Por Alejandro Marina, M.M.
Domingo, 3 de diciembre, 2023
Is 63,16b-17, 19b; 64, 2-7 | 1 Cor 1, 3-9 | Mk 13, 33-37
Ojalá rasgaras los cielos y bajaras
Isaías 64, 1a.
El texto del profeta Isaías que leemos en este primer domingo de Adviento proviene de la parte tercera del libro del profeta. Esta sección del libro se escribe durante el período que va entre el regreso del Exilio y la Restauración de Israel. Este es un período muy difícil para el pueblo ya que al regreso no fueron del todo bien recibidos por quienes se quedaron y no les fue fácil reestablecerse.
Aquí nace la “esperanza mesiánica”, con el sueño de una tierra en donde todos puedan habitar y una convivencia pacífica universal entre todas las criaturas. En el párrafo leído hoy, podríamos interpretar que el pueblo no ha sido fiel y por eso Dios lo ha castigado con el Exilio y con las dificultades que ahora encuentran. El profeta intenta llevar consuelo y esperanza en un Dios que nunca abandona.
Para entender la urgencia e importancia de ese mensaje consolador, debemos recordar la historia de este pueblo. El Pueblo de Dios ha migrado a Egipto en tiempos de hambruna. Allí prosperó y creció, pero al mismo tiempo fue esclavizado. Dios envió a Moisés para liberarlos y nuevamente emprendieron el camino migratorio hacia la Tierra Prometida.
Estando en su tierra, después de luchar para recuperarla, fueron constantemente invadidos por diferentes pueblos e incluso experimentaron el destierro y la destrucción de su Templo. El Rey Persa les permitió regresar a su tierra y nuevamente emprendieron el camino. Una vez llegaron allá, fueron discriminados y fue difícil sentar raíces y reconstruir su ciudad y a sí mismos como pueblo.
A lo largo de toda la historia, y aún hoy, la experiencia del despojo de la tierra o sufrir su usurpación sigue siendo una tragedia para esta región del mundo. Hoy vemos muchos procesos migratorios a lo ancho de todo el mundo y por diversas razones. Algunos deben salir de su tierra por razones económicas, otros deben salir como refugiados debido a la violencia, guerras o regímenes que gobiernan sus países. Muchos otros, cada vez más, deben migrar por razones ecológicas a causa del cambio climático o por vivir en zonas de interés para industrias extractivistas.
Todos los pueblos que migran tienen la misma experiencia que el pueblo de la Biblia, al que Isaías trata de alentar, mientras alimenta la esperanza mesiánica. Por eso, cuando escuchamos a Jesús invitándonos a estar alertas, estar atentos, no podemos dejar de preguntarnos a qué debemos estar atentos hoy.
Ciertamente, se nos invita a discernir las causas que provocan esta experiencia de los pueblos, a pensar qué cambios deberíamos hacer como humanidad para construir una convivencia pacífica entre todos los seres humanos y con la creación. Finalmente, se nos invita a que como misioneros llevemos el mismo mensaje de esperanza que el profeta, con su predicación, y Jesús, con su acción, trajeron a la humanidad.
El Padre Maryknoll Alejandro Marina, oriundo de Buenos Aires, Argentina, es coordinador del Programa de Entrenamiento Internacional en Bolivia, donde sirve en varios ministerios que incluyen un mercado con granjeros locales para apoyar la industria local y programas de educación para promover prácticas sostenibles.
La Guía de reflexión para el Adviento 2023 de la Oficina de Asuntos Globales de Maryknoll contiene preguntas y extractos de misioneros de todo el mundo.
Imagen destacada: Camellos descansando en Negev, Israel. (James Ballard/Unsplash)
Preguntas para reflexionar
¿De qué manera te invita Dios a estar alerta y atento al mundo que te rodea?
¿Qué te da esperanza para una coexistencia pacífica con todas las personas y la creación hoy?
Oración
Oh Dios, abre nuestros ojos para que podamos ver
las necesidades de los demás; abre nuestros oídos
para que podamos escuchar sus gritos; abre nuestros
corazones para que podamos sentir su angustia y su
alegría. Que no tengamos miedo de defender a los
oprimidos, a los pobres, a los impotentes, a causa de
la ira y el poder de los poderosos. Muéstranos dónde
se necesitan el amor, la esperanza y la fe, y utilízanos
para llevarlos a esos lugares. Abre nuestros oídos y
nuestros ojos, nuestros corazones y nuestras vidas,
para que en estos próximos días podamos realizar
alguna obra de justicia y de paz para ti.
Amén.
– El Centro Sabeel, Jerusalén