Por Antoinette Gutzler, M.M.
Domingo, 31 de marzo de 2024
Hch 10: 34a, 37-43 | Col 3:1-4 | Jn 20:1-9
Las palabras del poeta peruano César Vallejo: “Y cuándo nos veremos con los demás, al borde de una mañana eterna, desayunados todos!” nos invitan a las alegrías y desafíos de esta liturgia del Domingo de Pascua para aquellos primeros testigos de la Resurrección de Jesús que fueron llevados al “borde de una mañana eterna”.
La lectura de los Hechos de los Apóstoles cuenta la historia de la vida, muerte y resurrección de Jesús a través del lente de la valentía de Pedro al dar testimonio de la historia de vida de Jesús de Nazaret.
El Evangelio nos ofrece otro lente desde el cual adentrarnos en la historia de la Pascua. En la oscuridad de la primera mañana de Pascua, María Magdalena va al sepulcro y escuchamos su llanto suplicante: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”. Este clamor ha resonado a través de los tiempos; de hecho, ¿dónde está el Señor en tiempos difíciles? ¿Nos hemos quedado huérfanos? ¿Desayunaremos?
Pedro, el discípulo amado y María Magdalena se enfrentan a la realidad de una tumba vacía y sus corazones se quiebran. Es la siguiente conversación de Jesús con María la que nos atrae al drama y la pasión de la proclamación de Pascua y sana nuestros corazones del dolor de la desaparición de Jesús de la tumba. Ahora a Él se le puede encontrar en la comunidad de discípulos, llevando la luz de Pascua a quienes viven en la esperanza de Jesús resucitado y luchan con las tragedias de nuestro mundo.
Una testigo de la esperanza de Pascua de que estamos “al borde de una mañana eterna” es la Hermana Maryknoll Elsie Monge, quien está apasionadamente preocupada de que “todos nosotros habremos desayunado”.
La Hermana Elsie es directora de la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos en Ecuador y, al igual que Pedro, tiene una voz clara a favor de la justicia al ser testigo de la proclamación de Jesús del Reino de Dios para todos aquellos que están marginados e indefensos.
Como María Magdalena, su ministerio tiene como objetivo dar voz a quienes sufren injusticia y preguntan: “¿dónde está el Señor?” Al borde de una mañana eterna, busca con ellos en la oscuridad la luz de la vida de Dios para que puedan forjar sus propios destinos, y el de sus familias y comunidades, para que “todos desayunen”.
En este Domingo de Pascua, cuando la Resurrección de Jesús nos lleva al “borde de una mañana eterna”, nuestro mundo continúa envuelto en la oscuridad de guerras, familias separadas, disturbios de toda clase y desastres de proporciones casi inimaginables creados por la humanidad. Es en este borde de una mañana eterna, en medio de la oscuridad que espera el amanecer, que también nosotros nos preguntamos “¿dónde está el Señor?” y comprometemos nuestra vida al Evangelio para que todos podamos desayunar.
La Hermana Maryknoll Antoinette “Nonie” Gutzler de Brooklyn, Nueva York, ingresó a las Hermanas Maryknoll en 1964. Sirvió en misión en Tanzania, Taiwán, Hong Kong y en Tierra Santa. La misionera fue elegida presidenta de las Hermanas Maryknoll del 2015 hasta 2021.
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Imagen destacada: La Hermana Maryknoll Elsie Monge acompaña y lucha por los derechos humanos de los campesinos que trabajan en las granjas Futukawa Plantations Company en Ecuador. La compañía produce abacá, una fibra resistente que se utiliza para papeles especiales, y se exporta a Japón, Filipinas y otros países. (Cortesía de las Hermanas Maryknoll).
