Convertirse en Maryknoll: El viaje vocacional del Padre Marina

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Por: Deirdre Cornell
Fecha de Publicación: Dic 19, 2023
Por Deirdre Cornell

Estos son extractos de entrevistas con el Padre Maryknoll Alejandro Marina realizadas el 25 y 31 de octubre de 2023 en el Centro y Residencia de los Padres y Hermanos Maryknoll en Cochabamba, Bolivia.

¿Qué le hizo darte cuenta de su llamado al sacerdocio?

Nací en un lugar llamado Martínez en los suburbios de Buenos Aires en una familia católica muy comprometida con nuestra parroquia local. Soy el menor de siete hijos de Clara Colangelo y Ángel Domingo Marina. Nuestro padre murió cuando yo tenía 4 años.

Mi hermana mayor y su esposo viajaban por razones de trabajo. Siempre estaban en algún pueblo pequeño y en cualquier lugar donde vivían, comenzaban a hacer misión. Su testimonio me inspiraba.

Entonces sucedió algo definitivo que me hizo decir: “Esto es lo que quiero hacer con mi vida”. Tenía 16 años cuando me enteré de las cuatro misioneras asesinadas en El Salvador; dos de ellas eran hermanas Maryknoll. Pero Maryknoll no estaba trabajando en Argentina en ese momento. Entonces decidí ingresar al seminario local de mi diócesis, San Isidro.

¿Cómo recibió su familia la noticia?

A los 19 me decidí. Hablé con el obispo, pero aún tenía que informar a mi familia.

Recuerdo que era un sábado por la mañana. Mi madre estaba lavando ropa y yo la seguía, dándole vueltas al asunto. Finalmente mi madre dijo: “¿Qué es lo que tienes que decirme?” Le dije: “Decidí convertirme en sacerdote”.

Mi madre me dijo que ese había sido su sueño y el de mi padre. Antes de casarse, habían hablado sobre lo que harían si alguno de sus hijos quisiera ser sacerdote o religiosa. Acordaron que lo acompañarían y apoyarían en su llamado. Para ella, era como si su sueño juntos se hubiera cumplido.

Fue una confirmación del llamado que sentía en ese momento. No sabía de esta conversación entre mis padres porque mi madre nunca habló de ello. Ella no quería presionarnos en ningún sentido.

(Izq. a Der.) El Padre Mayrknoll Alejandro Marina en su ordenación en la diócesis de San Isidro, Argentina, el 10 de diciembre de 1993. El Padre Marina (de blanco) con su familia, incluyendo su madre Clara Colangelo (centro). (Cortesía de Alejandro Marina/Argentina)
¿Cómo reaccionaron su familia y su iglesia local a su llamado a la misión?

Mi familia conocía mi pasión por la misión. Tengo 22 sobrinas y sobrinos y — ¡por ahora! — 21 sobrinas y sobrinos nietos. Ellos siempre supieron que algún día iría a servir a algún lugar.

Desde sus inicios San Isidro ha tenido un compromiso misionero. Nuestro primer obispo consideraba que el 10 por ciento de los sacerdotes debían estar en misión. A menudo recibía solicitudes de otros obispos de Argentina que necesitaban sacerdotes.

En la época de mi ordenación San Isidro inició un convenio con Cuba. Me ofrecí a ir. El obispo me dijo que tendría que servir cinco años como sacerdote en Argentina y que luego hablaríamos. Mi ordenación fue el 10 de diciembre de 1993. Después de los cinco años, uno de los sacerdotes que servían en Cuba quiso regresar a la Argentina. Esa fue mi oportunidad.

Fue extraordinario conocer, desde adentro, la verdad sobre la vida de la gente después de la Revolución Cubana. … Mi primer viaje fue en 1998, cuando el Papa Juan Pablo II visitó la isla. Era una época de cambios.

Mucha gente que creció durante la Revolución no hablaba de la fe ni de Dios por miedo. Ni siquiera realizaban bautizos. No sabían nada sobre la Navidad ni sobre el Papa. El gobierno permitió que la Iglesia llevara a cabo reuniones en los barrios para hablar sobre quién vendría a visitar. El gobierno quería que la visita fuera un éxito para dar una buena impresión.

Cuando terminó la visita del Papa, continuamos. Me encontraba en la parroquia de San José de la Diócesis de Holguín, al oriente de la isla. En septiembre se acercaba la fiesta de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre y nos reuníamos en las casas contando quién era. Y ese fue el comienzo de las comunidades eclesiales de base.

Al principio el gobierno objetó, pero después lo aceptó y llamó a estas “casas de oración”. No podíamos celebrar los sacramentos, pero podíamos tener reuniones y catequesis.

Nunca antes había tenido la experiencia de hablar con alguien que no supiera nada sobre Jesús. En Argentina, podría hablar con alguien que no creyera en él, pero al menos sabía quién era Jesús.

En Cuba la gente no sabía las cosas más básicas. Y las preguntas que hacían los adultos eran muy diferentes de las que podría hacer un niño.

Por ejemplo, si dices que Jesús nació de María, una virgen que quedó embarazada del Espíritu Santo, te responden, “¿Qué?” Y eso te hace reflexionar: “¿Qué significa esto para mí?” Porque si le estás dando la Buena Nueva a alguien porque realmente es una buena noticia y puede cambiar su vida, debes preguntarte: ¿cómo cambió mi vida?

Debes entonces  volver a hacer tu propia catequesis y renovar tu fe.

El Padre Marina (izquierda) ministró como sacerdote misionario por cuatro años a los feligreses y comunidad de San José en la diócesis de Holguín, al este de Cuba. Su trabajo se centró en catequesis y formación de fe para adultos. (Cortesía de Alejandro Marina/Argentina)
¿Cómo conoció a Maryknoll?

Después de mis cuatro años en Cuba, una amiga, una religiosa chilena que trabajaba en Bolivia, me invitó a Cochabamba. Me dijo: “¿Por qué no vienes? Maryknoll está lanzando un nuevo programa de formación misionera. Creo que te gustaría.” En el 2002 llegué al centro, conocido como Centro Misionero Maryknoll en América Latina (CMMAL). Participé en el primer curso del Programa Internacional de Formación Misionera con el Padre Stephen Judd. Después, el padre Tom Henehan me preguntó si podía colaborar con el programa, yendo y viniendo de Argentina.

Hice mi tesis de maestría en teología en la Universidad Jesuita de El Salvador en San Miguel, Buenos Aires, que completé en 2007, en misionología.

El padre Tom y yo comenzamos a hablar sobre el programa de sacerdotes asociados de Maryknoll. Mi obispo estaba a punto de jubilarse, así que tuve que esperar a que mi nuevo obispo lo aprobara. Finalmente, en 2012 vine a Cochabamba para trabajar a tiempo completo en el Programa Internacional de Formación Misionera.

En el 2015 el capítulo de Padres y Hermanos Maryknoll anunció que recibiríamos vocaciones del extranjero, incluidos sacerdotes asociados que solicitaran explícitamente ser parte de Maryknoll. Solicité la incardinación.

¿Cuáles fueron sus siguientes pasos para convertirse en misionero Maryknoll?

El proceso de incardinación dura cinco años. Hice mi juramento final en Chicago el 25 de mayo del 2020, durante la pandemia.

El plan era pasar un año en los Estados Unidos para mejorar mi inglés y aprender más sobre la cultura, el medio ambiente y la vida en Maryknoll. Tomé clases de inglés en Chicago. Luego la idea era pasar un tiempo en la sede de Maryknoll en Ossining, Nueva York, y en nuestra comunidad de jubilados en Los Altos, California. ¡Durante los confinamientos por COVID, todo eso cambió!

Sin embargo, fue un buen momento para estar con los estudiantes y conocer la Unión Teológica Católica donde estudian nuestros candidatos. En muchos aspectos, mi experiencia de seminario en Argentina fue diferente a la que viven nuestros seminaristas ahora. Fue bueno para mí entender su proceso y sus estudios.

¿Puede describir su rol como coordinador del Programa de Entrenamiento en el Extranjero (OTP) en Cochabamba?

El Programa de Entrenamiento en el Extranjero (OTP) siempre ha sido una parte importante de la formación Maryknoll. El primer requisito del OTP es que realmente experimenten la vida de un misionero, cómo es vivir en otra cultura, en otro idioma y saber si se sienten cómodos en esa situación.

Cuando el padre Paul Masson concluyó seis años como coordinador el año pasado, el Consejo General me pidió que coordinara el programa.

Con las vocaciones provenientes de las regiones de misión, enfrentamos un nuevo desafío. Aquí en esta comunidad somos un canadiense, cinco de Estados Unidos, un argentino (yo), tres de Kenia y uno de Tanzania.

En Argentina existe una montaña llamada El Cerro de Los Siete Colores. Debido a los depósitos de minerales de la montaña, se pueden ver siete colores distintos. La vida intercultural aquí es así. Aprender cómo cada cultura siente la presencia de Dios es asombroso. Tal vez tú haces algo de una manera, pero aprendes que hay otra manera de hacerlo.

Uno de mis sueños es promover la vocación de los hermanos religiosos. Es una vocación profética para un mundo de relaciones rotas. Hay profundas divisiones en todas nuestras sociedades, con tanta violencia y racismo. Pero construyes la fraternidad con el testimonio de tu vida, demostrando que a pesar de nuestras diferencias somos hermanos y hermanas.

(Izq. a Der.) El Padre Marina y Myrna Arévalo conversan en el Centro Misionero Maryknoll en Latinoamérica en Cochabamba, Bolivia, donde él sirvió como sacerdote asociado. El Padre Marina y el Padre Maryknoll Paul Masson con guitarras en Misa en la capilla del centro en 2019. (Sean Sprague/Bolivia)
Usted ya era sacerdote misionero, pero “se convirtió en Maryknoll” aquí en Cochabamba. ¿Qué significa este centro para usted?

Lo que me encanta aquí son dos cosas. Una es la historia de lo que hemos construído aquí como Maryknoll y cuántos miles de personas han pasado por aquí para formarse. En segundo lugar, me encanta el potencial continuo de este lugar al servicio de la misión.

Desde 1965, más de 12.000 personas han pasado por nuestro Instituto de Idiomas Maryknoll. Sacerdotes, religiosos y laicos han aprendido español, quechua y aymara.

En el 2002, CMMAL comenzó a ampliar sus servicios. El Programa Internacional de Formación Misionera nació para dar formación teológica acerca de la renovación del entendimiento de la acción misionera. Durante 18 años participaron en el programa personas de toda América Latina y Estados Unidos.

Nuestros programas de liderazgo, como Despertar y Cristóforos prepararon a personas para roles de liderazgo dentro de la Iglesia o en organizaciones.

En todos nuestros programas, enseñamos nuevas herramientas y metodologías con el Padre Eugene Toland. El propósito fue ofrecer a nuestra gente herramientas para un proceso transformador de formación.

Cuando el proyecto CMMAL cerró en el 2020, alrededor de 15.000 personas de todo el mundo habían recibido formación aquí para la misión de Maryknoll.

Usted ha dicho que CMMAL cerró, pero Maryknoll continúa. ¿Qué significa eso?

Cuando me reasignaron a América Latina y Cochabamaba después de mi incardinación, pregunté: “¿Cómo podemos continuar brindando esta formación misionera por la que Maryknoll es famosa?”

Déjame dar un ejemplo. La Conferencia de Obispos Latinoamericanos (CELAM) me contactó para impartir clases. Ayudo con un curso en línea sobre liderazgo transformador para participantes de Guatemala, El Salvador, Bolivia, Perú, Honduras y Colombia. No me invitaron por mérito propio, sino por el legado de Maryknoll. Maryknoll es conocida en América Latina no sólo por nuestros proyectos sino por cómo ayudamos y apoyamos a otros a estar en misión.

Hablando con otras personas de Maryknoll y orando, creé Servicios Misioneros como un proyecto apostólico para continuar trabajando en la formación misionera, concentrándome en dos temas: la espiritualidad ecológica y la ciudadanía activa.

Los miembros de la Sociedad Maryknoll en Bolivia nos comprometimos a cuidar la creación, inspirados por la encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco y el capítulo de la Sociedad Maryknoll de 2021.

Otras organizaciones utilizan nuestras instalaciones para tener un lugar donde llevar a cabo la misión. Los grupos empezaron a llegar y hablando con cada uno de ellos vimos posibilidades de trabajar juntos. Y eso le dio nueva vida a este lugar.

 

Mate en mano, el Padre Marina inspecciona un huerto en el centro Maryknoll, el cual, dice él, ha recibido nueva vida a través de sus nexos con organizaciones locales que contribuyen al proyecto ecológico del lugar. (Adam Mitchell/Bolivia)

Como superior local, ¿puede describir la nueva vida que está teniendo lugar?

Cuatro de nuestros profesores de idiomas comenzaron su propia escuela aquí en la propiedad y la gente empezó a venir nuevamente a estudiar, incluidos nuestros propios misioneros, nuestros seminaristas y hermanos candidatos, misioneros laicos y voluntarios de corto plazo.

Hicimos un acuerdo con un colectivo local de agricultores orgánicos. Aquí celebran una feria los jueves, no sólo para vender verduras, sino también para enseñar a la gente de la ciudad sobre nutrición.

Otra organización enseña prácticas ecológicas sostenibles. Estamos trabajando con ellos en nuestro “proyecto verde” para hacer este lugar más amigable con la ecología. Nuestro centro ahora cuenta con peces, abejas, gallinas, dos llamas y jardines.

Me encanta este trabajo. En Argentina nunca tuve la oportunidad de hacer algo así porque vivía en la ciudad. Aquí, con la ayuda de nuestros socios de las organizaciones compañeras, existe una oportunidad. Nuestro objetivo es hacer de este centro y residencia un testigo ecológico de Cochabamba. Me encanta hacerlo. … Es mi pasión.

Imagen destacada: El Padre Maryknoll Alejandro Marina toca la guitarra durante una Misa para cuatro seminaristas en el programa de entrenamiento internacional en Cochabamba, Bolivia. Incardinado para unirse a Maryknoll en el 2020, el Padre Marina celebró 30 años como sacerdote misionario el 10 de diciembre del 2023. (Adam Mitchell/Bolivia)

Sobre la autora/or

Deirdre Cornell

Deirdre Cornell sirvió como misionera laica Maryknoll en México. Es autora de tres libros Orbis Books, entre ellos Jesus Was a Migrant y American Madonna: Crossing Borders with the Virgin Mary, y actualmente trabaja con el equipo de la revista Maryknoll.

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