En tierra santa

Tiempo de lectura: 6 minutos
Por: Jennifer Tomshack
Fecha de Publicación: Sep 2, 2025

Una misionera laica Maryknoll sigue su llamado a servir en Kenia

Campos de maíz rodean el Centro de Rehabilitación St. John Bosco, ubicado en las afueras de Kitale, una pequeña ciudad en el este de Kenia. Durante la semana este modesto campus es el hogar de 59 niños de 8 a 12 años. Algunos nunca habían asistido a una escuela antes. Otros jamás habían sostenido un lápiz.

Aun así, la misionera laica Maryknoll Theresa Glaser, una docente veterana que se unió a los laicos en el 2023, describe el centro con cariño: “Es tierra santa”.

El Centro St. John Bosco, creado como un proyecto de la Diócesis de Kitale, ha colaborado varios años con los Misioneros Laicos Maryknoll. Su propósito es rescatar y rehabilitar a niños que viven en las calles o que están en riesgo de terminar allí por problemas familiares. Trabajadores sociales del centro determinan cuáles niños necesitan más ayuda a través de entrevistas y visitas a sus casas.

El centro provee educación de nivelación para que los estudiantes puedan acceder al sistema educativo de Kenia y ofrece una atmósfera estable y estructurada donde los estudiantes pueden prosperar.

Uno de los muchos roles de Glaser es reforzar el aprendizaje del inglés, una materia crucial dado que es el idioma de instrucción desde el cuarto grado. La mayoría de sus estudiantes empiezan sin saber una sola palabra en inglés.

La misionera invita a los niños a su aula para dibujar, leer libros o jugar juegos de mesa. Cuando encontró una desvencijada mesa en desuso en el centro, Glaser tomó cerca de 60 horas para pintarla, barnizarla y repararla. Hoy la mesa vuelve a ser utilizada y los estudiantes hacen fila para participar en juegos de serpientes y escaleras o damas.

La misionera Glaser enseña en el Centro de Rehabilitación St. John Bosco en Kitale, Kenia, que<br />
ofrece educación de refuerzo y un entorno acogedor para niños en riesgo de vivir en la calle. (Teresa Glaser, MKLM/Kenia)

La misionera Glaser enseña en el Centro de Rehabilitación St. John Bosco en Kitale, Kenia, que ofrece educación de refuerzo y un entorno acogedor para niños en riesgo de vivir en la calle. (Teresa Glaser, MKLM/Kenia)

“Verlos lanzar un dado, tomar turnos al jugar, seguir secuencias de números y pensar estratégicamente me hizo darme cuenta de cómo estos simples juegos ayudan a los niños a desarrollar destrezas útiles”, dice. “¿Quién se hubiera imaginado que aprender podía ser tan divertido?”

Un día típico para Glaser incluye preparar útiles de arte, calificar tareas con otros profesores o llenar jarras con agua para dar una lección a los estudiantes sobre el volumen y la capacidad. “Amo la creatividad de la enseñanza”, dice, y añade que disfruta “diseñar lecciones dinámicas de laboratorio”.

Glaser tiene un doctorado en Ciencias Biológicas de la Universidad de Cincinnati. Antes de enseñar, trabajó por 14 años como investigadora científica en Estados Unidos, Australia y Suiza. Luego enseñó por varias décadas en escuelas de zonas marginales de Ohio y Carolina del Sur.

Glaser admite que le atraen los desafíos, cuando se refiere a sus ministerios. “Es ahí donde la necesidad es más grande”.

Al llegar a Kitale, Glaser encontró un nuevo nivel de necesidad. “He sido docente por 36 años”, dice. “Cuando vi a un niño sostener un lápiz afilado por ambos extremos, tan pequeño como un cabo, quedé pasmada”.

La misionera cuenta otra historia de St. John Bosco. Para evitar las constantes interrupciones de los estudiantes cuando tenían que compartir un solo borrador, Glaser obtuvo borradores individuales. Mientras los repartía, los estudiantes respondían “Dios la bendiga”. El más sencillo útil escolar, dice ella, es un regalo valioso para niños vulnerables que experimentan escasez y la pérdida de seres queridos.

Uno de ellos es un niño de 8 años cuya familia sobrevive con una comida al día. Antes de llegar a St. John Bosco, Noé pasaba sus días mendigando en las calles y escarbando en basureros en búsqueda de plástico o metal para vender. El hermano de Noé, solo unos cuantos años mayor que él, fue asesinado en un enfrentamiento con la policía.

Aunque estas situaciones son sombrías, Glaser encuentra inspiración diaria en la resiliencia de los estudiantes y el personal. Cuatro miembros del personal se graduaron del centro.

“Fueron rescatados de situaciones de pobreza extrema, rehabilitados y apoyados durante la secundaria y la educación superior”, dice Glaser. “Hoy son profesores, trabajadores sociales y mentores. Ellos personifican lo que es posible”.

En el salón de clases, los entusiastas alumnos se benefician de las técnicas creativas de la<br />
misionera Glaser. Ella enseña habilidades básicas de resolución de problemas matemáticos y<br />
usa juegos educativos para reforzar el aprendizaje del inglés en los estudiantes. (Teresa Glaser, MKLM/Kenia)

En el salón de clases, los entusiastas alumnos se benefician de las técnicas creativas de la misionera Glaser. Ella enseña habilidades básicas de resolución de problemas matemáticos y usa juegos educativos para reforzar el aprendizaje del inglés en los estudiantes. (Teresa Glaser, MKLM/Kenia)

El camino a la misión para Glaser empezó durante la niñez. Ella recuerda que en la casa de su familia en Lima, Ohio, una vez señaló un mapa de África y le dijo a una de sus cuatro hermanas: “Cuando sea grande, voy a ser misionera allá”.

Glaser dice que olvidó ese momento por 40 años, pero después, cuando enseñaba en una escuela secundaria franciscana, sintió de nuevo esa silenciosa predilección por África.

En el 2008, se unió al equipo de VIH/Sida de Catholic Relief Services (CRS) en Gambia. El equipo llevó comida y medicina a aldeas remotas, apoyó a los niños huérfanos y dirigió clínicas ambulantes en el país de África Occidental. “Fue el mejor año de mi vida”, dice Glaser.

Glaser dice que con CRS fue voluntaria. “Pero mi diócesis, la Arquidiócesis de Cincinnati, se enteró de que yo iba a África y me ofreció una pequeña ayuda financiera como ‘misionera’. Así que llamé a mi hermana y le dije: ‘¿Recuerdas cuándo dije que iría a África como misionera?’”

Cuando se jubiló de docente en 2021, Glaser sintió el llamado a la misión de nuevo. “Me di cuenta de que aún tenía varios años de salud y de energía en mí y quería pasarlos en servicio directo con los más pobres”. Ella conocía Maryknoll de toda la vida, ya que su familia estaba suscrita a la revista Maryknoll.

Glaser, ahora de 73 años, ve la misión como un intercambio mutuo. “A nivel espiritual, espero llegar a ser transformada, extendida y desafiada por las vidas de las personas con las que interactúo. No sales de esta experiencia sin haber recibido tanto como has dado”.

Con frecuencia Glaser reflexiona sobre las palabras de fe, esperanza y amor de San Pablo en la Primera Carta a los Corintios. Ella dice ver esas virtudes en las vidas de las personas que experimentan la pobreza. “No estoy diciendo ‘la pobreza es buena porque los pobres son felices’”, dice Glaser. “Pero quizás mi relativo confort y solvencia ha resultado en una práctica disminuida del amor. Estoy aprendiendo de ellos”.

Su vida espiritual se sustenta con la Misa diaria (se levanta a las 4:30 a.m. para caminar 30 minutos hasta la catedral Immaculate Conception) y con pequeños actos intencionales.

En los días más difíciles, pensar en el futuro la reanima. “Me imagino cómo serán todos estos pequeñines revoltosos en 10 o 12 años”. Ella los observa participar en el juego de mesa que reparó con cariño y entiende cómo su pasado la encaminó hacia este momento.

“Siguiendo las reglas kenianas, los reyes se mueven en cualquier dirección en el tablero”, dice Glaser del juego de damas. “Veo cómo estos niños han pasado de la vida en la calle a una educación que les abrirá las puertas a un futuro brillante. Pienso también en el camino que me llevó de investigadora científica a enseñar en escuelas urbanas y ahora hasta aquí, a servir en Kenia”.

“En este rol menos glamoroso he encontrado la recompensa más grande: apoyar a los niños para que ellos también puedan moverse por donde quieran en el juego de la vida”.

Jennifer Tomshack es directora de comunicaciones de los Misioneros Laicos Maryknoll.

Imagen destacada: La Misionera Laica Maryknoll Theresa Glaser que sirve desde hace dos años en Kitale, Kenia, afirma que en la misión ha encontrado “la mayor recompensa”. (Teresa Glaser, MKLM/Kenia)

Sobre la autora/or

Jennifer Tomshack

Jennifer Tomshack, gerente de comunicaciones de los Misioneros Laicos Maryknoll, es una fotógrafa y narradora que ha trabajado en comunicaciones y marketing para organizaciones sin fines de lucro.

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