Reflexión Maryknoll: Sanar el mundo con fe activa

Tiempo de lectura: 4 minutos
Por: Oficina de Asuntos Globales
Fecha de Publicación: Sep 6, 2024

Por Susan Nchubiri, M.M.

Domingo 8 de septiembre del 2024
Is 35, 4-7a | Sant 2, 1-5 | Mc 7, 31-37

 Puesto que ustedes tienen fe en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no tengan favoritismos.

Podríamos derivar muchos temas de las Escrituras para este domingo, pero me gustaría resaltar dos: la sanación y la imparcialidad.

Cada una de las lecturas menciona los actos extraordinarios de sanación y restauración de la salud. Los ciegos ven, los sordos escuchan, los tullidos saltan, los cautivos son liberados, los oprimidos reciben justicia y los arroyos fluyen en el desierto. Este es el trabajo de nuestro Dios amoroso, que restaura y sana la creación entera. Mientras celebramos el Tiempo de la Creación este mes, inspirémonos y elevémonos por el poder de la restauración y sanación de Dios.

A la vez, seamos instrumentos de sanación para nuestros hermanos y hermanas y nuestro hogar común. Nuestra sociedad hoy está agobiada por el sufrimiento incalculable causado por los disturbios, conflictos armados prolongados, genocidios, racismo, apartheid y la ocupación deshumanizante e ilegal, además agravados por los resultados del cambio climático.

Enfrentarse a todos estos males hace que uno fácilmente se sienta abrumado y sin esperanza. “¿De qué sirve hacer algo si no va a hacer ninguna diferencia?” En meses recientes, he estado teniendo esos pensamientos y sentimientos, especialmente en lo que concierne a la guerra de Israel-Hamás y la inmensidad de destrucción y muerte en Sudán, la República Democrática del Congo, Ucrania, Líbano y Burkina Faso; el desplazamiento masivo de personas por sequía, inundaciones y otros desastres del cambio climático; y el rechazo en aumento a migrantes, solicitantes de asilo y refugiados.

Estas situaciones empeoran por la poca voluntad de los gobiernos y la indiferencia de la gente para tomar acción y sanar, restaurar y tratar a otros como nos gustaría ser tratados. La inercia, la desesperación, la desesperanza y los sesgos se intensifican en situaciones abismales y complejas. En estas semanas recientes, sentí como si nuestros esfuerzos llegan a oídos sordos y que la batalla por justicia, paz, derechos humanos, dignidad humana y el cuidado de la creación están condenados al fracaso.

Sin embargo, en su mensaje para la Jornada de Oración para el Cuidado de la Creación, el Papa Francisco nos recuerda que “La existencia del cristiano es vida de fe, diligente en la caridad y desbordante de esperanza, en la espera de la llegada del Señor en su gloria”. Por lo tanto, no debemos desesperarnos o perder la esperanza porque Dios obra en nosotros y a través de nosotros.

El fe activa nos llama a amar y a estar en solidaridad con todos aquellos que sufren injusticia y violencia, sea física, estructural, sistémica o ideológica. Nos invita a tratar a cada humano con dignidad, respeto y honor sin importar su estatus, raza, género, afiliación política, religión o ubicación geográfica.

Esto me lleva al segundo tema de hoy: la imparcialidad.

En la segunda lectura, no sólo se nos invita, sino que se nos urge a adoptar el principio de la imparcialidad. “Puesto que ustedes tienen fe en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no tengan favoritismos” (Santiago 2,1). Nuestra fe nos enseña que todos somos creados a imagen y semejanza del Señor y que debemos amar a Dios como él nos amó a tal punto que murió en la cruz para compensar por nuestros pecados. La imparcialidad no quiere decir neutralidad. Cuando tengamos miedo y desespero sobre una situación injusta, debemos recordar no ser neutrales o indiferentes. Debemos demostrar una valentía radical para alzar nuestra voz y así transformar la situación.

Cuando tenemos un “corazón apocado” y nos aturden el odio y la violencia que nos rodean, el profeta Isaías dice: “¡Ánimo! No teman. He aquí que su Dios, vengador y justiciero, viene ya para salvarlos” (Isaías 35,4).

Por eso no tenemos excusa para no hacer nada. Como el Cristo que seguimos, debemos extender el brazo para tocar el dolor de otro y proclamar la sanación y la restauración. Jesús “le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo: “¡Effetá!” (que quiere decir “¡Ábrete!”). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad” (Mc 7,33-34).

Este Evangelio ha dejado un ejemplo de lo que significa tener una fe activa. Vemos fe activa en la gente que llevo “a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban [a Jesús] que le impusiera las manos” (Mc 7,32).

Te invito a reflexionar con las siguientes preguntas:

  • ¿Cómo puedo ser solidario con aquellos que sufren injusticia y violencia? ¿Cómo puedo ser un instrumento de sanación/restauración y esperanza?
  • ¿Qué sesgos tengo en mis relaciones o en mi respuesta a la injusticia y violencia alrededor mío? ¿Cómo puedo cortar con mis sesgos, indiferencia y prejuicios?

Para leer otras reflexiones bíblicas publicadas por la Oficina de Asuntos Globales de Maryknoll, haga clic aquí.

La Hermana Maryknoll Susan Nchubiri, oriunda de Kenia, se unió a Maryknoll en el 2004. Ella ha servido en Hong Kong, China y Haití. En el 2016 empezó a servir en el departamento de informática del centro de las Hermanas Maryknoll en Nueva York. Actualmente es una asociada de programa para la Oficina Maryknoll de Asuntos Globales. 

Imagen destacada: La Hermana Susan Nchubiri lee la liturgia en un servicio de Miércoles de Ceniza en la Casa Blanca el 14 de febrero del 2024. (Jordan Denari Duffner/EE.UU.)

Sobre la autora/or

Oficina de Asuntos Globales

La Oficina de Asuntos Globales de Maryknoll expresa la posición de Maryknoll en debates sobre políticas públicas en Naciones Unidas, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y ante los gobiernos de Estados Unidos y otros países, con el propósito de ofrecer educación en temas de paz y justicia social, la integridad de la creación y abogar por la justicia social, económica y del medio ambiente.

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