Espiritualidad Misionera: La intención es lo que vale

Tiempo de lectura: 3 minutos
Por: Joseph Veneroso, M.M.
Fecha de Publicación: Dic 2, 2024

Un rabino fue a dar un taller sobre las Escrituras a los misioneros Maryknoll en África hace algunos años. Como parte de su visita, los misioneros le mostraron Tanzania y la maravillosa hospitalidad de una familia. Cuando se sentaron a cenar, el Padre John Sivalon, que era el superior regional de Maryknoll en África en aquel momento, de repente se dio cuenta de un posible momento vergonzoso para el rabino y la familia anfitriona. La familia había preparado una deliciosa comida con carne de cerdo. El misionero les susurró delicadamente a las mujeres que habían preparado la comida que, al igual que los musulmanes, los judíos no comen carne de cerdo.

Avergonzados, los anfitriones retiraron rápidamente el ofensivo plato y estaban a punto de preparar un plato de pollo kosher cuando el rabino los detuvo. Es cierto que los judíos no comen carne de cerdo, explicó el rabino, pero la Torá también enseña que el recibimiento agradecido de la hospitalidad puede anular la prohibición de comer carne de cerdo.

Aquí, al igual que hacía el rabino Jesús de Nazaret, una situación de la vida real que involucraba la interacción humana ilustraba de la mejor manera la enseñanza de los mandamientos. Los seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios, tienen prioridad sobre la ley. O como escribió San Pablo: “Porque toda la Ley está resumida plenamente en este precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gálatas 5,14).

Muchos de nosotros, incluyendo a algunos misioneros Maryknoll, sabemos cómo ser generosos al dar, pero nos paralizamos cuando se trata de recibir regalos con gracia. Nos enorgullecemos de ser benefactores considerados cuando damos regalos a los demás, pero nos rehusamos cuando la gente quiere mostrarnos su agradecimiento. Jesús ejemplificó lo contrario de esto cuando, para la desaprobación vociferante y el gran resentimiento de sus discípulos, permitió que una mujer —¡una mujer!—  ungiera su cabeza con aceite.

En el Evangelio de San Juan, Pedro se rehúsa a dejar que Jesús le lave los pies. No es sino hasta que Jesús le explica que, a menos que Pedro aprenda a recibir este humilde gesto y a aceptar este simple acto, no tendrá parte en la salvación que estaba a punto de ser concedida a la raza humana: el regalo del sacrificio de Jesús en la cruz.

El dar y recibir regalos muchas veces nos deja perplejos en el entorno comparativamente próspero de Estados Unidos. “Re-regalamos” las cosas que en el fondo no queremos o necesitamos, o guardamos aquellas que no tenemos la intención de usar. Cuando la abuela viene de visita, buscamos frenéticamente ese verdaderamente feo suéter navideño que tejió especialmente para nosotros.

Por parte del que recibe, no hay mayor expresión de gratitud que utilizar un regalo al máximo, aunque se desgaste o se rompa. Por el contrario, no hay peor decepción para el que da que cuando alguien ni se molesta en desenvolver y menos usar su regalo.

Cuando serví como misionero en Corea, me di cuenta de que una de las muchas costumbres de etiqueta en que coreanos y estadounidenses difieren es la entrega de regalos. A los coreanos se les enseña desde pequeños a recibir un regalo con las dos manos. Esto honra al generoso al demostrar la importancia del regalo. Hace años, me pregunté si los coreanos aceptarían recibir la comunión en la mano. Para mi sorpresa, lo tomaron de buena gana como un regalo que se acepta con las dos manos abiertas. De hecho, al recibir la Eucaristía, nada es más importante.

¿Cómo afecta nuestra forma de regalar la manera en que recibimos el mejor de los regalos: la Eucaristía? ¿Y nuestra manera de recibir el regalo de la salud, la fe y la vida misma?

Quizás lo más importante es preguntarnos qué hacemos con los dones que hemos recibido. ¿Cuál es la mejor manera de aceptar y usar la misericordia que Dios nos da, cada segundo de cada día?

Imagen destacada: Dos hermanos guatemaltecos abren una caja Box of Joy con pequeños regalos enviados por católicos en Estados Unidos de un programa patrocinado por Cross Catholic Outreach. (CNS/Cross Catholic Outreach/Guatemala)

Sobre la autora/or

Joseph Veneroso, M.M.

Joseph R. Veneroso, M.M., es el ex editor de la revista Maryknoll. Él sirvió como misionero en Corea y ahora vive en el Centro de Maryknoll en Ossining, Nueva York, y también atiende las necesidades pastorales de una comunidad coreana en una parroquia católica en New York City. Es autor de dos libros de poesía, Honoring the Void y God in Unexpected Places, una colección de columnas de la revista Maryknoll titulada Good New for Today y Mirrors of Grace: The Spirit and Spiritualities of the Maryknoll Fathers and Brothers.

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