RELATOS MISIONEROS VERANO 2022

Tiempo de lectura: 3 minutos
Por: Misioneros Maryknoll
Fecha de Publicación: Jun 1, 2022

En nuestro campamento de las Naciones Unidas para desplazados internos en Malakal, Sudán del Sur, tenemos una iglesia católica que está hecha de láminas de metal y se llama cariñosamente nuestra “Iglesia de caja de hojalata”. Un domingo en particular, un niño llamado Obech entró a la iglesia. Él tiene problemas para hablar y de aprendizaje que le impiden asistir a la escuela del campamento porque es hiperactivo. Sin embargo, le damos la bienvenida como parte de nuestra familia parroquial. Le hemos ayudado a aprender la Señal de la Cruz y a decir las palabras: “Yesua fee”, que en árabe significa “Jesús está aquí”. Cada vez que Obech entra a la iglesia, mira la cruz en lo alto del altar, hace la señal de la cruz con las manos y luego dice “Yesua fee”. La fe de niño de Obech me enseña que Jesús está aquí con nosotros siempre en nuestro camino de vida.

Michael Bassano, M.M.

Una señora rezando en un velorio de una anciana en la aldea en Chom Chao, Camboya. (Hang Tran/Camboya)

Una señora rezando en un velorio de una anciana en la aldea en Chom Chao, Camboya. (Hang Tran/Camboya)

Hacía días que la gente no había visto a una anciana de la aldea en Chom Chao, Camboya, donde sirvo como misionera laica Maryknoll. Se la conocía como Om, que significa “tía mayor”. Con lluvia o truenos, Om se sentaba bajo su paraguas remendado frente a la casa de las Misioneras de la Caridad, vendiendo agua embotellada en una hielera portátil. Ella dejó sus cosas en la casa de las misioneras. Nos enteramos que Om había fallecido.

Fui a ver a su familia para presentarle mis respetos y ofrecerle mis condolencias. Como en las aldeas tienen espacio limitado, se acostumbra armar carpas en las aceras de los barrios para velorios y ceremonias fúnebres. Al ver su foto, recordé nuestras conversaciones y sus sonrisas desdentadas. A Om le encantaba hablar conmigo en su idioma camboyano mezclado con francés. A menudo recordaba su juventud en escuelas con sistema educativo francés y compartía sus historias de supervivencia de la época de los Jemeres Rojos. Su familia me dio un poco de incienso, el cual encendí y elevé mis oraciones y acción de gracias por los dones de la vida de Om.

Hang Tran, MKLM

Hermana Margaret Sierra sirve en misión en El Paso, Texas. (Giovana Soria/EE.UU.)

Hermana Margaret Sierra sirve en misión en El Paso, Texas. (Giovana Soria/EE.UU.)

A los 6 años perdí a mi papá, un veterano discapacitado de la Segunda Guerra Mundial que murió una noche en un hospital de veteranos. Esa noche, nuestra tía Lillie, que nos cuidaba, nos llevó a su patio de atrás para elegir una estrella. La tía Lillie nos dijo: “su papá ha fallecido y se ha convertido en una estrella”. La ciencia dice que en nuestro interior, nuestro cuerpo está hecho de agua, sal y… ¡polvo de estrellas! Comparto esta historia con niños que han perdido a uno de sus padres.

El año pasado, escribí una nota de pésame a una niña de 12 años que perdió a su papá por cáncer en el 2020. Me respondió: “Me gustaría agradecerte las cartas que me  enviaste. Me hizo sentir realmente mejor. Me encantó leer sobre tu papá, pero lamento saber que falleció cuando eras una niña. Estas cartas… me alegraron el día. No puedo agradecerte lo suficiente por todo”. Recibí más de lo que di.

Margaret Sierra, M.M.

Una mujer camina en una zona rural en Narail, Bangladesh. (Sean Sprague/Bangladesh)

Una mujer camina en una zona rural en Narail, Bangladesh. (Sean Sprague/Bangladesh)

Aquí en Nueva York, me invitaron a una asamblea interreligiosa musulmana organizada por una comunidad compuesta por musulmanes de muchos países. Después de la oración, en la cena, me atrajo la comida de Bangladesh, que me ofreció amablemente una mujer joven. Regresé a mi mesa para comer. De repente, ella vino y se sentó a mi lado con sus amigas. Estaba horrorizado e incómodo. Durante mis 10 años de vivir en el sur de Asia, nunca me senté al lado de una mujer musulmana, ni ninguna eligió sentarse a mi lado. Era totalmente inapropiado y tabú. ¡No me di cuenta de cuán profundamente había asimilado esta costumbre, hasta que una mujer musulmana se sentó a mi lado!

John P. Martin, M.M.

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