Por John McAuley, M.M.
Vigésimo primero domingo ordinario
Domingo, 27 de agosto, 2023
Is 22, 19-23 | Rom 11, 33-36 | Mt 16, 13-20
“El Señor lo hará todo por mí. Señor, tu amor es eterno, ¡no abandones la obra de tus manos!”
Salmo 138, 8
Hoy San Pablo escribe: “¡Qué inmensa y rica es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué impenetrables son sus designios e incomprensibles sus caminos!” Sí, de hecho, Dios nos conoce, nuestras historias, nuestras penas y nuestras alegrías, nuestras derrotas y nuestros triunfos, mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos y mucho más de lo que conocemos a otros.
Aunque reflexivos y honestos, sabemos también que no somos siempre fieles. No somos siempre fieles a la custodia, divinamente planeada, que compartimos sobre nuestras propias vidas; sobre las demás personas puestas en nuestras vidas; sobre nuestra sociedad y sus miembros y recursos; y sobre la red de vida y recursos que componen nuestro planeta. Dios es siempre fiel. Fiel debido a su amor abarcador por nosotros y por el carácter sagrado que se expresa en la creación como tal. Ni nosotros ni la creación estamos fuera de ese abrazo divino.
El libro del Génesis nos enseña que compartimos esa custodia con Dios, pero pronto nos recuerda nuestras debilidades en ese aspecto cuando la dejamos a nuestra suerte. Al final, sólo hay un custodio fiel; tal como hay un creador. Y ese creador-custodio fiel recupera y recrea lo que a veces se daña o se pierde por nosotros, que compartimos la custodia cotidiana de otras personas, vida y recursos en los aspectos prácticos.
La esencia de custodiar la vida y los recursos que usamos a diario es, en última instancia, no una de méritos y pagos, aunque estos tengan importancia. Nuestra custodia refleja la custodia de Dios, basada en el amor y el cuidado inexplicable e infatigable y que se expresa en vulnerabilidad personal y en la entrega de nosotros mismos.
Puede que el oficial, Sebna, mayordomo del palacio, no haya sido capaz de ejercer este estilo de autoridad en su custodia. Sin embargo, el Señor fue siempre fiel, incluso en esta situación particular de desigualdad en la custodia. A través del profeta Isaías el Señor efectuó un nuevo balance.
Pedro, también, tuvo que encontrar un nuevo balance en la custodia que se le dio en el Evangelio de hoy. Jesús le dio a Pedro parte de su propia custodia para que cuidara de las personas reunidas bajo el ministerio de Jesús. Sin embargo, unos minutos antes Jesús había reprendido a Pedro por ejercer su custodia compartida con una esencia distinta a la que Dios le otorgó a Jesús. Y una vez más Jesús tuvo que balancear la esencia de la custodia de Pedro después de la resurrección cuando le preguntó tres veces, “¿Me amas?” y luego lo puso en servicio otra vez.
Hay múltiples eventos emergentes en el mundo de hoy – algunos potencialmente turbadores para nosotros – que pueden reevaluarse provechosamente con las lecturas de hoy. Entre estos están el creciente poder económico y la influencia de Asia. El surgimiento de Asia preocupa a muchas personas, en particular la influencia de sociedades como las de China e India, cuyas esencias culturales y religiosas son tan distintas a las nuestras y a veces, incluso, diametralmente opuestas.
Debemos recordar que entre estos dos países hay cerca de 3.000 millones de personas que hasta hace poco vivían en sociedades caracterizadas por una gran pobreza y muy poco cambio social. Junto con el aumento de la riqueza que he visto en estas sociedades, también he visto muchos desarrollos sociales y liberaciones impensables hace una década. ¿Puede ser que el creador-custodio está fomentando procesos engendradores entre esas personas, no necesariamente de manera merecida o como una respuesta de pago directo, sino por su compasión por aquellos que sufren bajo el peso de las décadas, incluso siglos, de pobreza y atraso?
Sin embargo, puede que nos encontremos en el mismo estado de asombro ofendido que experimentó la gente en la época de Jesús cuando él le recordó a una nación orgullosa y segura de sí que Dios a veces actuaba decisivamente fuera de su sociedad: al limpiar a un leproso incrédulo, Naamán, mientras otros en Israel seguían impuros; y al ayudar a una viuda de Sarepta, incrédula y hambrienta, mientras otros en Israel seguían con hambre.
Puede que no sea suficiente para el creador-custodio fiel haber dicho por los labios de algunos: “¡Qué inmensa y rica es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué impenetrables son sus designios e incomprensibles sus caminos!” En vez de eso, Dios parece desear que todas las personas también puedan hacer eco de las palabras de San Pablo y decir: “En efecto, todo proviene de Dios, todo ha sido hecho por él y todo está orientado hacia él. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
Esta reflexión sobre las Escrituras fue publicada previamente por la Oficina de Asuntos Globales Maryknoll en 2013.
El Padre Maryknoll John McAuley oriundo de Brooklyn y ordenado en 1981, ha servido en Japón, Hong Kong y China, así como en roles de liderazgo para los Padres y Hermanos Maryknoll.
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Citas bíblicas de USCBB
Foto destacada: Silueta de dos personas en un bote regresando a casa después del atardecer. (Foto de Unsplash)