Líder de la Pastoral Maya en EE.UU. recupera su identidad y empodera a futuras generaciones.
Cuando Juanatano Cano era un niño presenció los asesinatos de mucha gente, inclusive el de su tío que fue masacrado en su pueblo natal Santa Eulalia, Huehuetenango, Guatemala.
La década de 1980 fue el período más oscuro para los pueblos indígenas de Guatemala que sufrieron la peor parte de la guerra civil de 36 años, cuando el ejército arremetió en contra de los más vulnerables. “No podía dormir por el trauma de ver tanta matanza”, recuerda Cano.
En 1982, cuando Cano cumplió 14 años decidió huir a la ciudad de Huehuetenango y se escondió por un tiempo. Luego él pudo continuar con sus estudios, trabajando en el día y estudiando en la noche. Se graduó de secundaria con credenciales para maestro de educación primaria.
Al completar sus estudios, Cano pensó regresar a Santa Eulalia, pero la situación de la guerra continuaba. Intentó sobresalir en la capital, Ciudad de Guatemala, pero descubrió una amarga realidad. “Lo más duro en la capital es ser indígena, ser maya, hablar nuestro idioma Q’anjob’al,” dice Cano.
“Me decían, ‘habla bien’, ‘no seas indio’. Siendo un adolescente, eso lastima, trauma y te marca de por vida”, dice. “Me avergoncé de mi papá y mamá porque usaban sus vestidos mayas”. Él se preguntaba, “¿qué culpa tengo que Dios me haya hecho indio?”
Cano, acompañado de su esposa Ana, sus hijos Leonel y Alan, y su hija Nova, celebra su graduación como Doctor en Educación de Pepperdine University, California, en mayo del 2022. (Cortesía de Juanatano Cano/Guatemala)
Según la socióloga Marta Elena Casaús Arzú, se ha podido identificar una opresión sistematizada en contra de los indígenas que data desde el tiempo de la colonización española y continúa hasta nuestros días. En su libro, Guatemala: Linaje y racismo, ella explica cómo el racismo sigue constituyendo un elemento histórico estructural que genera desigualdad y pobreza.
Estas malas experiencias motivaron a Cano a huir de su país y migrar a Estados Unidos en 1988. Ha sido un largo camino para Cano — y es la historia de muchas personas que siguen buscando su identidad, no sólo en su país sino en los países que los acogen.
Al llegar a California, Cano luchó para conectarse con sus raíces indígenas a través de su cultura Maya. A la vez, lo fortaleció la fe católica que le fue inculcada por los misioneros Maryknoll en su niñez.
“Yo soy católico gracias a Maryknoll”, asienta Cano. De muy pequeño conoció a los Padres Maryknoll Daniel Jensen y William Woods. “Admiro el trabajo de los misioneros estadounidenses que sirvieron en el altiplano de Guatemala”, dice. “Los misioneros trabajaban mano a mano con la gente y aprendieron a hablan el lenguaje Q’anjob’al, e inclusive celebraban la Misa en nuestro idioma”.
Maryknoll inició su servicio misionero en el occidente de Guatemala en 1943 y uno de los lugares de misión fue Santa Eulalia. Varios misioneros acompañaron y defendieron a las comunidades indígenas de la guerra genocida.
El legado de Maryknoll y sus obras misioneras aún son recordadas en su pueblo, dice Cano. Su hermano recibió el nombre de Daniel en memoria del fallecido Padre Jensen, quien sirvió en Guatemala de 1962 a 1982. El misionero pidió como último deseo que sus cenizas fueran llevadas a Santa Eulalia, donde actualmente se encuentran sus restos.
El Padre Woods sirvió en Guatemala desde 1958 hasta el día en que falleció en un sospechoso accidente de avioneta cerca a Quiché, Guatemala, en 1976. El misionero fue enterrado en Huehuetenango.
Cano a temprana edad con sus padres, quienes lo inspiraron a servir. Este principio no sólo lo ha guiado a servir a su comunidad local sino que lo ha guiado a servir a nivel nacional y global. (Cortesía de Juanatano Cano/EE.UU.)
Cano reconoce la importancia de que le inculcaran la fe católica. “El encuentro con Jesús me ha ayudado a recobrar mi dignidad y buscar un propósito en la vida”, dice. “Hay un proceso de sanación a través de aceptarse quien realmente eres y perdonar a las personas que te han herido durante tu vida”.
Refugiándose en su fe, Cano ha pasado de ser una voz silenciosa a ser una voz que resuena fuertemente en sí mismo y en sus hermanos y hermanas mayas. “He ido sanando mis heridas y recuperando mi identidad al contar mi historia”. Su historia se entrelaza entre recuperar los valores de su cultura Maya Q’anjob’al y profesar su fe católica.
Cano continúa su caminar en Estados Unidos motivando a otros inmigrantes y miembros de su comunidad Maya para que encuentren las vías hacia una sanación integral. Él pasó de ser un inmigrante indocumentado a obtener su ciudadanía estadounidense. Al igual que en su país, él trabajaba arduamente durante el día y en la noche estudiaba.
Cano es ahora licenciado en Matemáticas y obtuvo una maestría en Educación Administrativa. Recientemente obtuvo un doctorado en Educación y una especialización en Desarrollo de Liderazgo.
Juanatano Cano, su esposa y otras parejas de la comunidad maya de la Iglesia Santa Cruz en Los Ángeles, California, participan en celebraciones religiosas y ministerios parroquiales. (Elías Simón/EE.UU.)
Jóvenes de la comunidad de Santa Eulalia participan en la reunión anual de la Pastoral Maya que se celebró el pasado julio en la Iglesia Santa Cruz en Los Ángeles, California. (Elías Simón/EE.UU.)
La fe y su cultura le han dado a Cano las herramientas necesarias para su proceso de sanación y superación. En el 2005, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB por sus siglas en inglés) nombró a Cano como asesor, consultor y vocero de las comunidades Indígenas Mayas. La Pastoral Maya es parte del departamento de los Nativos Americanos de la USCCB.
Bajo el liderazgo de Cano, se realiza una conferencia anual de la Pastoral Maya en diferentes estados o ciudades de Estados Unidos. El pasado julio, la conferencia se realizó en la Iglesia Santa Cruz en Los Ángeles, California. Con el lema “Contando nuestras historias y sanando nuestras familias”, muchos participantes se motivaron. “Nuestras historias son sagradas, escuchar es un acto de amor. Esto ha sido un gran valor que nos han dejado nuestros antepasados: la comunicación oral”, dice Cano.
En la conferencia, un gran número de participantes vistieron sus trajes típicos, entonaron cantos en Q’anjob’al, danzaron sus bailes folclóricos, crearon diálogos, escucharon testimonios, degustaron sus comidas típicas y celebraron su fe en la Misa. En la celebración, participaron el Cardenal Álvaro Ramazzini de Huehuetenango, Guatemala, y el Arzobispo José H. Gómez de la Arquidiócesis de Los Ángeles.
“Esta fue una oportunidad para detenerse y reflexionar sobre cómo nos tratamos y nos cuidamos emocional, espiritual y físicamente”, dice Cano de 55 años de edad, quien es casado y tiene dos niños y una niña. Algunas de las preguntas que ayudaron al diálogo comunitario fueron, ¿cuál es nuestra historia?, ¿cuáles son nuestros triunfos y fracasos? Esta reunión fue una motivación para continuar la Pastoral Maya.
“No sabemos cuál será el futuro, nuestro trabajo es sembrar. Contando nuestras historias y escuchando vamos haciendo un camino para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos”, dice Cano, quien es invitado a dar discursos motivacionales y culturales en colegios, universidades y eventos religiosos. “¡Somos mayas y somos católicos!”
“En mi infancia y adolescencia me dijeron muchas veces: ‘tu cultura e idioma no sirven, no te van a llevar a ningún lugar. Para ser exitoso tienes que hablar bien el español’”, dice Cano. “Todo eso me llevó a negar mi propia cultura, pero descubrí mi identidad al encontrarme con el verdadero Jesús que me acepta, me abraza tal y como soy”.
Imagen destacada: El doctor Juanatano Cano fue invitado a hablar sobre su trayectoria educativa y la importancia de honrar la cultura estudiantil en el Distrito Escolar North Mason, en Belfair, Washington. (Cortesía de Juanatano Cano/EE.UU.)