Casi todas las mañanas, alrededor de las 6 a.m., paseo a mi perro por nuestro vecindario en la ciudad costera brasileña de João Pessoa, en la parte más oriental de las Américas. A menudo me encuentro con recolectores callejeros que escarban en la basura materiales reciclables y otros artículos que pueden reutilizarse. El último Día de los Difuntos, cuando regresaba a casa, me crucé con una anciana que jalaba su carrito. De repente empezó a caer una lluvia suave. Le comenté que siempre llueve en el Día de Muertos (Dia dos Finados, como se llama en portugués). Ella respondió que nuestros antepasados están llorando en este día. Le dije que nuestra Comunidad Misionera Maryknoll de Brasil también estaba llorando porque durante el año habíamos perdido a tres de nuestros amados ancianos misioneros Maryknoll: la Hermana Connie Pospisil y los Padres Frank Higdon y Daniel McLaughlin. Que descansen en paz.
Kathleen Bond, MKLM
Foto en Guatemala 2006 (Sean Sprague/Guatemala)
Cuatro hermanas ingresaron a un pequeño ascensor en el tercer piso del Centro de las Hermanas Maryknoll en Ossining, Nueva York, y se dirigieron a almorzar. Una era de Hawái y había trabajado en Japón; la otra era de Japón y había servido en misión en Guatemala; la tercera era de Missouri, y había servido como misionera en Japón; y la cuarta, de Pensilvania, había regresado recientemente de servir en Guatemala. Cuando se abrió la puerta del ascensor de la planta baja, las cuatro hermanas (Rita Burdzy, Bernice Kita, Teruko Ito y Elizabeth Kato) se reían a carcajadas. ¿Por qué? Rita, Kita, Ito, Kato— o cualquier otra combinación de sus nombres—solo podía suceder, felizmente, en Maryknoll.
Bernice Kita, M.M.
Niño en la aldea de Pouli en Bangladesh. (Sean Sprague/Bangladesh)
Aquí en Bangladesh, Bareek, un niño flaco y tímido de 6 años, vino a verme con su madre igualmente delgada y preocupada. Un doctor le había diagnosticado al niño parálisis cerebral. Me comprometí a organizar un curso de fisioterapia de dos semanas para que su madre pudiera ayudar a su hijo.
Ese mismo día, mi vecino Haroon y yo estábamos transportando tierra en cestas para poner los cimientos de mi nueva casa. Bareek decidió ayudarnos. En el cobertizo de la cocina de su familia encontró un plato. Trabajando junto a nosotros los hombres, Bareek llenó el plato repetidamente con tierra, lo cargó 15 metros a pesar de su andar inestable, y vació el contenido donde Haroon y yo vaciamos nuestros cestos. Bareek trabajó sin parar tanto como nosotros. Los vecinos que observaron su esfuerzo voluntario pensaron, en comparación, que Bareek era el más admirable transportador de tierra de todos.
Una familia en Nicaragua (Sean Sprague/Nicaragua)
La Casa Materna en Matagalpa, Nicaragua, donde he trabajado desde 1986, brinda alimentos, albergue, atención médica, educación y transporte desde y hacia el hospital para mujeres embarazadas de alto riesgo.
Parte de mi ministerio aquí es la recaudación de fondos. Eso significa que vivo mi vida con un espíritu de “acción de gracias”. La mayoría de las veces mi gratitud se manifiesta en forma de cartas. Mis visitas anuales a los Estados Unidos también me permiten momentos especiales para dar gracias mientras camino con amigos y familiares que me apoyan tanto a mí como a mi ministerio. A veces siento que nuestro compartir alcanza una mayor profundidad y un sentido de intimidad debido al tiempo limitado que tenemos juntos.
Catherine Madden, Afiliada Maryknoll
Imagen destacada: Día de los Muertos en Brasil (Kathleen Bond/Brasil)