Kong para enseñar matemáticas y ciencias en la Escuela Internacional de Singapur en 2011. Allí conoció a los Padres Maryknoll Michael Sloboda y John McAuley.

Inspirado por su trabajo y profundizando su fe mientras se preparaba para los sacramentos de la iniciación cristiana, Sim comenzó a considerar el camino hacia el sacerdocio. A veces pensaba: “Tal vez no soy digno”, recuerda, “pero si escuchas con atención, las homilías de los sacerdotes y las personas que te rodean te avisarán, como si fueran los susurros silenciosos de Dios”.

Su discernimiento se fortaleció al servir como acólito y ministro eucarístico en la Iglesia St. Anne en Stanley, Hong Kong.

Aunque normalmente lo apoyaban, sus padres, que son budistas, plantearon objeciones al saber más sobre los votos para el sacerdocio. Sim dice que los Padres Sloboda y McAuley lo tranquilizaron: “Si Dios quiere que seas sacerdote de Maryknoll, así será”.

Matthew Sim junto a feligresas en El Paso, Texas. (Deirdre Cornell/EE.UU.)

Matthew Sim junto a feligresas en El Paso, Texas. (Deirdre Cornell/EE.UU.)

Cuando vino su familia a visitarlo a Hong Kong, Sim se sorprendió gratamente al descubrir que ellos querían entender más. Asistieron a una Misa donde él estaba sirviendo y hablaron con los sacerdotes Maryknoll.

Para Sim, ese encuentro fue una “oportunidad otorgada por Dios” para que su familia entendiera su vocación. “Creo que [mi padre] vio la alegría que tenía al servir en el altar. Le dijo al sacristán: ‘tómanos una foto a mí y a mi hijo’. Y esa fue la primera vez que me reconoció como católico”.

Con la bendición de su familia, Sim comenzó su formación en el extranjero en Cochabamba, Bolivia, en 2019. Con el cierre de las escuelas debido a la pandemia, Sim vio que los niños desfavorecidos sin acceso a una computadora no podían asistir a clases en línea.

Confiando en su experiencia y creatividad como educador, Sim comenzó a trabajar en el Centro Nueva Vera Cruz como tutor, incluso cuando él mismo era un principiante aprendiendo español.

“Es posible que estés entrando en una cultura en la que no puedes hablar tu idioma”, dice. “Es posible que estés funcionando quizás al 50%-60%, pero debes recordar: debes ser el 100% para esas personas”.

Sim terminó su maestría en teología en CTU en Chicago y ahora sirve junto con el Padre Maryknoll Raymond Finch en la parroquia Cristo Rey en El Paso, Texas.

“La cultura contemporánea habla del sacrificio como si fuera algo doloroso”, dice Sim. “Pero si nos remontamos a las Escrituras, cuando Cristo hizo el sacrificio, estuvo lleno del Espíritu Santo… esa es la misma experiencia de ser un misionero”.

Imagen destacada: De izq. a dcha.: Joshua Maondo, Matthew Sim y Charles Ogony poco antes de la ceremonia de votos perpetuos el 3 de junio del 2023. Los seminaristas esperan ser ordenados para el sacerdocio el 8 de junio de este año. (Michael Calvente/EE.UU.)

Sobre la autora/or

Andrea Moreno-Diaz

Nació en Bogotá, Colombia. Tiene un título en Literaturas Hispánicas de City College of New York. Como editora asociada escribe, edita y traduce historias en español e inglés. Vive en Ossining, Nueva York.

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