Maryknoll en la ONU: Misión a las Misiones

Tiempo de lectura: 7 minutos
Por: Lynn F. Monahan
Fecha de Publicación: Jun 3, 2024

Los misioneros llevan sus experiencias con y entre los marginados a un foro global

La sede de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York no parece ser un territorio misionero, pero para Maryknoll y los misioneros que sirven allí sí lo es.

Para la Hermana Maryknoll Margaret Lacson, el distintivo edificio de la ONU en el lado este de Manhattan está muy lejos de su Filipinas natal o Japón, donde pasó 30 años en misión. Sin embargo, crecer en un país en desarrollo y luego servir a personas vulnerables le dio el tipo de experiencia que Maryknoll busca llevar a la ONU: Voces desde los márgenes.

Después de tomar sus primeros votos en 1992, la Hermana Lacson cuestionó su asignación a Japón, un país desarrollado.

“Pero, entonces, Dios tiene sus designios”, dice. “Dije: ‘Bueno, este es un país del primer mundo, pero la situación de las mujeres no es la de un país del primer mundo, así que me enfocaré en las mujeres y en los problemas de las mujeres’”.

Trabajó con víctimas de violencia doméstica, al principio sólo con mujeres japonesas, y después con migrantes filipinas. Algunas no solo sufrían de abuso físico, sino también de lo que la Hermana Lacson llama violencia cultural.

“‘Ustedes, las filipinas, no son buenas’”, dice, repitiendo lo que algunos hombres abusivos les decían a sus esposas filipinas. “‘No sabes nada’”. Esos maridos, continúa, les decían a sus esposas que no cocinaran comida filipina y que ni siquiera vieran a sus amigos. “‘Tus amigos no pueden venir aquí a mi casa. Estás en Japón; tienes que hablar japonés’”.

La Hermana Lacson llevó su conocimiento y experiencias a la sesión  68º de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer. Allí asistió a diversos eventos en torno a temas como la igualdad de género y el papel de la mujer en la prevención y resolución de conflictos.

La Hermana Lacson, Lisa Sullivan y la Hermana Maryknoll Susan Nchubiri (de izq. a dcha.), representantes de la Oficina Maryknoll para Asuntos Globales, asisten a una sesión en la ONU. (Lynn F. Monahan/Nueva York)

La Hermana Lacson, Lisa Sullivan y la Hermana Maryknoll Susan Nchubiri (de izq. a dcha.), representantes de la Oficina Maryknoll para Asuntos Globales, asisten a una sesión en la ONU. (Lynn F. Monahan/Nueva York)

Otras áreas de interés de la Hermana Lacson en la ONU son el desarrollo social, el cambio climático y el cuidado de la creación. Ella forma parte del Comité en  Financiación del Desarrollo Sostenible y del subcomité de financiación sobre el clima, que se ocupa del impacto del cambio climático en las comunidades indígenas y en los países más pobres.

Mientras que la Hermana Lacson sirve como representante oficial de las Hermanas Maryknoll ante la ONU, el Padre Maryknoll John Sivalon sirve como el representante de los Padres y Hermanos Maryknoll. Los dos misioneros trabajan a través de la Oficina Maryknoll de Asuntos Globales (MOGC por sus siglas en inglés), que fue establecida en 1997 por los Padres y Hermanos, las Hermanas Maryknoll y los Misioneros Laicos Maryknoll como un ministerio colaborativo para la paz, la justicia social y la integridad de la creación.

“Tenemos una voz en términos de representar a las personas a las que servimos en todo el mundo”, dice el Padre Sivalon.

“Somos una entre un número de organizaciones religiosas, organizaciones basadas en la fe, que están aprobadas como ONG [organización no gubernamental]”. Esto “nos da la capacidad de realizar aportes, especialmente en torno a cuestiones de desarrollo económico y social, y en torno a objetivos de desarrollo sostenible”, dice.

El Padre Sivalon, quien se unió al ministerio de MOGC hace un año, aporta a la ONU su experiencia como misionero que sirvió durante más de 25 años en el este de África, así como un período como superior general de la sociedad de 2002 al 2008. Su enfoque en la ONU está vinculado a temas relacionados con la migración y las industrias extractivas, particularmente la minería.

Los delegados representan a sus países u organizaciones en una sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer realizada en marzo del 2024 en la sede de la ONU. (Lynn F. Monahan/Nueva York)

Los delegados representan a sus países u organizaciones en una sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer realizada en marzo del 2024 en la sede de la ONU. (Lynn F. Monahan/Nueva York)

El trabajo del misionero en temas mineros es profundamente personal.

“Haber crecido en Butte, Montana, fue fundamental para unirme al Grupo de Trabajo de Minería de la ONU”, dice el padre Sivalon. Cuando era niño, explica, su vecindario lindaba con una mina a cielo abierto. “Todos los días nuestra casa era sacudida por las explosiones que se hacían en la mina”, dice.

“Con el tiempo, la expansión llegó a nuestra calle y se tuvo que tomar la decisión de aceptar dinero o una vivienda alternativa para nuestra casa. Mientras se llevaban a cabo esas discusiones, desafortunadamente mi padre tuvo un ataque al corazón y falleció”.

Esa mina, la mina de cobre Berkeley Pit, que fue inaugurada por la Anaconda Copper Mining Company en 1955, ahora está cerrada, pero sigue siendo uno de los sitios más grandes del país declarados como desastre ambiental según la ley Superfund.

“Tres comunidades fueron destruidas y una mina a cielo abierto permanece inactiva, llena de agua tóxica, una enorme cicatriz en la Madre Tierra”, dice el Padre Sivalon. “He sido testigo directo de la destrucción que se produce desde las industrias extractivas no solo en el entorno físico, sino también en el entorno social y cultural de las comunidades”.

La minería y la migración están conectadas, continúa el misionero. El impacto del cambio climático y el avance hacia los combustibles no fósiles están provocando el desplazamiento de personas. Él cita como ejemplo la cuenca del río Congo en África. Allí, el impulso para desarrollar la llamada “energía limpia” está teniendo efectos devastadores debido a la extracción de los minerales preciosos necesarios en estas nuevas tecnologías.

“La cuenca del río en sí abarca seis países de África, y cada uno tiene su propio tipo específico de minerales que se extraen”, dice. “Las toxinas que provienen de cada uno son muy diferentes, así como los efectos que están teniendo en los niños”.

Lisa Sullivan, una exmisionera laica Maryknoll que sirvió en Venezuela, ahora sigue temas de fe, economía y ecología como oficial de programas para MOGC. Ella hace eco de las preocupaciones del Padre Sivalon. “A medida que ocurre la transición hacia la energía limpia, hay un gran impulso por minerales”, dice. “Entonces, como siempre, ¿a quién sacrificamos? A las comunidades indígenas, a las comunidades pobres”.

El Padre Maryknoll John Sivalon, representante de los Padres y Hermanos Maryknoll ante las Naciones Unidas, celebra una Misa para los benefactores en la Capilla de la sede Maryknoll. (Maryknoll Mission Archives/EE.UU.)

El Padre Maryknoll John Sivalon, representante de los Padres y Hermanos Maryknoll ante las Naciones Unidas, celebra una Misa para los benefactores en la Capilla de la sede Maryknoll. (Maryknoll Mission Archives/EE.UU.)

Sullivan, que trabaja en las oficinas de MOGC en Washington, D.C., asiste a las conferencias climáticas de la ONU, incluida la última conferencia COP28 en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, en diciembre pasado. Sullivan estuvo acompañada por la Hermana Maryknoll Susan Nchubiri, que también trabaja en MOGC en Washington enfocándose en temas de migrantes y refugiados, así como de derechos humanos en Tierra Santa.

Los minerales necesarios para las nuevas tecnologías a menudo se encuentran en tierras indígenas, señala Sullivan, quien asiste a las sesiones del Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas. También viajó a Nueva York para participar en la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer.

“Las mujeres se ven afectadas de manera desproporcionada por el cambio climático”, dice Sullivan, citando a África como ejemplo. “Las mujeres son quienes salen a buscar agua y leña, ¿cierto? Con el cambio climático, el agua es cada vez más difícil de encontrar. Así que añádele a eso las horas que pasan buscando agua o leña. Y el calor ha aumentado mucho”, dice. “Todas esas cosas son una carga enorme además de todo lo demás que llevan las mujeres. La idea es involucrar a las mujeres líderes en las soluciones al cambio climático”.

A medida que las sociedades pasan de la era de los combustibles fósiles a una energía más sostenible, el énfasis está en que la transición se realice de una manera que garantice que se consulte a las comunidades que están siendo contaminadas, o que se verán potencialmente afectadas, dice.

“Sentimos que tenemos el pulso de la gente, de los problemas y de los lugares que a menudo no están sobre esa mesa”, dice Sullivan. “Ese es nuestro don, el increíble don de Maryknoll, estar tan insertados en esos márgenes y en las conversaciones globales”.

El Padre Sivalon dice que Maryknoll, junto con los otros grupos religiosos con estatus de ONG en la ONU, aporta una perspectiva de fe a la mesa.

“Debido a nuestro compromiso con Cristo tenemos la obligación de representar políticas que sean más útiles para la gran mayoría de las personas”, dice.

Imagen destacada: La Hermana Maryknoll Margaret Lacson, representante de las Hermanas Maryknoll ante las Naciones Unidas, se encuentra en la sede de la ONU en la ciudad de Nueva York. (Lynn F. Monahan/Nueva York)

Sobre la autora/or

Lynn F. Monahan

Lynn F. Monahan es director editorial ejecutivo de las revistas Maryknoll—Maryknoll magazine y revista Misioneros—y sirvió como misionero laico de Maryknoll en Perú durante los 1990s. Trabajaba para varios periódicos y agencias de noticias, incluyendo el ser corresponsal de la Associated Press en Perú, y después fue redactor en la sección de América Latina para Bloomberg News en Nueva York. Completó su licenciatura en comunicaciones y literatura en La Universidad de Syracuse, Nueva York, y su maestría en escritura en Manhattanville College, Nueva York.

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