Dios me esperó

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Por: Andrea Moreno-Diaz
Fecha de Publicación: Sep 2, 2025

Un sacerdote Maryknoll lleva sus dones y talentos a la misión

En la escuela, cuando le preguntaron de niño qué quería ser de adulto, Joe Everson dibujó la imagen de un sacerdote. En la universidad planeó cursar una carrera de docencia, pero terminó siendo abogado. Estas curvas en el camino no fueron giros errantes, sino parte esencial de su formación como misionero.

El menor de diez hermanos, el Padre Maryknoll Joseph Everson III, 63, recuerda hojear las páginas de la revista Maryknoll de niño, fascinado por las vidas de misioneros en lugares remotos. “Ese era el tipo de vida que yo quería”, recuerda haber pensado entonces.

Durante la adolescencia el llamado al sacerdocio persistía. Sin embargo, cuando asistió a la Universidad de California, Berkeley, decidió estudiar historia con la intención de ser profesor. Durante su último año allí, el Padre Everson descubrió una aptitud más: el derecho.

Se graduó de Berkeley en 1984 y luego recibió un título juris doctor de la Universidad de Texas en Austin. Poco después, empezó a trabajar como abogado corporativo para un prestigioso bufete de abogados en la Ciudad de Nueva York.

“Fue cuando trabajaba como abogado corporativo que una vez más encontré a Dios esperándome pacientemente”, reflexionó luego el Padre Everson. Contactó a Maryknoll para unirse a la sociedad misionera.

Durante su formación en el extranjero, el seminarista Everson participó en costumbres culturales,<br />
como esta alegre lluvia de confeti durante una celebración de Primera Comunión.(Robert Milazzo/Perú)

Durante su formación en el extranjero, el seminarista Everson participó en costumbres culturales, como esta alegre lluvia de confeti durante una celebración de Primera Comunión. (Robert Milazzo/Perú)

Unos años después se encontraba a orillas del Lago Titicaca en el altiplano peruano a una altitud de más de 12.000 pies en la fría, semiárida región de Puno. Estaba completando su Programa de Entrenamiento en el Extranjero, aprendiendo a ser un misionero del Padre Maryknoll Edmund Cookson, quien en ese entonces había trabajado por 30 años con los indígenas aimaras del área.

Como seminarista, dice el Padre Everson, se sintió acogido por la comunidad local en el Istmo de Yunguyo. Lideró ministerios pastorales para niños y jóvenes y se involucró en actividades parroquiales para adultos. Le impresionó “el modo de los aimaras de ver la fe como parte intrínseca de su vida diaria”, dice.

“Recuerdo haber pensado una o dos veces, ‘¿Por qué decidí hacer esto?’ Tenía una cómoda vida en la Ciudad de Nueva York”, dice. “Esas dudas fueron buenas porque me obligaron a reflexionar más, a ser más intencional y a buscar fuerza en los valores que me pusieron en este camino”.

Después de dos años en Perú, el seminarista Everson volvió a Estados Unidos. Completó una maestría en Divinidad de la Catholic Theological Union en Chicago y fue ordenado sacerdote Maryknoll en 1999.

El New York Times reportó la ordenación y remarcó que “para él, el drástico cambio de abogado corporativo a sacerdote misionero no podría haber sido más natural”.

El Padre Everson saluda a los feligreses antes de la Misa dominical frente a la capilla de Jesús<br />
Médico en la Ciudad Juárez, donde sirvió a comunidades pobres y marginadas. (Sean Sprague/México)

El Padre Everson saluda a los feligreses antes de la Misa dominical frente a la capilla de Jesús Médico en Ciudad Juárez, donde sirvió a comunidades pobres y marginadas. (Sean Sprague/México)

Reasignado a Perú, el Padre Everson fue situado en Tacna donde empezó un ministerio carcelario en dos penales de la ciudad. Él se dio cuenta de que los prisioneros “estaban necesitados en el total sentido de la palabra, espiritualmente necesitados, y agradecidos por los servicios recibidos”.

También ministró en el Penal de Challapalca, una prisión de máxima seguridad ubicada a más de 15.000 pies sobre el nivel del mar entre Puno y Tacna. La administración de la prisión le permitió visitar a los prisioneros, muchos de los cuales no habían recibido visitas en años a causa de la remota ubicación de la prisión.

“He encontrado pocas cosas que den tanta vida como el ministerio carcelario”, escribió el Padre Everson en aquel momento. Hay una “real necesidad de conversión que se da en la vida de muchos. Por primera vez muchos de estos hombres y mujeres reflexionan sobre sus vidas, sobre su carácter, sobre Dios”.

En el 2001, el Padre Everson fue asignado a Cochabamba, Bolivia, donde fue capellán del Centro de Rehabilitación San Antonio. También sirvió en una escuela de Fe y Alegría, parte de una red jesuita que ofrece educación integral a niños pobres y vulnerables. Él cumplió su sueño de ser docente allí, donde impartió clases de religión a los estudiantes y trabajó con sus familias.

“Algunos de ellos habían sido niños de la calle”, dice. “La idea era traerlos a una escuela especial para nivelarlos al estándar y que puedan luego asistir a una escuela regular”.

El Padre Everson sirvió por tres años en la frontera entre México y Estados Unidos en una parroquia en Ciudad Juárez antes de volver a Estados Unidos para avanzar en sus estudios. En el 2010 recibió un título en Derecho Canónico de la Catholic University of America. Luego volvió a Bolivia, esta vez a La Paz, a enseñar derecho canónico en el seminario diocesano y a servir en el tribunal diocesano.

El derecho canónico, dice él, tiene un elemento espiritual. “Está basado en las enseñanzas de la Iglesia y la práctica”, dice. “Lo veo como una labor pastoral, que está allí para ayudar a la gente en cualquier momento”.

Al ser elegido para servir en el Consejo General de la Sociedad Maryknoll como vicario general en el 2014, el Padre Everson aplicó su experiencia a los asuntos legales y administrativos de la Sociedad. A medida que la pandemia del COVID-19 avanzaba, el Consejo General encontró la mejor manera de proteger y sostener a sus sacerdotes jubilados en el campus en Nueva York.

“Somos una comunidad”, dice el Padre Everson. “Hay que balancear eso con un sentido de hogar y otras necesidades espirituales de las personas más allá de su salud”.

 El Padre Everson lleva la Sagrada Comunión a Linda y Pedro Ching a su hogar. Pedro, quien<br />
padece la enfermedad de Parkinson, tiene dificultades para asistir a la Misa en la iglesia. (Paul Jeffrey/Hong Kong)

El Padre Everson lleva la Sagrada Comunión a Linda y Pedro Ching a su hogar. Pedro, quien padece la enfermedad de Parkinson, tiene dificultades para asistir a la Misa en la iglesia. (Paul Jeffrey/Hong Kong)

El Padre Maryknoll Raymond Finch, superior general en aquel momento, dice que agradece el apoyo del Padre Everson durante esos años. “Él está siempre listo para responder a las necesidades de Maryknoll y las necesidades de la evangelización”, dice el Padre Finch. “Da el 100% a las personas que sirve”.

En el 2022, el Padre Everson fue asignado a la región de Asia, en donde sirve en Hong Kong como párroco adjunto en la Iglesia St. Margaret y como abogado canónico para el vicario judicial de la diócesis de Hong Kong.

El Padre Maryknoll Joyalito Tajonera, superior de la región de Asia, dice que el liderazgo del Padre Everson “es un regalo a la misión, a la iglesia local y a Maryknoll. Todos buscamos su consejo como abogado canónico y civil”.

El Padre Everson también enseña dos clases de formación e iniciación para la Iglesia Católica conocidas como OCIA (por sus siglas en inglés), Orden de Iniciación Cristiana para Adultos.

“La manera en que el Padre Joe ha estructurado nuestro aprendizaje es que él nos anima a compartir nuestras dudas y preguntas”, dice un estudiante. “El propósito es dejarnos entender el valor central de ser católicos. Es un viaje espiritual constante”.

En el primer día de clases el Padre Everson anima a sus estudiantes a compartir sus motivos para buscar la fe. Algunos quieren sobrellevar la enfermedad o la pérdida, otros quieren compartir una conexión más cercana con sus parientes católicos. Otros buscan verdad y paz en un mundo convulsionado y descubren el poder de la oración. “Vidas individuales se transforman”, dice el Padre Everson.

“Estoy impresionado de que tantos adultos se hayan vuelto católicos aquí en Hong Kong. Bautizamos cerca de 150 en nuestra Vigilia de Pascua del 2024”, dice el misionero.

El mismo viaje del Padre Everson refleja su visión de lo abarcadora y enriquecedora que es la experiencia misionera: “La misión se basa en aprender de la gente, estar dispuesto a escuchar y aprender”, dice. “No se trata de dejar gente atrás, sino de crear un círculo más amplio”.

Imagen destacada:  El Padre Maryknoll Joseph M. Everson III celebra la Misa en la Iglesia St. Margaret’s en Hong Kong, donde es párroco adjunto. (Paul Jeffrey/Hong Kong)

Sobre la autora/or

Andrea Moreno-Diaz

Nació en Bogotá, Colombia. Tiene un título en Literaturas Hispánicas de City College of New York. Como editora asociada escribe, edita y traduce historias en español e inglés. Vive en Ossining, Nueva York.

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