Buscando justicia en alta mar

Tiempo de lectura: 7 minutos
Por: Paul Jeffrey
Fecha de Publicación: Dic 1, 2025

Un sacerdote Maryknoll y sus compañeros en misión ayudan a pescadores MIGRANTES en Taiwán 

Gerald Mustago dejó su hogar en las Filipinas hace ocho años para ser pescador en Taiwán, hogar de la segunda mayor flota pesquera más grande del mundo.

“No ganaba suficiente dinero para mantener a mi esposa e hijos, así que vine aquí para trabajar en los barcos pesqueros”, dice. Cada mes él envía unos cuantos cientos de dólares a su esposa y dos hijos.

Mustago trabaja en un barco que ancla en el puerto de Taichung, pero que no se queda allí por mucho tiempo. Él pasa semana tras semana maniobrando las redes mientras su barco va en búsqueda de poblaciones de peces cada vez más escasas a causa de la pesca excesiva. Algunos barcos de Taiwán viajan incluso hasta África, con un personal de más de 20.000 migrantes indonesios y más de 7.000 migrantes filipinos para el duro trabajo.

Y el trabajo es duro de verdad. Mustago dice que a menudo trabaja turnos de 10 a 12 horas.

“Otras veces rotamos turnos con otro pescador”, dice. “Yo trabajo dos horas y descanso por dos horas mientras él trabaja. Luego rotamos de nuevo y así durante todo el día y la noche”. Mustago recuenta que una vez el barco se estrelló en la costa de Japón cuando el capitán se quedó dormido al timón.

El Padre Maryknoll Joyalito Tajonera, quien dirige el capítulo de Taiwán de Stella Maris —el ministerio de la Iglesia católica para marinos y pescadores— dice que la falta de sueño apropiado es uno de los muchos desafíos.

“No es dormir. Es tomar una siesta. Y es un espacio abarrotado”, dice él, describiendo en general un “entorno laboral peligroso”.

El Padre Tajonera, nacido en las Filipinas, llegó a Taiwán en el 2002 para servir a trabajadores migrantes de las Filipinas. Su ministerio incluye un concurrido albergue y una activa comunidad católica centrada en Taichung.

La mayoría de migrantes en Taiwán trabajan en tierra firme, en fábricas que producen chips para computadoras, lentes de cámara, rodamientos y una amplia variedad de componentes industriales. El número inferior de migrantes que trabajan en los barcos no son tan visibles, dado que pasan tan poco tiempo en tierra.

Sin embargo, la red internacional Stella Maris está presente en varios puertos de Taiwán.

Un pescador migrante desenreda una red a bordo de uno de los navíos que salen del puerto de Taichung, Taiwán. Cerca de 7.000 migrantes filipinos trabajan largas jornadas en alta mar. (Paul Jeffrey/Taiwán)

Un pescador migrante desenreda una red a bordo de uno de los navíos que salen del puerto de Taichung, Taiwán. Cerca de 7.000 migrantes filipinos trabajan largas jornadas en alta mar. (Paul Jeffrey/Taiwán)

“Cuando empezamos a venir al puerto, la comunicación era un gran problema para los marinos y pescadores”, dice Cecilia Huang, quien ha coordinado la presencia del grupo en Taichung desde el 2012. “No tenían manera de comunicarse con sus familias en sus países y mucho menos acceso a información sobre sus salarios y derechos. Así que trajimos una laptop y los dejamos usar Skype”. Los voluntarios compartían comida, ropa y otros productos con los pescadores. “A veces los capitanes nos invitaban a bordo para celebrar la Misa”, dice ella.

“Pero también los escuchábamos”, continúa Huang. “Nos hablaban sobre sus dificultades con reclutadores deshonestos, deducciones salariales ilegales, largas horas y abuso, y también que debían permanecer dentro del barco incluso después de anclar. Mientras oíamos sus quejas, los educábamos sobre sus derechos y los animábamos a recurrir al gobierno taiwanés para buscar ayuda”.

En años recientes, el gobierno taiwanés ha respondido más a las quejas de trabajadores migrantes. Sin embargo, el trabajo de los pescadores es administrado por la Agencia Pesquera gubernamental, la cual es parte del Ministerio de Agricultura y no del Ministerio de Trabajo. Aquellos que trabajan en el mar no reciben suficiente atención oficial.

“Si están mar adentro, no están a la vista. Y por lo tanto no se benefician”, dice el misionero Maryknoll.

El Padre Tajonera, a quien conocen como el Padre Joy, advoca para que haya servicio de internet a bordo de las embarcaciones, lo que permitiría que los empleados monitoreen sus salarios, denuncien violaciones laborales y mantengan contacto con sus familias en sus países, dice él.

El misionero Maryknoll, que modeló su refugio basándose en las casas de hospitalidad del Trabajador Católico, responde rápidamente cuando se le pide ayuda para los pescadores migrantes, dice Huang.

“Sólo llamo al Padre Joy. Él siempre me dice: ‘No hay problema. Vengan’. Él abre campo para ellos dentro del albergue, escucha sus historias y los ayuda a decidir qué pasos tomar para defender sus derechos”, dice Huang.

El Padre Maryknoll Joyalito Tajonera bendice los rosarios de pescadores migrantes de las Filipinas.<br />

El Padre Maryknoll Joyalito Tajonera bendice los rosarios de pescadores migrantes de las Filipinas. Además de servicios pastorales, el sacerdote ofrece refugio para migrantes en Taiwán. (Paul Jeffrey/Taiwán)

Tenemos referidos de la Agencia Pesquera y de inmigración”, dice el misionero. “Nos llaman y nos dicen: ‘Hay un barco aquí y los trabajadores no tienen adónde ir. ¿Puede darles albergue?’ Y siempre decimos que sí.” Añade: “Les damos la bienvenida a todos”.

El Padre Tajonera y Huang coordinan con otras organizaciones bajo Stella Maris. “Cuando un pescador tiene problemas en un puerto extranjero, la gente de Stella Maris de ese lugar puede comunicarse con sus colegas en el país del empleado y trabajar juntos para resolver problemas inmediatos”, explica el misionero.

También colaboran con organizaciones de derechos laborales y grupos ecologistas. En mayo del 2024, el Padre Tajonera ayudó a coordinar una conferencia en Taichung que reunió a gente de todo el mundo que trabaja por el bienestar de los pescadores. Los participantes se comprometieron a continuar poniendo presión en la industria pesquera y los gobiernos regionales para que luchen contra el tráfico humano y la esclavitud en el mar.

El gobierno de Taiwán ha sido específicamente señalado. En septiembre del 2024, el pescado de Taiwán entró a la “lista de productos producidos por explotación laboral infantil o explotación forzada” del Departamento de Trabajo de EE. UU. Es la tercera vez consecutiva que se nombra a Taiwán en el informe bienal.

Luego, en diciembre, la organización ecológica Greenpeace declaró en un informe que había recibido 10 denuncias de pescadores migrantes que presuntamente habían sufrido explotación laboral y pesca ilegal en barcos de Taiwán. Los trabajadores nombraron a 12 embarcaciones taiwanesas acusadas de confiscar la identificación de sus empleados y algunas fueron acusadas de practicar servidumbre por endeudamiento.

La presión ha hecho que la Agencia Pesquera de Taiwán suba el sueldo de los pescadores migrantes a 550 dólares americanos, garantizando así el pago directo y completo de sueldos, además de lanzar un fondo para subvencionar el servicio de internet. Oficiales dicen que la agencia ha mejorado la cobertura de seguro para los pescadores, además de instalar cámaras de vigilancia en algunos barcos, mejorar las condiciones laborales y de vivienda y encontrar mejores agentes de reclutamiento. También han contratado a nuevos inspectores para garantizar el cumplimiento de estos cambios.

Cecilia Huang, coordinadora del ministerio Stella Maris en Taichung desde el 2012, dice que<br />

Cecilia Huang, coordinadora del ministerio Stella Maris en Taichung desde el 2012, dice que escuchar las preocupaciones de los pescadores migrantes es esencial para esta misión. (Paul Jeffrey/Taiwán)

El Padre Tajonera cree que el próximo paso es llamar la atención de las compañías que adquieren el pescado.

“No es suficiente visitar a los pescadores en nuestros puertos u hospedarlos en nuestro albergue. Esos son ministerios importantes, pero si las cosas van a cambiar, tenemos que enfocarnos en quién compra el pescado”, dice él. “¿Cuál es su compromiso público con la responsabilidad social corporativa? ¿Con los derechos humanos básicos? ¿Qué están haciendo para parar la pesca excesiva?”

Según Charles Niece, director del proyecto de derechos humanos y transparencia de la cadena de abastecimiento de Maryknoll en Taichung, poner presión en compañías que venden pescado para que cumplan su responsabilidad ecológica y laboral ha sido un desafío porque es difícil rastrear el pescado desde la fuente hasta cuando llega al consumidor final.

“Maryknoll ayuda a pescadores individuales a presentar sus casos a las autoridades, pero hemos tenido dificultad con los compradores corporativos porque no hay rastreo”, dice Niece. “Estamos trabajando con el Interfaith Center on Corporate Responsibility (Centro Interreligioso por la Responsabilidad Corporativa) y otras ONG para alentar a los compradores de pescado a mejorar sus políticas”.

Niece dice que los defensores de los trabajadores están venciendo este obstáculo. En su informe de diciembre, Greenpeace utilizó el código estampado en las latas de atún vendidas en Estados Unidos para identificar los barcos individuales de donde provenía el pescado.

“Al trabajar con otras ONG”, dice el Padre Tajonera, “nos hemos convertido en líderes en presionar para que haya cambios en la cadena de producción de esa lata de atún que está en el supermercado de sus vecindarios”.    

Paul Jeffrey es un fotoperiodista que trabaja alrededor del mundo para agencias católicas de ayuda. Es fundador de Life on Earth Pictures y vive en Oregon.

Imagen destacada: El Padre Maryknoll Joyalito Tajonera lidera el capítulo de Stella Maris en Taiwán que ministra y educa a pescadores migrantes de las Filipinas e Indonesia sobre sus derechos laborales. (Paul Jeffrey/Taiwán)

Sobre la autora/or

Paul Jeffrey

Paul Jeffrey es un fotoperiodista que trabaja por todo el mundo. Fundador de Life on Earth Pictures, él vive en Oregon.

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