Reflexión Maryknoll: Sexto domingo de Pascua

Tiempo de lectura: 5 minutos
Por: La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll
Fecha de Publicación: May 3, 2024

Por Doreen Longres, M.M.

Domingo, 5 de mayo del 2024
Hechos 10:25-26, 34-35, 44-48 | 1 Juan 4:7-10 | Juan 15:9-17

La Hermana Maryknoll Doreen Longres que sirve en Perú reflexiona sobre el llamado de Jesús a que nos amémonos los unos a los otros. Esta reflexión fue publicada anteriormente en el 2018.

Al leer los enriquecidos pasajes de las escrituras de este domingo, me llamó la atención los siguientes mensajes:

• Nadie es excluido, el Espíritu Santo viene a todos.
• Jesús nos ama, así como su Padre lo ama a Él.
• Jesús nos elige como sus amigos y comparte todo con nosotros. “Los he elegido para contarles todo”
• “Amémonos los unos a los otros”

Dentro de todos estos mensajes, me gustaría explorar el concepto de amor.

Amor es una palabra muy común, utilizada de innumerables maneras, a menudo evocando imágenes cálidas y confusas. Pero el mensaje de Jesús sobre el amor es fuerte. Nos desafía a mirar dentro de nosotros mismos y a nuestro alrededor para ver cómo lo estamos viviendo hoy, más allá de nuestras interpretaciones habituales.

El amor es paciente, el amor es bondadoso, como lo expresa San Pablo, pero también, aquí en el Perú, el amor es valiente y tiene un rostro fuerte, dispuesto a sacrificar y a trabajar por una sociedad más justa, caracterizada por una vida en abundancia para todos.

Es imposible amar a tu prójimo sin relacionarte, sin ser solidario y sin contribuir a su bienestar. El amor no puede permanecer indiferente dentro de un análisis imparcial.

Una multitud de migrantes de Colombia, Venezuela, República Dominicana y Cuba pasan por la ciudad fronteriza de Tacna en Perú en su camino hacia Chile. Algunos terminan quedándose en Tacna e intentan hacer una nueva vida aquí. Hay un refugio para inmigrantes donde pueden alojarse de forma segura mientras trabajan en regularizar sus documentos necesarios. Sin embargo, el prejuicio es común en Tacna, un grupo puede ser etiquetado como ladrones, otro como drogadictos, etc. Sin embargo, sabemos que Jesús dejó claro en su vida que él veía a la persona, no la categoría en la que había sido colocada. Jesús veía a cada uno como su hermano o hermana. Los amaba y quería lo mejor para ellos. Nadie quedó excluido.

Aquí en Tacna, trabajamos con la diócesis, damos la bienvenida al migrante y al refugiado que busca una vida mejor lejos de la violencia, las pandillas callejeras y la pobreza. A mí y a otras personas nos han conmovido sus historias de cómo huyeron de situaciones peligrosas, dejando a su madre, a su padre y a otros familiares, así como su propio país. Patrocinamos charlas y talleres para educar al público sobre la difícil situación del migrante y celebramos su presencia a través de actividades especiales, liturgias y una actividad ocasional de recaudación de fondos, como una parrillada.

“Amémonos los unos a los otros” y “amen a vuestro prójimo como a nosotros mismos”. La enriquecida encíclica del Papa Francisco, Laudato Si’, nos desafía a ampliar nuestro entendimiento al prójimo y nuestra comprensión del llamado al amor. Se nos pide no sólo que nos amemos unos a otros, sino también que amemos, honremos y protejamos a toda la creación. El Papa nos llama a cuidar y amar la Tierra, nuestra casa común. En numerosas ocasiones enfatiza que toda la creación está conectada, un concepto ampliamente respaldado por evidencia científica. ¡Sí, los humanos estamos hechos de polvo estelar! Sí, todo está conectado.

Esta creencia está profundamente arraigada entre las poblaciones indígenas quechua, aimara y los múltiples pueblos de la región amazónica del Perú. No han olvidado su conexión con la Tierra; no se han olvidado de honrar y proteger la casa que los sustenta.

El amor, entonces, se expresa de muchas maneras. Aquí en Perú el amor se expresa honrando y cuidando a la “Pachamama”. Pachamama es una palabra de las lenguas aimara y quechua que significa “Madre Tierra”. Este amor se manifiesta en ceremonias de gratitud y celebración de los regalos de la tierra durante todo el año y en el cuidado sostenible de la tierra. Para muchos, es la motivación que subyace a las protestas por la contaminación y destrucción de la Tierra y sus dones, a través de la minería, la deforestación y la explotación descuidada de los recursos que afectan a barrios y comunidades de todo el país. Mi propia conexión con la naturaleza se ha visto fomentada en mis vivencias entre los aimaras del Perú en mis primeros años.

Vivía en una zona pobre del cono sur de Lima, la capital de Perú. Una vecina, madre soltera, me dijo que cuando se siente desanimada trabaja en el jardín que tiene enfrente de su casa. Aunque emigró a la ciudad desde la sierra central del Perú, nunca ha perdido su conexión con la tierra que la sostiene y nutre. Su jardín, lejos de ser un lugar elegante, es un terreno de tierra cercado improvisadamente en medio de un camino cubierto de rocas, escombros y basura. Sin embargo, da vida.

Muchos en la ciudad, así como en Tacna, han perdido u olvidado su conexión con la tierra. Hoy estamos llamados a redescubrir esta conexión. El Papa Francisco nos llama a la conversión y a una ecología integral.

Cuando el Papa Francisco visitó la región amazónica del Perú, dijo que la visión cósmica y la sabiduría de los pueblos indígenas tienen mucho que enseñarnos a quienes no somos parte de su cultura. ¿Cómo podemos recuperar y fomentar esta conexión?

Pequeños esfuerzos dan esperanza: las escuelas secundarias aquí en Tacna fomentan prácticas ambientales a través de proyectos; el gobierno local incentiva el reciclaje en zonas periféricas de la ciudad; y grupos parroquiales y eclesiásticos están estudiando las enseñanzas de Laudato Si’.

La solidaridad es una expresión de amor aquí en Perú. Amar es ser solidarios de manera activa con quienes luchan, sufren y son excluidos. En tiempo atrás de violencia en Perú, después de que estalló una bomba en un barrio exclusivo de Lima, la gente del pueblo pobre de Villa El Salvador marcharon hacia el barrio exclusivo para mostrar su solidaridad con la gente de allí. Mientras escribía esta reflexión, los agricultores de una ciudad cercana se están abalanzando en una marcha de 18 millas con otros agricultores para protestar por la mina que contamina el río, que es su única fuente de agua.

Amar. En Perú se llama solidaridad, justicia, estar para tu prójimo de manera concreta, honrar, amar y proteger a la Madre Tierra. Podemos hacer las cosas por deber y obligación, pero cuando lo hacemos por amor, ¡es transformador!

El paleontólogo, geólogo y místico jesuita Pierre Teilhard de Chardin lo sabía cuándo dijo: “Algún día, después de dominar los vientos, las olas, las mareas y la gravedad, vamos a aprovechar para Dios la energía del amor”. El poeta peruano César Abraham Vallejo Mendoza también sabía que el amor es solidario. Vale la pena buscar en Internet su poema “Masa”.

Jesús dice que nos llama amigos en lugar de servidores y elige contarnos todo para que nuestro gozo sea completo. “Este es mi mandamiento”, dice, “que nos amémonos los unos a los otros como yo los he amado”.

La Hermana Doreen Longres del Bronx, New York, fue asignada a servir en Perú en 1970. En Perú trabajó en Puno, Lima y Tacna. Allí aprendió prácticas ecológicas y el carácter sagrado de la tierra de los indígenas aimaras. La misionera también dirigió la oficina ambiental de la congregación, que creó una reserva ecológica en la propiedad de las Hermanas en Ossining, Nueva York. En 2013 regresó a su misión entre los pueblos indígenas del Perú.

Para leer otras reflexiones bíblicas publicadas por la Oficina de Asuntos Globales Maryknoll, haga clic aquí.

Imagen destacada: Mujeres indígenas aimaras cantando en Islas flotantes de los Uros, en el Lago Titicaca en Puno, Perú. (Sophie Robson vía Flickc)

Sobre la autora/or

La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll

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