Orbis Books conmemora el aniversario del golpe de estado en Chile

Tiempo de lectura: 7 minutos
Por: Deirdre Cornell
Fecha de Publicación: Sep 7, 2023

Como voluntaria laica, la autora fue testigo de la valentía de hermanas y sacerdotes que ayudaron a víctimas de la dictadura de Pinochet

Con el próximo aniversario del 9/11, Orbis Books, la casa editorial de los Padres y Hermanos Maryknoll, conmemora otro evento trágico.

“En Estados Unidos recordamos el 11 de septiembre como una fecha muy importante, pero en Latinoamérica ese día ha tenido un significado diferente por un largo tiempo”, dijo Robert Ellsberg, director de Orbis Books. En esa fecha en 1973, Chile pasó de una democracia a una dictadura.

Este año marca el 50 aniversario del golpe de estado que resultó en la muerte del presidente chileno Salvador Allende y el ascenso al poder del General Augusto Pinochet.

En el podcast de Orbis Book, One on One, la autora Kathleen M. Osberger relata sus propias experiencias en Chile dos años de iniciada la dictadura, incluyendo su detención por la policía secreta chilena. Osberger es la autora del libro I Surrender: A Memoir of Chile’s Dictatorship, 1975, publicado recientemente por Orbis en inglés.

Después de graduarse de la Universidad de Notre Dame, Osberger se registró en un programa de los sacerdotes de la Congregación de la Santa Cruz en Chile y Perú. Se quedaría a vivir con las Hermanas de Notre Dame para enseñar en una escuela primaria Maryknoll en Santiago, la capital de Chile.

En la entrevista Osberger le cuenta a Ellsberg: “El día que llegué, las hermanas me dijeron un gran secreto. Estaban escondiendo a personas perseguidas por la policía secreta, conocida como la DINA”.

“Respiré hondo y me dije: ‘Vine a aprender. Déjame entender por qué estas personas están arriesgando sus vidas así”.

Osberger había vivido en España bajo la dictadura de Francisco Franco y luego en Panamá bajo la dictadura de Omar Torrijos. Sin embargo, ella comentó en la entrevista, “no podía imaginarme cómo sería la represión en Chile”.

Entre 1973 y 1990, el régimen de Pinochet cometió miles de arrestos políticos, ejecuciones extrajudiciales y tortura de prisioneros. La Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la policía secreta, aterrorizaba el país entero. La táctica de desaparición forzada se llevaba a cabo con brutalidad sistemática, especialmente durante los primeros años del régimen militar. La policía detenía a los prisioneros en secreto y los torturaba con choques eléctricos, ahogamientos simulados, palizas y abuso sexual para luego ser “desaparecidos” y nunca ser vistos de nuevo.  

Este era el contexto en que Osberger, de apenas 22 años, se encontraba.

Osberger es la autora del libro I Surrender: A Memoir of Chile's Dictatorship, 1975, publicado recientemente por Orbis en inglés

Kathleen M. Osberger es la autora del libro I Surrender: A Memoir of Chile’s Dictatorship, 1975.

Aunque se habían constituido movimientos de resistencia, sus miembros corrían un riesgo constante. Ya fueran militantes o simples opositores políticos, cuenta Osberger en la entrevista, “Pinochet quería atrapar a todos los disidentes. … Los quería muertos”.

Individuos y organizaciones que defendían los derechos humanos empezaron a esconder a los perseguidos de la DINA. Muchas de estas iniciativas eran organizadas por el ecuménico Comité de Cooperación para la Paz, conocido también como el Comité Pro Paz. El comité incluía iglesias metodistas, bautistas, luteranas y ortodoxas, además de líderes judíos. La influyente Arquidiócesis de Santiago, liderada por el Cardenal Raúl Silva Henríquez, ofrecía una protección indispensable.

Una de las compañeras de vivienda de Osberger trabajaba para el Comité Pro Paz, y las mujeres con las que Osberger convivía y trabajaba, las hermanas de Notre Dame y las hermanas Maryknoll, habían acordado proteger a aquellos en riesgo de captura. Al hacerlo, sus propias vidas estaban en peligro.

En octubre 15, 1975, hubo un tiroteo en Malloco, un área rural cerca de la capital, entre miembros de la DINA y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). El vigilante del MIR murió, pero cuatro de sus guerrilleros escaparon: el líder de MIR y sobrino del derrocado presidente Allende, Andrés Pascal Allende; su pareja Mary Ann Beausire; Nelson Gutiérrez, otro líder MIR; y su pareja Marie Elena Bachman. Gutiérrez y Bachman tenían a su bebé en el escondite. Gutiérrez había sido herido durante su escape.

“Ellos iban corriendo en el campo y [Gutiérrez] tenía dos heridas de bala en la pierna. Llevaban a su bebé de 9 o 10 meses en brazos”, dijo Osberger en la entrevista para el podcast.

Una campesina les ofreció ayuda. “Le dieron a su bebé”, dijo Osberger. Tiempo después el bebé sería enviado a la conocida Vicaría de la Solidaridad que reemplazó al Comité Pro Paz cuando Pinochet lo desarticuló a finales de 1975.

Después de esconderse por un par de días, narra Osberger, los fugitivos de la MIR “salieron huyendo, pero no iban a llegar muy lejos a pie”. La pareja robó autos y los abandonó después de conducir en diferentes direcciones para eludir a sus perseguidores.

Osberger recuerda una “cacería 24/7” y las amenazas del régimen en la radio y otros medios en contra de cualquiera que ayudara a los fugitivos de la MIR.

El 20 de octubre una cena de cumpleaños se celebraba para la Hermana Helen Nelson en la escuela del convento de las Hermanas de Notre Dame. “Había alrededor de 30 personas,” dijo Osberger, “cuando en la mitad de la reunión trajeron a Nelson Gutiérrez y a su esposa por la puerta trasera … para esconderlos en el convento”.

Al siguiente día, las hermanas llevaron a Osberger y a otras dos voluntarias laicas por su seguridad a la casa de las Hermanas Maryknoll, a la escuela donde Osberger enseñaba.

Las condiciones para esconder a disidentes eran que no debían infiltrarse armas y que no debía haber comunicación con el exterior. Mientras las hermanas de Notre Dame salían a trabajar por la mañana, la Hermana Maryknoll Margaret Lipsio, con 10 años de experiencia misionera en Chile, iba al convento a vigilar y asegurarse de que las condiciones se respetaran.

El Comité Pro Paz tuvo que ingeniárselas para ayudar a los fugitivos.

“Trajeron a una doctora británica al convento, Sheila Cassidy, para tratar las heridas de Gutiérrez. Pero no pudo porque la sepsis se había extendido”, dijo Osberger en el podcast. “Así que tuvieron que llevarlo a una embajada donde un equipo médico pudiera operarlo”.

Continúa: “Ninguna embajada estaba dispuesta a acoger a un enemigo del estado de tan alto perfil, por llamarlo de alguna manera”. Finalmente, la embajada del Vaticano decidió recibirlo. Lo transportaron al lugar en la cajuela del carro de las hermanas.

Beausire ya había llegado al lugar donde Allende se escondía. Tiempo después serían albergados en la embajada de Costa Rica y eventualmente saldrían de Chile para Cuba. Tras recibir tratamiento médico, Gutiérrez, saldría junto con Bachman del país para Cuba.

Mientras tanto, la cacería en contra de militantes y sus ayudantes continuaba.

La primera en ser detenida fue la doctora Cassidy, que había tratado a Gutiérrez. Fue detenida después de que la DINA disparara una ráfaga de balas a la casa de los Padres Columbanos. La criada de la casa, una testigo inocente, fue asesinada.

Osberger había salido de la casa de los Padres Columbanos justo antes de que la policía llegara a detener a Cassidy. Ella y las otras dos voluntarias laicas habían vuelto a hospedarse en el convento de las Hermanas de Notre Dame.

En la mañana de noviembre 2, reporta Osberger, cerca de las 4:30 o 5:00 de la mañana, se escucharon golpes fuertes en la puerta. Los agentes de la DINA irrumpieron, registrando la casa y exigiendo información acerca de los fugitivos de la MIR.

Preguntaron quién conocía a Sheila Cassidy. Osberger quiso proteger a las hermanas y a otras mujeres laicas. “Dije ‘la conozco’. Y me tomaron prisionera”. No sin que antes la Hermana Paula Armstrong, enfrentándose a la furia de agentes de la DINA con ametralladoras, rezara sobre ella.

En la entrevista, Osberger describe a un comandante estadounidense que dirigía a los agentes. “Cuando él me estaba interrogando, yo observaba sus ojos y su comportamiento, escuchaba su manera de hablar. Ahí me dije, espera un minuto. ¡Este tipo es estadounidense! ¡Es del medio oeste! ¿Qué está haciendo aquí?” dijo ella. “Era una sensación repugnante”.

Con minuciosas investigaciones y entrevistas, incluyendo las que ella realizó en Chile en 2007, Osberger ató los cabos de los eventos de esas semanas turbulentas. Logró determinar que el comandante era de hecho un estadounidense. Su nombre era Michael Townley.

A Osberger se le dio una venda antes de llevársela en auto. “No me tocaron físicamente, pero me llevaron a una prisión secreta, Villa Grimaldi, donde estaban torturando a la doctora Sheila Cassidy de manera severa”. La doctora, que pasó 59 días como prisionera, estaba siendo torturada con descargas eléctricas.

En la prisión, Townley y agentes de la DINA presionaron a Osberger para que incriminara a otras personas y para que delatara el paradero de los fugitivos. “Eventualmente la policía secreta me llevó a la casa de las Hermanas Maryknoll [en Los Leones] … pero la Hermana Katherine Gilfeather fue muy audaz. Me llevaron a la puerta. Me quité la venda. Estaban ahí parados con ametralladoras en la mañana del domingo, a eso de las 7:30 o 8:00 a.m. Ella se paró en la entrada de la puerta y no los dejó pasar a pesar de que iban armados. Me jaló hacía adentro”, Osberger dijo en la entrevista.

Para que no hirieran a nadie, Osberger volvió a salir al cabo de un rato donde los agentes de la DINA estaban esperándola, sin tener idea de lo que vendría después.

Para el alivio del lector y de Osberger, “por alguna razón me llevaron de vuelta a mi casa, al convento donde estaba viviendo”.

Osberger obtuvo su maestría de la Escuela de Teología Maryknoll y de la Escuela de la Administración de Servicio Social de la Universidad de Chicago. Ha trabajado en el sur del Bronx y en Chicago. Como trabajadora social licenciada y terapista, su trabajo se centra en trauma y tortura.

Osberger también habló de la complicidad del Presidente Richard Nixon, el Fiscal General John Mitchell, el Asistente de Asuntos de Seguridad Nacional Henry Kissinger y el director de la CIA Richard Helms en la desestabilización del Chile de Allende para una toma del poder por los militares. Estados Unidos continúo apoyando la dictadura de Pinochet hasta que un plebiscito en 1988 finalmente lo sacaría del poder en 1990.

“La iglesia en Chile estuvo firme antes estos abusos a los derechos humanos”, dijo Osberger. “Incluso esas personas reacias a actuar estaban dispuestas a portarse como cristianos para salvar la vida de alguien más”.

Imagen destacada: Una mujer martilla cruces en el suelo en la Plaza del Parlamento de Londres el 23 de marzo. Las cruces representan a personas que se cree que fueron asesinadas o secuestradas bajo el régimen del ex dictador chileno Augusto Pinochet, quien fue arrestado en Londres en octubre, 1998,  en la petición de España. Se esperaba que los Law Lords, el tribunal más alto de Inglaterra, anunciaran el 24 de marzo una decisión sobre si Pinochet debía ser extraditado. (CNS de Reuters) (24 de marzo de 1999)

Sobre la autora/or

Deirdre Cornell

Deirdre Cornell sirvió como misionera laica Maryknoll en México. Es autora de tres libros Orbis Books, entre ellos Jesus Was a Migrant y American Madonna: Crossing Borders with the Virgin Mary, y actualmente trabaja con el equipo de la revista Maryknoll.

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