El padre de la teología de la liberación deja un legado perdurable
Con el fallecimiento del Padre dominico Gustavo Gutiérrez, quien murió en octubre a los 96 años, la Iglesia ha perdido a un profeta y teólogo pionero que amplió sustancialmente su doctrina social. Los pobres del mundo han perdido a un defensor. Y Maryknoll ha perdido a un gran amigo.
El Padre Gutiérrez, un sacerdote peruano que estudió en Francia, fue uno de los líderes detrás de la histórica II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de 1968 en Medellín, Colombia, que aplicó las enseñanzas del Vaticano II a la realidad social de la pobreza y la injusticia en su continente. Fue a partir de esa conferencia que la “opción preferencial por los pobres” entró en el vocabulario de la Iglesia. En 1971 publicó su obra clásica, Teología de la liberación. Traducida al inglés por Orbis Books en 1973, se convirtió en la base de toda una escuela de teología y, de paso, en la piedra angular de nuestro programa de publicaciones.
En 1988, para celebrar el cumpleaños 60 del Padre Gutiérrez, Maryknoll y Orbis patrocinaron un simposio que atrajo a muchos de los grandes teólogos de América Latina y de todo el mundo. Para entonces, su influencia era incuestionable. Pero su teología también hizo saltar las alarmas tanto en los círculos políticos como en los eclesiásticos. Dos documentos del Vaticano examinaron la teología de la liberación, y muchos de sus colegas teólogos —aunque no el propio Padre Gutiérrez— fueron sometidos a investigación y disciplina.
¿Cuál era el contenido peligroso de su obra? Como todos los grandes teólogos, el Padre Gutiérrez se enfrentó al problema de cómo hablar de Dios en función de las interrogantes que le planteaba su momento histórico. Para muchos teólogos modernos, esa pregunta involucraba el significado de la fe en una época de razón y escepticismo, el desafío del “no creyente”. Para el Padre Gutiérrez la pregunta era cómo hablar de Dios en relación con el sufrimiento de los pobres, el desafío de la “no-persona”.
No se trataba de una cuestión académica; lo planteaba la realidad desde su ventana en la parroquia del Rímac, un distrito pobre de Lima, donde se desempeñó durante muchos años como párroco. Este era un punto de vista compartido por la mayoría de la población mundial y por los misioneros Maryknoll con los que trabajó. Sin embargo, para la mayoría de los teólogos de Europa y América del Norte esta realidad permaneció literalmente fuera de sus radares.
El Padre dominico Gustavo Gutiérrez da una presentación sobre la teología de la liberación para teólogos de todo el mundo en el Seminario Maryknoll en Ossining, Nueva York, en 1984. (C. Martin/Archivos de la Misión Maryknoll)
Para algunos filósofos, el sufrimiento de los inocentes ponía en tela de juicio la existencia de Dios. Pero para el Padre Gutiérrez esta realidad ponía en tela de juicio la injusticia de las estructuras sociales del mundo y la vergonzosa complacencia de la Iglesia. El Dios de la Vida, revelado en las Escrituras y en Jesucristo, desafió a todos los cristianos a realizar una “opción preferencial por los pobres”.
¿Quiénes son los pobres? En una entrevista hace algunos años, el Padre Gutiérrez respondió a esta pregunta: “Los pobres son aquellos que son tratados como no-personas, aquellos que son considerados insignificantes desde el punto de vista económico, político y cultural. Los pobres cuentan sólo como estadísticas; son los sin nombre”. Pero como él mismo nos recordó: “Aunque los pobres sigan siendo insignificantes dentro de la sociedad, nunca son insignificantes ante Dios”. Y esto tiene implicaciones concretas para todos aquellos que se llaman discípulos de Jesús.
El Padre Gutiérrez visitaba a menudo Maryknoll y disfrutaba de una estrecha amistad con muchos misioneros Maryknoll que trabajaban en Perú, incluso durante los terribles años de la insurgencia terrorista de Sendero Luminoso en la década de 1980 y principios de 1990, y la represión gubernamental en respuesta a esto.
El Padre Maryknoll Steve Judd, quien lo conoció bien, recuerda: “Sin duda, el impacto perdurable de la vida de Gustavo Gutiérrez proviene de las palabras que usó para un artículo en 1986 durante los tiempos más difíciles en el Perú: ‘Todavía tenemos tiempo’. Esa frase define de cerca un patrón en la vida de Gustavo de siempre encontrar y tener tiempo para cada persona que se cruzó en su camino, sin importar la posición social o de clase de la persona, ya fueran colegas, extraños, ricos o pobres, obispos o cualquier persona que acababa de conocer”.
Para el Padre Gustavo Gutiérrez, el punto de inicio de su Teología de la liberación fue su labor pastoral con los pobres y marginados en Perú. (Lawrence Rich/Archivos de la Misión Maryknoll)
La relación del Padre Gutiérrez con Orbis Books se extendió a lo largo de décadas de trabajo y muchas publicaciones, entre ellas Beber en su propio pozo; Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente: Una reflexión sobre el libro de Job; y, recientemente, Gustavo Gutierrez: Spiritual Writings (Escritos espirituales), una contribución a nuestra serie sobre maestros espirituales modernos. En 2023 publicamos una edición para el 50 aniversario de Teología de la liberación, una ocasión que se celebró ampliamente en todo el mundo.
En gran parte a través del trabajo del Padre Gutiérrez, la “opción preferencial por los pobres” se convirtió en un sello distintivo de la Iglesia latinoamericana y, finalmente, en el magisterio oficial de la Iglesia. Fue acogida por el Papa Francisco, quien dio la bienvenida al Padre Gutiérrez en el Vaticano, y que respondió a su muerte llamándolo “un grande, un hombre de Iglesia que supo estar callado cuando tenía que estar callado, supo sufrir cuando le tocó sufrir, supo llevar adelante tanto fruto apostólico y tanta teología rica”. El Padre Judd habla del Padre Gutiérrez como un pionero del camino “sinodal” que el Papa Francisco ha establecido para la Iglesia.
En muchos momentos de los últimos 50 años, los críticos escribieron el epitafio de la teología de la liberación. (El Padre Gutiérrez respondía bromeando que, si la teología de la liberación estaba muerta, ¿por qué no había sido invitado al funeral?) Sin embargo, cuando se trataba del futuro de su teología, permaneció notablemente distante. Como escribió en la conclusión de su primer gran libro: “Todas las teologías políticas… no valen un gesto auténtico de solidaridad. No valen un acto de fe, de caridad y de esperanza comprometido —de una manera u otra— en participación activa por liberar al hombre de todo lo que lo deshumaniza y le impide vivir según la voluntad del Padre”.
Sin duda él estaría de acuerdo con que la mejor manera de honrar su memoria no es a través de las palabras, sino a través de la acción; su esperanza era que los que leyeran sus libros dieran un paso más hacia la amistad y la solidaridad con los pobres.
Imagen destacada: El Padre dominico Gustavo Gutiérrez. (Joseph Hahn/Maryknoll Mission Archives)