Por Esperanza Principio, M.M.
Domingo, 21 de abril del 2024
Hch 4,8-12 | 1 Juan 3,1-2 | Juan 10,11-18
Las lecturas de esta semana están relacionadas a un tema común: hablan de la importancia fundamental de Jesucristo, quien murió para salvarnos, en nuestras vidas. Jesús nos llama a ser como él. Jesús continúa dando su vida por nosotros. El buen pastor nunca deja de ser fiel, a pesar de nuestras fragilidades y distracciones. Incluso todos estamos llamados a vivir para los demás.
Cuando visito el altiplano de Puno, Perú, una de las cosas que llama mi atención es la visión de un pastor aimara pastoreando un rebaño de ovejas. Lo encuentro muy bíblico. Al no haber crecido viendo una oveja en mi país de origen, Filipinas, verla aquí me habla de Jesús el Buen Pastor. Mientras observo, noto con qué paciencia el pastor cuida las ovejas bajo su cuidado y permanece fiel hasta que llegue el momento de regresar a casa. Esta fidelidad me dice más que mil palabras. El pastor tiene una estrecha cercanía, intimidad y conexión con cada oveja que cuida. Así también es Jesús es en nuestras vidas. Como el buen pastor, Jesús se ha dado a conocer a nosotros. Sus palabras: “yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí”. Jesús nos da a conocer que está siempre presente, aquí y ahora, para guiarnos y dirigirnos. Podemos llamarlo cuando estemos perdidos o cansados. Y si nos perdemos, él nos encontrará. ¡Qué amor tan profundo tiene Jesús por nosotros que nos llamó sus propios hijos! Es un regalo de Dios que lleguemos a ser parte de su llamado, protección y cuidado.
Los pastores son nuestros compañeros de camino. En la filosofía africana, “Ubuntu” significa “Yo soy porque nosotros somos”. Tenemos personas mayores y modelos a seguir a quienes admirar y emular. Nuestros padres dieron sus vidas con su devoción y sacrificio desinteresados, para que crezcamos y estemos en un lugar mejor ahora. En la Iglesia tenemos a los santos como nuestra fuente de inspiración para la santidad. Tenemos líderes que pueden transformar vidas e incluso una nación. Sin embargo, también tenemos líderes que pueden eliminar los sueños y aspiraciones de la gente. Todos estamos llamados a guiar y acompañar al pueblo de Dios.
Aquí en Perú, y años atrás cuando serví en Panamá, mis 11 años de experiencia con la Red Global de Religiones a Favor de la Niñez me han dado la oportunidad de caminar con diferentes comunidades religiosas que incluyen ministerios a niños, familias y líderes de fe. Colaboramos y unimos nuestros esfuerzos para abordar los problemas que afectan a los niños. Promovemos los derechos de los niños y su bienestar. Sin embargo, la lección más importante para mí es ver los valores comunes que tienen las religiones del mundo. Es el núcleo: espiritualidad y oración. Este núcleo nos sostendría e impulsaría a desarrollar buenas relaciones con Dios, a quien llamamos con diferentes nombres, con las personas de la comunidad, con nosotros mismos y con todo lo que hay en el universo.
Jesús, el Buen Pastor, nos reúne como un solo rebaño, un solo cuerpo. En nuestro mundo actual, tenemos nuestros hermanos y hermanas que sufren inmensamente en las zonas de la guerra de Gaza y Ucrania, especialmente mujeres y niños, personas desaparecidas por la trata de personas e individuos fracturados por la desesperanza, la violencia y el dolor. La tierra sufre pérdida de biodiversidad y sangra por la extracción de combustibles fósiles. Como un solo rebaño, estamos llamados a unir esfuerzos y trabajar juntos para restaurar la justicia, la paz, la esperanza, la libertad y la sanación para las personas y nuestro planeta hoy.
La Hermana Esperanza Principio de Bulacan, Filipinas, fue asignada a Panamá desde el 2006 al 2012. Allí trabajó con el Instituto para el Desarrollo de la Mujer y la Infancia. En 2013, fue enviada a servir en Perú. En 2018 inició el Capítulo de la Red Global de Religiones a Favor de la Niñez.
Para leer otras reflexiones bíblicas publicadas por la Oficina de Asuntos Globales Maryknoll, haga clic aquí.
Imagen destacada: La Hermana Maryknoll Esperanza Principio (derecha) durante su servicio misionero en la Amazonía del Perú. (Cortesía de Esperanza Principio, M.M./Perú)