Por Junno Arocho Esteves Catholic News Service ROMA (CNS) -- Un informe publicado por varias agencias de la ONU alertó que el número de personas que sufren de hambre en América Latina y el Caribe está en su punto más alto en 15 años. Según el informe, titulado "Panorama regional de la seguridad alimentaria y la nutrición 2021", que se publicó a fines de noviembre, se estima que 59.7 millones de...
Siguiendo las nuevas normas del estado de California para detener el aumento de casos confirmados de coronavirus, la Arquidiócesis de Los Ángeles anunció el 13 de julio que suspenderá las misas y otros servicios litúrgicos en el interior de las iglesias
Los obispos de América Central han exhortado a sus gobiernos y pueblos a unirse para proporcionar cuidado de salud y proteger vidas a medida que la pandemia de COVID-19 siembra la miseria y consecuencias económicas se acumulan en una de las regiones más pobres del hemisferio.
“La solicitud de un alto el fuego global e inmediato, que permitiría la paz y la seguridad necesarias para proporcionar la asistencia humanitaria necesaria, es encomiable”, dijo el papa el 5 de julio, después de rezar el Ángelus con los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll se une a otras organizaciones en pedir que se proteja a las comunidades indígenas amazónicas del riesgo del COVID-19.
Una red de instituciones religiosas y seculares (incluida la Santa Sede) ha organizado una campaña mundial para proporcionar un alivio de la deuda a los países empobrecidos que luchan por combatir la pandemia.
Activistas piden protección para solicitantes de asilo durante la pandemia de COVID-19. En marzo, EE.UU. cerró la frontera a viajeros no esenciales, incluidos los que buscan asilo, citando preocupaciones de salud. Dicha medida fue condenada por la agencia de asilo y refugiados de la ONU.
La cuarentena decretada en Bolivia, a raíz de la pandemia de COVID-19, ha interrumpido y transformado el ritmo de vida del Centro Misionero Maryknoll en América Latina (CMMAL) y el de todos los habitantes de la ciudad de Cochabamba.
El espectro de la inevitable muerte de mi madre atormentó mis pensamientos desde que tenía 4 años y vi morir a nuestro canario. Mi madre me consoló diciéndome la simple verdad de que todos los seres vivos deben morir, pero me prometió que Dios no se la llevaría a ella mientras yo la necesitara.
Cuando empezó la cuarentena por el COVID-19 los hijos del diácono Arturo Monterrubio y su esposa Esperanza les dijeron. “No salgan para nada, por favor, ustedes ya están viejitos”. Esperanza quien sufre de presión alta sabía que estaba en mayor riesgo