El pasado 8 de mayo está destinado a ser uno de esos momentos en que preguntas “¿Dónde estabas cuando…?” Mientras la fumata blanca se elevaba desde la Capilla Sixtina y la alegría estallaba con las palabras ¡Habemus papam!, yo estaba almorzando al aire libre cuando las campanas de Maryknoll se unieron al coro que repicaba desde iglesias alrededor del mundo.
Tuvimos que esperar una hora para saber quién sería el vicario número 267 de Cristo. Peregrinos, tanto romanos como internacionales, llenaban la Plaza de San Pedro con anticipación y especulación. Por suerte nunca he sido un hombre de apuestas, ¡si no hubiera perdido hasta la camisa! Jamás me imaginé que vería en mi vida un papa de los Estados Unidos. Ah, pero el Espíritu Santo tenía otros planes.
El camino de Robert Prevost al papado es inusual por aun más razones. No asistió al seminario en Roma, se unió a una orden religiosa y sirvió como misionero en Perú. Pero captó la atención del Papa Francisco, que en 2015 lo nombró obispo de Chiclayo, Perú, cardenal en 2023 y prefecto del Dicasterio para Obispos en Roma. Con ironía, la prensa italiana se refirió a él como “el menos estadounidense de todos los cardenales estadounidenses”.
Además de datos biográficos, ¿qué más sabemos de nuestro nuevo Santo Padre?
Llamé a un amigo agustiniano, el Padre Philip Yang, que estudió teología con el Padre Prevost como profesor. El Padre Yang recuerda el pánico que él y sus compañeros seminaristas sintieron cuando el Padre Prevost se convirtió en su maestro y formador. “Es abogado canónico. Pensamos, ‘Él va a seguir las reglas a rajatabla’”, explicó el Padre Yang. Lo cual sí hizo, dice el Padre Yang, pero con equidad y gentileza, siempre salvaguardando la dignidad de sus cargos.
El Papa León ha señalado que es el sucesor del Papa Francisco, mas no su clon. Hizo su primera aparición oficial ataviado en tradicional traje real: la mozetta (o esclavina, una capa), estola de brocado dorado y un crucifijo ornamentado. En su mensaje inicial a la multitud reunida en la Plaza de San Pedro, enfatizó la paz de Cristo Resucitado, utilizando las palabras “misión” y “sinodalidad” varias veces. Su humildad, transparencia y piedad se ganó los corazones de personas de todos lados.
Al resistir rótulos fáciles de “conservador” o “progresista” que en ningún lugar dividen tanto a la Iglesia como en EE. UU., el nuevo papa demuestra querer ser “tanto… como” en vez de “uno o el otro”. Él retuvo su lema episcopal, In Illo uno unum (En el único Cristo somos uno).
En julio escribió una carta a mano en latín al tradicionalista Cardenal Raymond Burke, quien había chocado con el Papa Francisco, para felicitar al cardenal por sus 50 años de sacerdocio y por su defensa impertérrita de la Misa en latín. Poco después, el Papa León nombró al Padre Thomas Hennen, un sacerdote de Iowa con experiencia en ministerio universitario y cuidado pastoral para personas LGBTI, como obispo de la Diócesis de Baker, Oregón.
Nuestro Santo Padre ya empieza a expresar su papel como pontífice, de la frase pontifex maximus que significa “el máximo constructor de puentes”. Buscando sanar una Iglesia polarizada, él diestramente camina la fina línea entre ambos bandos, sin excluir o irritar a ninguno.
Al mismo tiempo, su compromiso con la paz es firme. Así lo evidencian sus llamados a la paz en Gaza, Ucrania y otros lugares del mundo en conflicto.
Al escoger su nombre, el Papa León XIV se identificó con el destacado autor de la doctrina social católica, León XIII. Sin embargo, el legado de su nombre se remonta a tiempos atrás. El primer León, conocido como el Papa León El Grande (consagrado en 440 d.C.), logró aplacar las rupturas que amenazaban con dividir a la Iglesia entre occidente y oriente. El mismo Papa León I hizo que las hordas de Atila el Huno dieran marcha atrás después de negociar totalmente desarmado con el bárbaro líder militar. Nadie sabe qué se dijo, pero Atila canceló su invasión de Roma y nunca volvió.
Está aún por verse que el Papa León XIV pueda curar las profundas heridas y sospechas que amenazan la unidad de la Iglesia, y frenar las fuerzas del individualismo, el materialismo y el secularismo en el mundo de hoy. Sin embargo, se ha mostrado dispuesto a intentarlo.
Imagen destacada: En medio de la multitud, el Papa León XIV bendice a un niño en la Plaza de San Pedro del Vaticano antes de su audiencia general semanal del 25 de junio de 2025. (CNS/Vatican Media/Ciudad del Vaticano)
