Juntos en Misión: Una fe propia

Tiempo de lectura: 3 minutos
Por: Michael Ho
Fecha de Publicación: Jun 2, 2025

Crecer siendo coreano-americano no es fácil. Además de los desafíos típicos de la niñez como hacer amigos y desempeñarte bien en la escuela, a muchos de los que nacimos en familias inmigrantes nos cuesta entender la lengua de nuestros padres. Para mí esto significó que había ciertas cosas que no podíamos compartir y una de ellas era nuestra fe católica.

Aunque asistía a clases de coreano todos los sábados y mis padres conversaban sólo en coreano en casa, no dominaba el idioma lo suficiente para entender la Misa en coreano. A veces sentía que ir a la iglesia era una obligación. Me sentía juzgado cada vez que recitaba las respuestas litúrgicas y oraciones que había memorizado fonéticamente, como un loro. Cuando mi madre me dijo que íbamos a asistir a una nueva parroquia en Flushing, Nueva York, pensé que nada cambiaría.

Lo primero que escuche de nuestra iglesia, St. Paul Chong Ha-Sang, era que un sacerdote estadounidense que hablaba coreano servía allí. El Padre Maryknoll Joseph Veneroso —o “Padre Bae”, como lo llamábamos— lideraba una reunión semanal llamada Reunión de viernes en la noche. Además de comer pizza gratis, nosotros los adolescentes podíamos hablar de temas relevantes a la vida cristiana. Ninguna pregunta era inaceptable, sin importar qué tan controversial fuera.

Al haber trabajado en Corea, primero con el Cuerpo de Paz y luego con Maryknoll, el Padre Bae entendía a nuestros padres, pero también nos entendía a los que crecimos en Estados Unidos. Él siempre daba respuestas reflexivas a nuestras inquietudes y aclaraba nuestras dudas. Discurría con sabiduría ecléctica, influido por sus conocimientos de filosofía occidental y oriental, literatura, ciencia, etimología y, por supuesto, catolicismo. Todo centrado siempre en la compasión, la humildad y en hacer una diferencia en el mundo.

Entre la reunión de viernes por la noche y la Misa en inglés con el Padre Bae, muchos adolescentes como yo aprendimos a tener una fe propia por primera vez.

Mi amigo Daewook Kim se preparó para el Bautismo y la Confirmación con el Padre Bae en St. Paul Chong Ha-Sang. Dae sería ordenado como sacerdote Maryknoll en el 2013.

“El Padre Bae nos solía decir: ‘No eres un santo porque todos los demás vean tu santidad. Eres un santo cuando puedes ver la santidad en todos los que te rodean’”, dice el Padre Kim, quien es director financiero adjunto de los Padres y Hermanos Maryknoll. “Él trata de ver la santidad en los demás. Empezó con la gente de Corea cuando él estaba en misión y ha continuado en St. Paul con los inmigrantes coreano-americanos”.

El Padre Bae no es solo nuestro maestro; él es también nuestro amigo. Cuando tenía 15 años, tuve un accidente que afectó mi páncreas y bazo. Estuve hospitalizado por tres semanas. El Padre Bae me visitaba cada semana, hacía chistes para hacerme reír y terminaba con una oración para mi mejoría.

Después de la universidad, me enteré de que el Padre Bae era director de nuestra escuela dominical. Durante los siguientes 15 años, serví a su lado como catequista y ministro juvenil en nuestra parroquia. El Padre Bae revisaba nuestras lecciones y nos ayudaba a planear campamentos y retiros de verano. Él no solo daba sermones espirituales, sino que también participaba en nuestros juegos y lanzaba globos con agua, si así la situación lo ameritaba. Muchas veces nos invitaba a su casa en Maryknoll, donde nos inspiraban las historias de otros misioneros Maryknoll y su trabajo alrededor del mundo.

Este agosto, mientras celebramos 40 años del servicio del Padre Bae a nuestra comunidad, es increíble ver la diferencia que una sola persona puede hacer. El Padre Bae creó un lugar donde generaciones de católicos coreano-americanos como yo pudieran sentir pertenencia y llegar a conocer a Dios. Nos explicó nuestra fe para ayudar a comprendernos a nosotros mismos en un momento en el que nuestra identidad nos confundía. Todos nosotros en St. Paul estamos agradecidos de que él sea parte de nuestra vida.   

Michael Ho, de Bayside, Nueva York, es agente inmobiliario y feligrés de St. Paul Chong Ha-Sang. Ha conocido al Padre Veneroso por 32 años.

Imagen destacada: (De izq. a dcha.) Los Padres Maryknoll Daewook Kim y Joseph R. Veneroso —conocido como Padre Bae— Michael Ho, el padre Peter Kim y el diácono Sokwon Im a las afueras de la iglesia St. Paul Chong Ha-Sang. (Cortesía de Michael Ho/EE. UU.)

Sobre la autora/or

Michael Ho

Michael Ho, de Bayside, Nueva York, es agente inmobiliario y feligrés de St. Paul Chong Ha-Sang.

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