Un refugio de la Casa Anunciación para solicitantes de asilo en la frontera entre Estados Unidos y México, donde sirvo como misionera laica Maryknoll, está en pleno funcionamiento y recibe de 15 a 60 huéspedes por día. La mayoría de los recién llegados son familias. Conocí a una madre soltera en particular con tres hijos de 1 a 7 años de edad. El menor era un pequeñín cuando llegaron; ahora intenta ponerse de pie y empujar sillas (como con un andador) por los pasillos.
Un día, el niño del medio quería jugar afuera del edificio, pero necesitaba un suéter. Sin ropa extra disponible, en lugar de un suéter, tomé una camiseta grande y la amarré alrededor de su cuello como si fuera una capa. Estaba emocionado y se imaginó a sí mismo como Batman. Junto con su hermana y un amigo, se convirtieron en superhéroes: Superman y la Mujer Maravilla.
Fue fantástico verlos divertirse con cosas sencillas, jugando a la fantasía como corresponde a los niños.
Coralis Salvador, MKLM
Una estudiante, Lily, se estaba desanimando porque parecía que todos, menos ella, ganaban. Pude ver que tenía ilusión de ganar. Me incliné silenciosamente y le recordé que estuviera atenta al juego. Al hacerlo, eché un vistazo rápido a las palabras que aún quedaban en su tarjeta. Luego hice trampa discretamente y pronuncié las palabras que necesitaba. ¡Qué grito de alegría cuando ganó! Al final, el objetivo del juego era aprender inglés y mantener a los estudiantes interesados.
Luego, George y Angelina nos agradecieron por haber venido a apoyarlos. Esperaban con ansias el bautismo de los mellizos en nuestra iglesia del campamento. El don de la vida de Dios florece y se celebra incluso en lugares difíciles, como nuestro campamento, donde vive la gente.
Michael Bassano, M.M.
Mi primera experiencia preparando a niños para la Comunión tuvo lugar en Bolivia cuando aún estaba aprendiendo español.
El día de la primera confesión me preocupaba si los niños me habían comprendido. ¿Habían aprendido lo suficiente? Me senté en la iglesia, orando nerviosamente. Dos o tres niños habían entrado y salido del confesionario que en aquella época era un lugar oscuro, parecido a una caja, donde el confesante hablaba a través de una pantalla semiopaca.
Uno de mis alumnos, el pequeño David, salió. Se quedó allí mirando a su alrededor hasta que me vio. Corrió y dijo emocionado: “¡Lo vi hacerlo!” “¿Qué viste, David?”, le pregunté. David levantó la mano e hizo la señal de la cruz. “¡Lo vi hacerlo!”, Repitió. “¡Él limpió todos mis pecados!”
Nunca he olvidado el fervor de aquel acto de fe. Puede que no haya explicado el sacramento perfectamente, pero el Espíritu Santo sí lo hizo.
Imagen destacada: Un niño en Ciudad Juárez, México, observa mientras la policía saca a inmigrantes venezolanos de un campamento a orillas del Río Grande el 27 de noviembre de 2022. (CNS/Jose Luis Gonzalez, Reuters/México)