Por Gabe Hurrish, MKLM
Domingo, 29 de enero de 2023
Sofonías 2:3; 3:12-13 | 1 Corintios 1:26-31 | Mateo 5:1-12a
La lectura del Evangelio de hoy es más desafiante y aterradora que muchas otras en la Biblia. Jesús pone boca abajo toda nuestra manera de pensar. Las Bienaventuranzas habrían tenido el mismo efecto en ese momento que lo tienen hoy, que es golpear el corazón de nuestra humanidad y nuestros miedos. Las Bienaventuranzas podrían llamarse “radicales” en cualquier época. Contradicen lo que enseña la sociedad.
Vivo y trabajo en Sudán del Sur como misionero laico de Maryknoll. Esta nación es la más nueva de las naciones y es también uno de los países más deprimidos, empobrecidos, violentos y corruptos del mundo. Mientras me desplazo entre la gente de Sudán del Sur, constantemente recuerdo las Bienaventuranzas. De alguna manera, estas personas encantadoras encuentran la fuerza y el espíritu para continuar. Perseveran en medio de dificultades increíbles. Su fe permanece sólida.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Ser pobre es ser humilde, reconocer tu necesidad de Dios. Los pobres de Sudán del Sur tienen su única esperanza en Dios. Sus oraciones son profundas y sinceras. Anhelan el día en que reine la Paz. Oramos juntos para fortalecer la fe de los demás.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Casi todas las personas con las que hablo tienen una historia trágica que contar. Cada familia ha experimentado la pérdida de un ser querido o el dolor del sufrimiento. Conozco a tanta gente que comparten sus historias y muchas veces me hacen llorar. Trato de consolarlas a través de mi presencia. Estoy asombrado por su fe mientras continúan confiando infaliblemente en Dios.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Los humildes de este país me enseñan paciencia y fortaleza. Continúan luchando por la justicia de manera no violenta. Sus sacrificios son inmensos. Se someten a la Voluntad de Dios y perseveran contra viento y marea en su creencia en un mundo mejor. Dios los recompensará.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
En un país donde los trabajadores humanitarios son asesinados, los trabajadores de derechos humanos son golpeados, los periodistas son desaparecidos y la gente sencilla y buena es oprimida, la lucha continúa. Cuando alguien tiene hambre y sed, no puede pensar en nada más que en comida y bebida. Llegará un momento en que los sudaneses del sur estarán satisfechos con la justicia y la rectitud.
Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Los violentos reciben la mayor parte de la atención. Lo que he descubierto es que las personas buenas superan abrumadoramente en número a las malas. He conocido a tantos que están trabajando en silencio hacia la reconciliación y la paz. Hacen la obra de Jesús sin adornos ni fanfarrias. Confían en que Dios los escucha y los ayuda.
Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios.
Aunque uno encuentra motivos egoístas por parte de muchas personas en Sudán del Sur, también encuentra personas incluso más increíblemente generosas. Su testimonio refleja el de Jesús que sacrificó su propia vida por la redención y salvación de la humanidad. Estas almas puras de Sudán del Sur verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios.
Tanta gente ha pasado tanto tiempo intentando llevar la reconciliación y la justicia a esta violenta nación. Son los verdaderos pacificadores que promueven la no violencia en lo que parece ser un esfuerzo fallido. Sin embargo, están inspirados para duplicar sus esfuerzos y con gran paciencia continúan. Los pacificadores fomentan la paz entre Dios y el hombre.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Todos los días leemos sobre buenas personas que son acosadas por líderes gubernamentales o divisiones rebeldes. Parece que el mal tiene la sartén por el mango. Pero el Reino de Dios es diferente. Conozco personas que están enfocadas arriba en el cielo y sin miedo hablan contra la injusticia y las persecuciones. Son verdaderamente bendecidos por su testimonio.
Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos.
Es difícil regocijarse cuando uno siente dolor. Sin embargo, estamos llamados a alegrarnos cuando nos insultan. Conocí a una mujer que había perdido a muchos miembros de su familia debido a conflictos civiles y hambre. Sin embargo, transpiraba felicidad y satisfacción porque estos miembros de la familia ahora estaban en el cielo.
Las Bienaventuranzas son mi brújula moral. Cuando me doy cuenta de ellos en los sudaneses del sur que encuentro, me conmuevo hasta las lágrimas. He tenido la gracia de experimentar estas palabras en la realidad viva todos los días a través de las acciones y obras del pueblo de Sudán del Sur que lucha por vivir una vida digna de Jesús y la redención eterna.
Gabe Hurrish es un misionero laico Maryknoll que sirve en Sudán del Sur.
Foto destacada: Celebración navideña en la aldea Kuron Peace en Sudán del Sur, diciembre de 2022. (Gabe Hurrish/Sudán de Sur)