Misiones en Latinoamérica: Hacia una espiritualidad ecológica

Tiempo de lectura: 3 minutos
Por: Padre Alejandro Marina
Fecha de Publicación: Jun 3, 2024

Recientemente, me encontré reflexionando sobre el pasaje de la Biblia donde Dios habla a Noé después del diluvio: “Yo establezco mi alianza con ustedes, con sus descendientes, y con todos los seres vivientes que están con ustedes” (Génesis 9, 9-10). Por primera vez, me llamó la atención que Dios hizo alianza, no sólo con un hombre, ni con un pueblo, sino también con todas las criaturas.

Me conecté con la invitación del Papa Francisco a “cultivar una espiritualidad ecológica”. También me conecté con la oración Cántico de las Criaturas de San Francisco de Asís donde llama “hermano” al sol y “hermana” a la luna, así como a otras criaturas; y con la historia de su encuentro con el lobo de Gubbio, cuando le dice: “¡Ven aquí, hermano lobo! Yo te mando, de parte de Cristo, que no hagas daño ni a mí ni a nadie”.

¿Qué significa este cambio de mirada al pensar en quiénes son nuestros compañeros en el camino misionero?

Hace dos años, nuestro grupo pastoral en el centro Maryknoll en Cochabamba, Bolivia, reflexionamos sobre Laudato Si’ y optamos por el “Proyecto Verde”. Este proyecto consiste en hacer de nuestra casa y propiedad un rincón ecológico dentro de la ciudad. A medida que la ciudad crece en cemento, nosotros ofrecemos un espacio para el encuentro con la naturaleza. El motor de nuestra decisión fue la pregunta que nos hace el Papa Francisco: “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? (Laudato Si’ 160).”

Como parte de este proyecto, quiero presentarles a diferentes compañeros de nuestro camino misionero e invitarlos a despertar en sus corazones una espiritualidad conectada con la madre tierra.

Catalina y Domingo son dos llamas que embellecen nuestro parque. Domingo vino de las alturas de Cochabamba y Catalina de Oruro, otra ciudad de los Andes. Las llamas nos están enseñando lo que significa la cultura del cuidado a la que nos invita el Papa Francisco. Saben elegir los pastos que alimentan y desechar los que les hacen daño. ¿Será que sabemos discernir lo que nutre nuestra vida de lo que nos daña?

Oso y Perla, nuestros perros, cuidan la casa de noche ya por muchos años. Desde que se cerró el Centro Misionero Maryknoll en América Latina en 2020, ellos nos hacen sentir seguros en esta propiedad tan grande. Son muy juguetones y sólo ofrecen, aunque torpemente, alegría cuando uno se les acerca. ¿Será que nuestro testimonio trae alegría a quienes nos rodean?

Tenemos dos estanques con peces. Ellos son de diferentes variedades, colores y tamaños. Ellos nos están enseñando lo que el Papa Francisco nos plantea en Fratelli Tutti sobre la “fraternidad y amistad social”. Han aprendido a convivir en el mismo espacio y respetan a los más pequeños. Me pregunto si, como cristianos, somos constructores de espacios seguros al cuidado de los más vulnerables en la sociedad.

Las abejas revolotean por toda la propiedad buscando polen y agua. Nos están ayudando a polinizar y tener más flores y árboles. Cuidar de ellas nos está enseñando que el cuidado requiere respeto al otro. Uno no puede acercarse así como así a ellas. Todas tienen su función dentro de la comunidad, utilizan un sistema de comunicación muy sofisticado para que sepan dónde hay alimento o agua, o para evitar peligros. Son un perfecto ejemplo de lo que el Papa Francisco nos dice: “El todo es más que las partes, y también es más que la mera suma de ellas” (Evangelii Gaudium 235).

Junto a nuestros gatos Paco y Mimosa, y las gallinas criadas por el Hermano Maryknoll Joseph Bruener, estos hermanos y hermanas de camino nos alientan a recrear nuestra labor misionera desde los valores que viven y nos transmiten. Ellos aportan una nueva mirada para hacernos conscientes de que todo está interrelacionado.

Desde esta espiritualidad es posible pensar en la creación y todas las criaturas como compañeras de camino en nuestra misión al servicio de los pueblos. 

El Padre Maryknoll Alejandro Marina, nacido en Buenos Aires, Argentina, se unió a Maryknoll en 2012 y es superior local en el centro Maryknoll en Cochabamba, Bolivia.  

Imagen destacada: El Padre Maryknoll Alejandro Marina visita a Catalina y Domingo, dos llamas que entretienen y embellecen el centro Maryknoll en la ciudad de Cochabamba, Bolivia. (Adam Mitchell/Bolivia)

Sobre la autora/or

Padre Alejandro Marina

Nacido en Buenos Aires, Argentina, el Padre Maryknoll Alejandro Marina fue ordenado sacerdote en 1993 en la Diócesis de San Isidro. Fue director de misiones en su diócesis y, como parte de dicho trabajo, fue enviado como misionero a Holguín, Cuba, por cuatro años. Es Licenciado en Teología Dogmática y se ha especializado en el área de la Misionología. Actualmente es el director del centro y residencia Maryknoll en Cochabamba, Bolivia, y coordinador del Programa de entrenamiento en el extranjero (OTP) para candidatos a hermanos y padres Maryknoll.

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