La Oscuridad de Estos Tiempos para los Migrantes

Tiempo de lectura: 4 minutos
Por: Catherine DeVito, M.M.
Fecha de Publicación: Dic 1, 2025

Una Hermana Maryknoll reflexiona sobre su trabajo con niños y familias migrantes

Mi viaje diario cada mañana comienza antes del amanecer. Por lo general, me gusta la oscuridad porque ofrece frescura, quietud y tiempo para la reflexión. Me dirijo a la clínica donde sirvo apoyando a madres y bebés en riesgo en un pueblo rural carente de servicios donde predominan los campesinos migrantes en el suroeste de Florida.

Las personas a las que servimos son en su mayoría de países de América Central y Haití. Muchos llegaron a Estados Unidos con visas de trabajo o bajo el programa de Estatus de Protección Temporal (TPS), una disposición humanitaria que otorga estatus legal temporal a extranjeros elegibles que no pueden regresar de manera segura a sus países de origen debido a conflictos armados, desastres ambientales u otras condiciones peligrosas.

En los últimos meses, esa protección terminó abruptamente para muchas familias, incluso cuando las condiciones en sus países de origen continúan deteriorándose. Como me dijo una madre: “Nos acostamos siendo legales y nos despertamos como criminales ilegales”.

Su sueño de criar a sus hijos en un país donde la violencia y el miedo no gobiernan se ha convertido en una pesadilla, el mismo entorno del cual el programa de TPS los protegía.

Desesperados, otros se arriesgaron a ingresar a Estados Unidos sin seguir un proceso como el TPS. Si nosotros nos enfrentáramos a circunstancias similares, la mayoría haríamos lo mismo por la supervivencia de nuestra familia. Es fácil distanciarse de estas realidades, especialmente si no hemos caminado con otras personas que viven esta situación a diario.

Al igual que nosotros, estas personas tienen nombres —no etiquetas— y tienen historias de familia. Aman y son amadas. Hay efectos duraderos para los inmigrantes que han sido traumatizados, no solo dentro de sí mismos, sino también en aquellos que se preocupan por ellos y las comunidades locales de las que forman parte.

En mi trabajo en atención médica integrada para mujeres, bebés y niños pequeños, he aprendido sobre la importancia que tienen las experiencias para un niño. Lo que sucede en su entorno, especialmente a una edad temprana, impacta en su desarrollo y comportamiento, e influye en su salud y calidad de vida de adulto más adelante.

Recientemente, una madre desahogó su angustia conmigo por la detención de su esposo. A esta madre también le preocupa su hija de dos años. Inicialmente, cuando la madre hablaba con su esposo por teléfono, la niña expresaba emoción y deleite. Sin embargo, la niña ha empezado a alejarse al escuchar la voz de su papá y ha dejado de hablar.

Trabajadores migrantes mexicanos cosechan arándanos en Lake Wales, Florida. La gran mayoría de los trabajadores agrícolas que trabajan en el campo son nacidos en el extranjero. (OSV News/Marco Bello/Reuters/EE. UU.)

Trabajadores migrantes mexicanos cosechan arándanos en Lake Wales, Florida. La gran mayoría de los trabajadores agrícolas que trabajan en el campo son nacidos en el extranjero. (OSV News/Marco Bello/Reuters/EE. UU.)

Durante mi viaje matutino, reflexiono sobre las familias y los bebés que tengo programados para ver. Me preocupa la cantidad de citas perdidas. Los padres temen ser detenidos o interrogados por agentes de inmigración u oficiales locales. Los bebés y niños pequeños no reciben sus chequeos regulares ni la atención médica que necesitan.

Las iglesias les piden a sus feligreses que se queden en casa en lugar de arriesgarse a ser detenidos. Una cultura comunitaria basada en la convivencia con la familia y los amigos, que celebra cada paso de la vida y que depende de sus sacerdotes para recibir palabras de ánimo, esperanza y consuelo, es forzada a aislarse y esconderse.

Familias resilientes, trabajadoras, unidas y devotas se enfrentan a desafíos irrazonables sin precedente. Los padres ahora dudan en acompañar a sus hijos a la escuela. Para los niños pequeños, esa ausencia puede ser desconcertante. A algunos les preocupa que mamá o papá no estén allí cuando regresen a casa. Es menos probable que los padres asistan a las reuniones escolares y terminen menos involucrados en la educación de sus hijos.

De las personas que entraron a Estados Unidos sin la protección de programas como el TPS, la mayoría ya hubiera empezado el largo proceso de buscar un medio legal para quedarse. Con la fuerte vigilancia interinstitucional para acelerar las deportaciones, ese ya no es el caso. El temor y la realidad de la gente es que si son detenidos, no se les permitirá seguir el debido proceso legal.

Cualesquiera que sean nuestras respuestas ante las complejas cuestiones sobre políticas de inmigración, éstas deben incluir la compasión. Recuerdo las palabras de Jesús en el Evangelio de San Mateo (25, 31-46) cuando les dice a sus amigos que, aún cuando era un extraño, lo visitaron en la cárcel y lo recibieron. Sus amigos no recordaban haber hecho ninguna de estas cosas. Jesús dejó en claro que cuando realizamos estas obras de misericordia por el más pequeño de nuestros hermanos y hermanas, las hacemos por él.

Cuando respondemos a los demás con compasión y amamos como él ama, los corazones se transforman. La política es compleja, pero se puede emprender con compasión, dignidad y respeto, que desde mi perspectiva, es lo que nos falta.

La oscuridad de mi viaje matutino siempre trae la luz de un nuevo día. La esperanza me sostiene. Nuestros actos de bondad y empatía hacia los demás serán la luz que vencerá la oscuridad de estos tiempos.

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Sobre la autora/or

Catherine DeVito, M.M.

La Hermana Maryknoll Catherine DeVito, oriunda de Cleveland, Ohio, fue Hermana ursulina antes de ingresar a Maryknoll. Ha servido en El Salvador, México, Panamá y Bolivia, además de Estados Unidos.

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